Desde hace tiempo se viene hablando de la excesiva frialdad que muestran en público el príncipe Alberto de Mónaco y su esposa, Charlène. Esto siempre ha dado pie a que resurjan los rumores sobre su supuesta crisis matrimonial, tantas veces desmentida.
En el reciente Gran Premio de Fórmula 1 de Montecarlo hicimos notar el gesto congelado de la princesa en el palco. Apenas comentaba, casi ni se movía y su expresividad era nula. Charlène parecía ausente y aunque Alberto estaba a su lado, ambos parecían a mil kilómetros el uno del otro. Sin embargo, en las últimas horas tenemos que alegrarnos de una cosa: hemos visto reír a Charlène de Mónaco.
Eso sí, no junto a su esposo. En este caso, la consorte viajó hasta la isla francesa de Córcega para participar en la tercera edición de los "Días de Seguridad Acuática", que organiza la Fundación Princesa Charlène de Mónaco. Esta, como presidenta de la misma, no podía faltar. Además de que es una causa con la que se siente especialmente cómoda, al concienciar a niños y jóvenes sobre la importancia de saber nadar y respetar el entorno marino.
Charlène, una excampeona de natación, es la más indicada para ello y lo disfruta a fondo. Se nota. En la localidad de Calvi, a pie de playa, la princesa estuvo acompañada por su hermano, Gareth Wittstock, que dirige la Fundación y es su mano derecha pues reside en el Principado.
Alrededor de 80 niños participaron en esta jornada tan especial y conocieron los talleres de rescate marítimo dirigidos por Pierre Frolla, embajador de la Fundación y cuádruple titular del récord mundial y su equipo de la Academia del Mar de Mónaco; y el gimnasta Kevin Crovetto.
Charlène de Mónaco, vestida con un sencillo polo rojo de su fundación, estaba relajada y natural. ¡Y sonreía sin parar! Una imagen que tranquiliza y resta dramatismo. La princesa, que ha superado graves problemas de salud física y mental, se lo pasó en grande durante este día de mar y sol.