Los problemas no cesan en la casa de los Windsor. El Megxit o el Sussexit se ha llevado todo el protagonismo en las últimas semanas, lo cual le ha venido muy bien a otro miembro de la familia que estaba en problemas, serios problemas: Andrés de Inglaterra. El tercero de los cuatro hijos de la reina Isabel cerró el año pasado con la peor de las noticias, viéndose obligado a retirarse de la vida pública a raíz del escándalo del pedófilo Jeffrey Epstein, del que era íntimo amigo. Con esta decisión se pretendía salvaguardar su honor, y así el de la monarquía británica. Pero eso no significaba que la Justicia no siguiera su curso...
Hay que recordar que en Estados Unidos se sigue investigando el caso por las denuncias de abusos y tráfico sexual de menores por las que el magnate fue condenado. Este se suicidó en la cárcel el pasado verano, y a partir de entonces saltaron y se redoblaron las noticias que le relacionaban con el duque de York. La denuncia contra él por abusos de una mujer, Virginia Giuffre, pusieron la sospecha sobre sus hombros. Y la polémica entrevista que concedió el príncipe en la BBC tratando de explicarse no hizo sino complicar más su situación y, finalmente, precipitar su salida "voluntaria" de la realeza.
El hecho es que ahora la Justicia estadounidense se ha pronunciado, y no precisamente para bien. El fiscal acusa a Andrés de Inglaterra de su nula colaboración, "cero", especifica, y le apremia a hacer lo correcto y acudir a las entrevistas que le solicitan. De momento, el príncipe sigue teniendo el paraguas de seguridad que le ofrece su madre, la reina, con la que se le ha visto en Sandringham, mientras arrecian las críticas y crece la polémica.