No todo son malas noticias en la crisis del coronavirus. Hay un gran número de infectados, sí, pero también otros muchos que consiguen superar la enfermedad. Ese es el caso de Alberto de Mónaco y Carlos de Inglaterra. Los dos representan la cara democrática de este virus: no importa quién seas ni de dónde vengas para poder ser contagiado. Pero afortunadamente todo ha salido bien en su caso. El Palacio del Principado lo hacía público ayer a través de un comunicado: "Los médicos que han atendido a Su Alteza el príncipe Alberto II desde el comienzo de su infección por Covid-19 le autorizan a poner fin a su periodo de cuarentena. El príncipe soberano está curado y con buena salud".
El texto añadía que "próximamente se reunirá con su familia y continuará observando el periodo de confinamiento manteniendo estrecha colaboración con su Gobierno y sus colaboradores más cercanos". Y termina recordando a la población que respete escrupulosamente las medidas de confinamiento y de limitar los contactos con otras personas. Acompañaban el mensaje con una serie de fotografías de Alberto de Mónaco saliendo de palacio con buena cara e incluso conduciendo su propio coche, quizás rumbo a reencontrarse con su esposa, la princesa Charlène, y sus dos hijos, los mellizos Jacques y Gabriella.
Desde palacio también se emitía otro comunicado en el que el monarca se lamentaba por las críticas y la falta de unidad política en el Consejo Nacional en su país ante la crisis: "Tal actitud solo puede generar duda y confusión sobre la acción gubernamental", asegura, mientras añade que se están preocupando por conseguir material sanitario "para garantizar la salud de la población". Y concluye: "La gravedad de la situación pide cohesión, donde la ambición política no tiene lugar". Así de contundente regresaba al primer plano Alberto de Mónaco, después de apenas doce días de cuarentena.
Hay que recordar que el soberano fue diagnosticado positivo en coronavirus el pasado 25 de marzo. Al día siguiente, el Palacio Principesco lo hacía público. Alberto se convertía de esta manera en el primer Jefe de Estado del mundo infectado por la epidemia. Desde el primer momento se dijo que sus síntomas eran leves y que continuaría trabajando desde sus apartamentos privados, cosa que demostró él mismo en una entrevista telefónica con la emisora RTL, dando testimonio de cómo se sentía: "Al principio fue como un frío, apenas tuve fiebre y no perdí el gusto ni el olfato".
Poco después volvía a ofrecer unas declaraciones de corte más personal, en las que afirmaba que echaba de menos estar con Charlène y los mellizos y que "soñaba" reencontrarse con ellos. Aunque no se ha facilitado ninguna información sobre el paradero de su familia, sus palabras dan la sensación de que no estaba viviendo en el palacio Grimaldi en Montecarlo. Parece que los tres se han refugiado estos días en su residencia de Roc Agel como medida preventiva de aislamiento frente a la pandemia y desde ahí han seguido en contacto con Alberto a través de llamadas y videollamadas.
Si Alberto de Mónaco ha logrado su curación en menos de 15 días, Carlos de Inglaterra le ha superado en mucho. En concreto, el virus le ha durado una semana. El pasado lunes 30 de marzo Clarence House informaba de que el príncipe "se encuentra con buena salud y ha salido de su aislamiento después de siete días". Sus médicos también han considerado que puede mantener algunas reuniones telemáticas y practicar ejercicio, como recomiendan las autoridades sanitarias.
La buena noticia le llegaba en la residencia de Birkhall, en el estado de Balmoral (Escocia), donde está pasando la cuarentena junto a su esposa, la duquesa Camilla de Cornualles. El avance del virus y su edad (71 años) plantearon el traslado del heredero a un lugar más seguro fuera de Londres. Lo mismo ha sucedido con su madre, la reina Isabel, de 93 años, que ahora está viviendo en el castillo de Windsor. Camilla también se sometió a la prueba del coronavirus, pero afortunadamente dio negativo. Pese a todo no se ha apartado del lado de Carlos, si bien observando todas las precauciones.
De hecho, ambos salieron a aplaudir a las 8 de la tarde a los sanitarios (la misma iniciativa que en España), pero lo hicieron separados, desde distintos lugares de su residencia campestre. Aunque el príncipe tiene el "alta", ella (72 años) todavía deberá permanecer aislada una semana más para confirmar si desarrolla o no la enfermedad, según las directrices gubernamentales.
El príncipe Carlos y el príncipe Alberto son dos excelentes ejemplos de que tener una edad avanzada y pertenecer a un grupo de riesgo (el monarca monegasco, además, había padecido una neumonía) no son sinónimo de muerte. Ellos han conseguido vencer al coronavirus y ya han vuelto a sus quehaceres. Hace unos días se llegó a especular con la posibilidad de que Alberto hubiera contagiado a Carlos, ya que ambos coincidieron en una mesa redonda sobre el cambio climático en Londres, el pasado 10 de marzo. Alberto respondió claramente que "realmente no creo que nos contagiáramos entre nosotros. Estábamos sentados muy lejos, en lados apuestos de la mesa, y ni siquiera intercambiamos un apretón de manos". En su lugar optaron por el tradicional saludo oriental Namasté.