El bienestar y la felicidad en la vida es una meta a la que aspiramos pero muchas veces nos encontramos con obstáculos en el camino como las heridas de la infancia. Famosas como Jennifer Aniston o Jodie Foster han tenido que lidiar con el abandono de su progenitor para poder seguir adelante con su vida, al igual que Zoe Saldaña que perdió a su padre de niña y sufrió acoso. ¿Lo que hemos vivido en la infancia puede influir en nuestra vida adulta? La psicóloga Nataxa Ruzafa facilita una reunión, y revisión de nuestro pasado más íntimo, para poder sanar esas heridas abrazando nuestra historia familiar para conocernos mejor y poder vivir una vida más feliz y plena.

Las heridas de la infancia en el presente

Nuestras raíces, familia y vivencias en la infancia nos han ido moldeando y muchos de los patrones, traumas, problemas de autoestima y apegos que tenemos en nuestra vida adulta se deben a heridas de infancia que están aún sin sanar. Tomar consciencia de esto es clave para comenzar el proceso de sanación.

¿Cómo identificamos que una herida de la infancia está afectando nuestras relaciones actuales? Nataxa Ruzafa, psicóloga e ilustradora especializada en autoestima y gestión emocional y autora del libro “¿Cuándo seré suficiente?” (Ed. Molino), explica a SEMANA que “es bastante común que heridas emocionales que se iniciaron en la infancia nos afecten en el presente como adultas. Para poder identificarlas y detectar el impacto que pueden estar generando en nosotras, es necesario activar la observadora que llevamos dentro y darnos espacio para reflexionar y tomar consciencia”.

Según nos cuenta la experta, hay señales que pueden ayudarnos a detectar estas heridas y la manera en la que pueden estar influyendo en las relaciones que establecemos en nuestro presente. Algunas de estas señales pueden ser:

  • Sentimiento de insuficiencia.
  • Sentir la necesidad de aprobación y validación constante.
  • Experimentar dificultad para mostrarte vulnerable y abrirte emocionalmente.
  • Tendencia a repetir patrones relacionales (detectar que siempre terminas con el mismo tipo de relaciones).
  • Sentir que repites dinámicas familiares que viviste con tus referentes.

Si te sientes identificada con alguno de estos puntos te abrazo bien fuerte y te invito a pedir ayuda profesional, todo ello tiene cabida en terapia y se puede sanar.

Libro Nataxa Ruzafa

Las heridas emocionales más comunes

Una vez que detectamos que hay una herida emocional que está afectando a nuestras relaciones presentes. ¿Cómo podemos clasificarla?  “La psicóloga Lise Bourbeau, clasificó las heridas emocionales en 5: herida de abandono, de rechazo, de humillación, de traición y de injusticia".

"Yo en mi libro ¿Cuándo seré suficiente? he querido dar espacio a otras heridas que pueden pasar más desapercibidas, pero que me encuentro a menudo en consulta y que afectan a muchas personas. Hablo de las dificultades para identificar y validar las necesidades emocionales propias y de la tendencia a cuestionarnos si lo que sentimos está bien o no. Así mismo, también abordo las heridas de sentirnos poco valiosas o merecedoras de amor, la predisposición a buscar el valor propio en ser una “superwoman” y poder con todo solitas y la sensación de soledad y vacío interno entre otras”, asegura la psicóloga.

La importancia del perdón

Cuando hay una herida abierta no podemos evitar pensar en la necesidad del perdón para poder seguir adelante. Nataxa nos cuenta al respecto que “el perdón solo es posible si lo sentimos, y a veces ni siquiera requiere que los demás se hayan disculpado: sentimos el deseo de perdonar y desde ahí lo hacemos”.

¿Qué supone el perdón cuando nos han herido en el pasado? “A mi modo de ver, al perdonar soltamos viejos rencores y nos permitimos sentir afecto después de haber superado fases de enfado, rabia, dolor y decepción. Comprender por qué esa persona nos hirió nos ayuda a perdonarla. Al entender y aceptar su carencia nos damos cuenta que, a veces, eso dolor que nos causó no respondía a una voluntad consciente de dañarnos, sino a limitaciones e incapacidades”.

Pero en cierto modo, una persona que ha sido herida necesita una reparación del daño para poder pasar página. ¿Qué ocurre si no se da? La experta expone que “Sí, para dejar ir y perdonar, es frecuente necesitar sentir cierta reparación y reconocimiento del daño. Y eso no siempre se da. Es posible que entonces no conectemos con el perdón, sino con la necesidad de protección. Y también está bien”, y añade que: “Por eso es tan difícil trasladar menajes generales. Realmente lo sano es dar espacio a la individualidad y conocer el contexto e historia de cada una de nosotras para, desde ahí, conectar con la emoción y las necesidades reales y no con la que se supone que deberíamos sentir”.

Nataxa Ruzafa

La psicóloga Nataxa Ruzafa.

Nataxa Ruzafa

Cómo establecer límites sanos

Establecer límites en nuestra vida es muy importante para no resultar dañados o para evitar un malestar emocional, pero muchas veces estos límites se perciben como una señal de egoísmo y hacen que nos sintamos culpables. En el caso de la familia es especialmente difícil poner estos límites.

¿Cómo podemos establecer límites saludables con la familia sin sentirnos culpables o egoístas? “Sentir culpa o juzgarnos como egoístas cuando ponemos límites es algo muy común. Esto ocurre por varias razones emocionales, psicológicas y culturales que nos condicionan desde la infancia. Para poder manejar esa culpa, en terapia a menudo trabajamos el integrar que priorizar nuestro bienestar no es egoísmo, es respetarnos y cuidarnos. Aceptar que no podemos cambiar a los demás, pero si podemos trabajar en buscar maneras diferentes de relacionarnos con las personas que nos causan malestar. Establecer límites no es tarea fácil, pero se puede aprender a hacerlo de manera asertiva. Si nos vemos incapaces está bien valorar la posibilidad e pedir ayuda profesional”, apunta Nataxa Ruzafa.

Los patrones tóxicos en la vida adulta

Otra de las preocupaciones que surgen cuando somos conscientes de que tenemos una carga emocional que se ha generado en la infancia, heridas sin sanar y relaciones complejas con los miembros de nuestra familia, es que no queremos perpetuar la cadena y repetir comportamientos poco saludables con nuestros hijos o con nuestra pareja.

¿Cómo podemos evitar repetir patrones tóxicos con nuestros propios hijos o en nuestras relaciones de pareja? Nataxa nos cuenta que “todas podemos tener respuestas emocionales desmesuradas en algunos momentos, incluso perder los papeles. A todas nos ha pasado que en momentos de malestar hayamos vuelto a caer en viejos patrones emocionales incluso habiendo hecho un trabajo personal previamente. Nuestra mente en momentos críticos tiende a regresar a lo conocido, especialmente cuando nos sentimos vulnerables. No obstante, lo importante es identificarlo, tomar consciencia, valorar el aprendizaje necesario a interiorizar de la experiencia y comprometernos a intentar hacerlo diferente en futuras ocasiones”.

¿Y si identificamos ese patrón pero no podemos cambiarlo en ese momento? “Si, aunque lo identifiquemos nos sentimos superadas, abrumadas y poco capaces de cambiar ciertas respuestas o patrones, no pasa nada, no siempre podemos con todo solas y está bien permitirnos pedir ayuda profesional”, asegura la psicóloga, y añade que: “No podemos viajar en el tiempo, hasta nuestra infancia, para desde allí ofrecernos la seguridad que nos faltó, pero sí podemos trabajar para que la adulta que somos abrace a aquella niña y construya ahora relaciones seguras tanto con ella como con los demás. ¡Te lo mereces!”.

Heridas infancia

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Estrategias para sanar y tener una vida más plena y feliz

Una vez hemos identificado esas heridas tenemos la ardua tarea de transitar el proceso hacia la sanación para aumentar nuestro bienestar y tener una vida más plena. ¿Cuáles son las herramientas que recomiendas como experta en gestión emocional para lograrlo? “Centrándome en lo que se aborda en el libro lo que puedo sugerir a las personas es que se escuchen, se tomen un tiempo, se respeten y que, si sienten que para recuperar parte de su bienestar y paz pedir ayuda profesional les podía ir bien, que se lo permitan”.

Revisar el pasado, observarlo y hablar de él nos ayuda a entendernos y a ver de dónde venimos y dónde estamos. Esto es importante para tomar consciencia de que las relaciones familiares que establecemos no han surgido de la nada: son fruto de cargas y herencias pasadas y de dinámicas que se han ido instaurando con el tiempo. Afrontar y digerir realidades del pasado nos permite abrir las puertas de manera sana al presente y futuro, puesto que lo que nos ha sucedido nos duele y nos pesa menos cuando lo hemos procesado.