Imbatible a la hora de rejuvenecer el rostro, sobre todo si se habla del tercio superior. El bótox es el rey de los tratamientos estéticos en todo el mundo. No rellena, no es permanente y no deja el rostro hinchado. Aún así, hay mucha gente que todavía tiene miedo de recurrir a él por su mala fama. Tranquila, llega la revolución que te hará lanzarte de una vez por todas: el baby bótox. ¿Sabes en qué consiste?

Básicamente se trata de inyectar microdosis de bótox, es decir, utilizar mucha menos cantidad de la que se usa habitualmente en los tratamientos con toxina botulínica tipo A. De esta forma se retrasan los signos de envejecimiento facial, siempre con un resultado natural. El baby bótox se emplea para relajar los músculos faciales, atenuando las arrugas de expresión, dejando la piel tonificada y tersa y devolviendo toda su luminosidad a la cara. Eso sí, recuerda que sus efectos no son permanentes.

¿Dónde se puede infiltrar el baby bótox?

En la frente, el entrecejo, y las llamadas ‘patas de gallo’ alrededor de los ojos, es decir, las que se sitúan en el tercio superior de la cara. El baby bótox se aplica mediante la utilización de unas agujas muy finas debajo de la piel, en el músculo correspondiente, por lo que no tiene que causar dolor, si acaso una pequeña molestia totalmente soportable. El tratamiento no requiere anestesia, es ambulatorio y no deja cicatrices.

¿Cuántas sesiones son necesarias?

Por lo general solo es necesaria una única sesión, y los resultados se aprecian a partir del tercer día de la aplicación. Sus efectos duran alrededor de cuatro y seis meses, momento en el que se aconseja repetir el tratamiento para potenciar los resultados, dado que el

bótox actúa a largo plazo 'reeducando' a los músculos para que se contraigan con menos fuerza y se suavicen las arrugas.

¿Cuánto cuesta combatir el paso del tiempo?

Normalmente los precios oscilan desde los 150 euros en zonas reducidas hasta los los 300-600 euros en varias zonas del rostro. A día de hoy el baby bótox es uno de los tratamiento más demandados entre las personas jóvenes y de mediana edad (de los 25 a los 40 aproximadamente).

¿Puede quedar mal?

Los efectos más temidos del bótox a menudo ocurren por un exceso en el tratamiento o por una aplicación inadecuada que produce una inclinación artificial de las cejas. Esto da lugar a un aspecto ‘paralizado' en el que el paciente no puede mover las cejas y aparece la pérdida de expresividad facial. Por ello, para evitar cualquier susto, lo mejor es ponerse en manos de un profesional experto.