Silvia Abril es puro nervio y el humor transpira por cada poro de su piel. Prueba de ello es casi toda su carrera, sus apariciones públicas e intervenciones televisivas, pero más concretamente su paso por ‘El Hormiguero’ de este martes. Aquí ha confesado algunas de las locas anécdotas de su vida ante la atenta mirada de Pablo Motos y Toni Acosta, su compañera en su nuevo programa de radio en la Cadena SER. Nadie daba crédito, pero las carcajadas están aseguradas.
Silvia Abril será de nuevo la maestra de ceremonias de la ceremonia de los Premios Goya, en compañía de su marido, Andreu Buenafuente. La actriz habló de esto y también de cómo surgió su programa radiofónico, pero una vez hechas las presentaciones, dio paso a unas disparatadas anécdotas, incluida aquella que le sucedió en un tanatorio y que habría dejado en shock a cualquier persona.
“Mi madre me contó que se había muerto Fulanito y que le acompañase al tanatorio. Cuando me dijo el nombre del fallecido me hice a la idea de que era cierta persona que, obviamente, no había fallecido. Entonces yo llegué al tanatorio, ella entró al cuarto donde están la familia y el difunto y cuando estoy fuera apareció por la puerta el señor que yo creía que estaba yaciendo en el féretro”, confesaba su despiste Silvia Abril, robando las risas del público.Pero sus locas historias del pasado no hacía más que comenzar, porque Pablo Motos ya la conoce y sabe de algunas de sus anécdotas más divertidas, como aquella en la que hizo “pipí en el camino cuando eras muy jovencita”. Silvia Abril no tuvo reparos en confesarlo, aunque reconoce que la historia es “un poco de niña de Shrek”, uno de sus míticos personajes de una niña algo desaliñada y con un gran interés sexual.
“Estaba en el campo con mi familia y tendría 14 ó 15 años y todavía no había catado las mieles del amor. Me entraron ganas de hacer pipí y mi madre me dijo que me metiera en unas zarzas y meara como se había hecho toda la vida. Cuando terminé le pedí un clínex, porque para las chicas, sin papel, es un coñazo ir al baño. Entonces abrí el pañuelo y cuando me limpié pegué un grito… es que era mentolado. Me desvirgó un clínex mentolado, siempre lo cuento”, despertaba una vez más las risas de los allí presentes, que nunca dejan de sorprenderse con sus ocurrencias.