Justa, imponente, divertida y guerrera. La Doctora Polo se ha convertido en uno de los personajes más queridos en todo el mundo. Su papel de jueza en el programa Caso Cerrado la ha llevado a inundar las redes con sus antológicas frases. En nuestro país, su ‘gran show’ se emite cada día en TEN con grandes datos de audiencia para tratarse de una cadena temática. Y, desde esta temporada, lo hará haciendo tándem con Belén Esteban, María Patiño y compañía. SEMANA habla con Ana María Polo de su inesperado éxito en nuestro país y repasamos con ella los últimos acontecimientos de su vida. Entre ellos, su retirada mediática.
Ya lo eras en América, pero ahora estás triunfando aquí en España. ¿Cómo llevas este éxito?
Yo no tenía la menor idea de lo que estaba pasando en España con Caso Cerrado, pero alguien me había dicho que había un canal allí que estaba poniendo el programa y tal. Pero como yo ya no estoy grabando, pues dije: “Bueno, sabrá dios”. Hasta que el año pasado estuve un mes en Madrid y yo iba caminando por las calles, normal, y la gente me conocía. Yo no sé cómo la gente sabía que era, porque no iba maquillada, ni iba con el mallete en la mano, ni iba diciendo Caso Cerrado (risas). Yo decía: “¿Pero esto cómo es posible?”. Y entonces ya me puse a mirar Ten y dije: “¡Caramba!”. Vi que ponían 5 o 6 horas del programa (risas)
Caso cerrado se ha convertido en uno de los programas más vistos de la TDT, pero poca gente sabe que realmente llevas casi 5 años retirada y sin grabarlo, ¿qué estás haciendo ahora?
Sí, sí. Parece que es eterno. Pero en la pantalla luce fresco, ¿verdad? (risas). Los temas son temas que nos siguen afectando. Me parece muy bonita esta segunda vida del programa. Yo ahora estoy viviendo, lo que hace todo el mundo. Quería vivir y estoy prestándole atención a cosas que antes igual no se la prestaba tanto. Me estoy dando gustos que no tenía tiempo de darme, planeando viajes…Estoy feliz.
¿Echas de menos grabar el programa o ya no?
Ya pasé el duelo. Al principio sí, porque se impone la inercia, ¿no? Cuando tú estás corriendo a toda velocidad, la propia fuerza de esa velocidad te lleva y estás metido en ese rollo, volando. Pero cuando de pronto paras y viene la pandemia, porque yo paré en el 2019… Ahí me entró un vacío. Así como si hubiera habido un funeral, se murió oficialmente aquello. Yo decía: “¡Ay, dios mío, esto está muerto!”. (risas) Entonces me dio mucha tristeza y tuve una etapa un poco decaída.
Me hicieron 20.000 ofertas, pero ya no tenía ganas de volver a tener esa velocidad. Y ahora lo tengo claro. No quiero volver a subir en ese caballo.
Hace justo un año, Laura Bozzo dio el salto a la televisión española participando en Gran Hermano VIP, un reality. Muchos presentadores rehusan la idea de entrar en uno, ¿tú lo harías si te lo proponen?
No, no de ese estilo. Podría ser un reality de otro estilo, pero Gran Hermano o Masterchef no. A mí me parecen muy bien. Me lo han ofrecido, pero siempre digo que no. No me llama la atención, ¡qué voy a hacer!
¿Qué crees que tiene Caso Cerrado para que te enganche tanto?
Me he dado cuenta que ahora los chiquillos con las redes sociales pueden ver los episodios a través de YouTube, Facebook… y son nuevas generaciones que lo están viendo y se enganchan igual. Te voy a confesar algo, yo durante años estuve tratando de analizar lo que no se puede analizar, que es el éxito. Cuando una canción es maravillosa, tú la escuchas y dices esta canción es divina. Yo he hablado con compositores que han compuesto canciones maravillosas, y todos dicen lo mismo: me quedé vacío. Yo no sé por qué se creó esa magia en Caso cerrado, no sé qué pasó ahí, pero fue una ola. Todo fue una energía, un grupo de personas que se compenetraron, se comprometieron y dieron lo mejor de ellos. Yo por mi parte, estaba haciendo así lo que me daba la gana, lo que yo sentía. Esto es lo que pasa de vez en cuando y se crean programas que son especiales. Esa magia tú no la puedes reproducir así intencionalmente.
En Caso Cerrado la mayoría de los casos se recreaban, pero también había algunos reales, ¿no?
Sí. Muchos casos eran recreaciones, pero siempre basados en hechos reales. La gente piensa que lo importante es ver la cara al que le duele de verdad. Y no es así. Lo importante es el mensaje que se envía, el análisis que se hace, la reflexión de lo que representa el caso. Lo lindo de todo esto es que muchas de las personas que participaban en Caso Cerrado no eran actores profesionales, si no que estaban viviendo situaciones parecidas a las que recreaban. Yo decía: “Dios mío, qué increíble estas personas que no son actores. Qué facilidad”.
Tú que has estado tantos años en la primera línea mediática, ¿cuándo llega el momento en el que dices ‘hasta aquí’?
Tomé la decisión poco antes de parar. Terminé mi contrato con Telemundo. Había entrado una nueva directiva, gente nueva, y creí que era un buen momento para parar. Porque entraba mucha gente nueva y ya sabes lo que pasa. Los nuevos siempre tienen ideas, siempre cambian. Y yo llevaba 20 años metida en una auténtica locura. Porque esto no es sólo grabar los programas, como tú bien sabes. Hay que hacer viajes, promocionar, participar en eventos, ir a otros países… Y yo ya necesitaba bajar un poco las revoluciones. Estaba cansada.
Tú siempre has sido como muy hermética con tu vida privada, ¿no?
Yo no entiendo por qué dicen eso. Yo he dicho 20.000 cosas de mi vida privada. No hablo mucho porque es aburridísima (risas). Soy tan normal y corriente como cualquier ser humano. ¿La gente quiere saber con quién duermo? Pues eso sí es privado, ¡caramba!
Has dicho en alguna ocasión que tu padre no reaccionó muy bien con tu salto a la fama. ¿Cómo llevó tu familia tu carrera mediática?
Mi papá al principio lo que me dijo fue esto: “¡Parece mentira, Anita! Siendo abogada, teniendo una carrera y una profesión honorable, que ahora te hayas metido de artistica”. (risas) Mi padre era cubano, pero hijo de un Español. Mi abuelo se fue a Cuba con 16 años y tenía mucho carácter. Exactamente el mismo que mi padre. Entonces yo le dije: “Bueno, viejo, ahora tengo la oportunidad de poder expresarle a la gente lo que yo he aprendido en el colegio de derecho y en los años de experiencia que tengo como abogada”. Y le añadí: “Papá, y lo que me están pagando…”. Y él me decía: “Pero dime, dime cuánto”. Se lo dije y me dijo: “Joder, le has dado la patada a la lata. ¡Ahora sí que estamos bien!” (risas). Ellos murieron muy orgullosos de mí. Tanto mi madre como mi padre, se reían muchísimo con el programa y los veían con sus amigos. Estuvieron muy felices.
Justo ahora con todos los temas se genera una polarización muy fuerte. A favor o en contra. ¿Qué le dirías tú, que has estado tantos años impartiendo justicia, a toda esa gente tan radical?
Les voy a decir solamente que los extremos son dañinos y no llevan nada más que a situaciones extremas. No hay solución en los extremos, solamente en el compromiso, en el análisis, en el acercamiento, en la negociación. Ahí es donde hay soluciones a los problemas a los que nos enfrentamos todos los días, sean los más sencillos o los más complejos.
Ahora compartes éxito en TEN con el equipo de Ni que fuéramos, el programa que ha llegado a sus tardes. ¿A ti si te invitaran o si te propusieran algo en España, vendrías a conocerlos?
No tengo planes ahora de hacer mucha cosa y de salir en televisión. Sobre todo por tenerme que maquillar y todo eso (risas). Yo amo a España, es nuestra madre patria y todos mis descendientes vienen de allá. Tengo muchos amigos y la paso muy bien. Nunca cierro las puertas a nada. Así que quién sabe si en algún momento voy para allá y conocemos a María Patiño y la pasamosbien.