Tras 18 años entrando cada tarde en nuestros hogares a través de la pequeña pantalla, para muchos, Pelayo Gómez es un miembro más de su familia. Y es que es imposible no querer a este personaje que regenta el bar El Asturiano de la serie Amar es para siempre (Antena 3). Pero, en su caso, la realidad no se diferencia mucho de la ficción ya que José Antonio Sayagués (70), el actor que le da vida, es tan entrañable, sabio y apreciado como su personaje. Sayagués confiesa que Manu Baqueiro (44) e Itziar Miranda (45), su hijo y nuera en la serie, son como sus hijos en la vida real. Tanto es así que se invitan a eventos familiares, como los cumpleaños de las niñas de Itziar, para quienes es “el abuelo de la tele”. José Antonio se siente muy feliz por haber cumplido su sueño de ser cómico, pero el camino no ha sido nada fácil.
PREGUNTA: ¿Cómo te sientes al ser uno de los personajes más queridos de la televisión?
RESPUESTA: Tengo que agradecer a esta profesión y a la vida haber encontrado este maravilloso personaje que es Pelayo, por el que recibo continuas muestras de cariño por la calle. Es hermoso.
PR: ¿Qué tenéis en común?
R: Tengo de él la humanidad y esa filosofía popular estoica. Ese mundo que tiene que ver con Quijote y Sancho, aunque Pelayo tiene más del último porque está más pegado a la tierra.
PR: Tu relación con Itziar y Manu es especial, ¿verdad?
R: Con todos los compañeros mantengo una relación estupenda, pero, después de tantos años, ellos son como mis hijos. Somos una familia. Hemos vivido juntos alegrías, nacimientos, muertes, dolor, premios… Hemos estado muy unidos, si no esto no hubiera sido posible.
PR: ¿Compartís tiempo libre?
R: Sí, quedamos en los cumpleaños de las niñas de Itziar, salimos a cenar, vamos juntos al teatro... Durante la pandemia, que fueron momentos duros, estaban muy preocupados por mí y me llamaban a menudo. Nos queremos mucho. Hemos creado una célula emocional muy hermosa y difícil de conseguir en el mundo actoral.
PR: En la serie, aportas tu granito de arena como guionista...
R: Sí, me dejan tomarme la licencia de modificar diálogos para convertirlos ‘en Pelayo’ con refranes y modismos, lo que me produce una gran satisfacción porque me permite crear.
PR: ¿Cuál ha sido la escena más complicada que has tenido que interpretar?
R: Ha habido momentos muy fuertes, pero quizá la más dura fue la muerte de mi mujer.
PR: ¿Siempre quisiste ser actor?
R: Ya empecé a hacer cosas con mi abuelo paterno con 4 o 5 años, aunque a mi padre no le gustaba. Siempre he tenido esta vocación y he tenido que luchar mucho por ser cómico, pero lo he conseguido. Cuando tenía 12 años, murió mi padre y tuve que trabajar para sacar adelante a mi familia, estudiar y seguir haciendo teatro. Luego, con 33 años, a raíz de una operación de nódulos, perdí la voz. Me dijeron que no la iba a recuperar, pero, tras años de esfuerzo, lo logré. Fue muy duro, pero creo que, al final, la vida me ha compensado con creces lo que yo creí que me había quitado en un momento. Por eso ahora me siento feliz y pleno.
PR: Tu madre también hizo sus pinitos como artista...
R: Mi madre era una cantante extraordinaria. Hizo algunas cosas a través de la radio y una obra de teatro. Ella disfrutaba viéndome actuar y valoraba mucho mi esfuerzo. Ya de mayor, cuando estaba en la residencia, le decía a todo el mundo muy orgullosa: “Este Pelayo es mi hijo”.
PR: ¿Cuáles son tus aficiones?
R: Soy aficionado a la Física cuántica, al pensamiento complejo, y me encanta la Filosofía.
PR: ¿Tienes hijos?
R: Tengo un hijo, Daniel, que estudió Derecho y Economía, aunque le encanta el teatro y me ayuda con la producción cuando hago algún montaje.
PR: ¿Y nietos?
R: No, ya le he dicho que a ver qué pasa (risas).