Alma Bollo cruza el "puente de las emociones" de 'Supervivientes: Tierra de nadie' pidiendo perdón por su pasado. La concursante se enfrentó a cinco pasos recordando su infancia y, entre lágrimas, pedía perdón a toda su familia. Para su madre, Raquel Bollo, es para quien tenía más sentimiento. "La culpa es algo que me atormenta, he sido muy complicada. Mi adolescencia no ha sido fácil", recordó antes de romperse por completo. La vida de la superviviente ha estado marcada por una ausencia, la de su padre Chiquetete, y las dificultades que encontró su madre al separarse.
"A mi madre la he hecho sentir muy culpable y por eso me culpabilizo. Se llevaba mucho tiempo fuera de casa trabajando para que no faltase nada y conforme fui creciendo la castigaba", reconoce aunque no quiera. Ahora, lejos de su hija, es más consciente que nunca de los errores que cometió y los reproches que le hizo conscientemente. "Le decía que no me conocía porque no nos había criado ni había estado con nosotros. Llevaba una culpa y la he hecho sentir culpa a ella", se reprocha.Para su hermano Manuel Cortés y sus abuelos, sus pilares fundamentales, también tenía una petición de perdón: "Mi adolescencia no ha sido fácil, a la vista está que me quedo embarazada con 19 años. He hecho sufrir mucho a mis abuelos con mis contestaciones y desobediencia".Alma Bollo sentía mucha soledad en su adolescencia e hizo que su entorno pagara por ello. "Me encuentro la soledad al quedarme embarazada. Mi madre me dice que ella no es ejemplo de nada y que no siga sus pasos. Nadie me comprende en un momento donde no entienden que no puedo dar marcha atrás. Me marcho lejos de ellos porque creo que puedo con todo", explica.
"Desde que fallece Chiquetete me atormenta el perdón", confiesa Alma Bollo
El momento de catarsis de Alma Bollo no se quedó solo con el emocionante perdón a su madre Raquel Bollo y su hermano. Si hay algo que no le deja avanzar en la actualidad es no ser capaz de perdonar todo lo que hizo su padre Chiquetete. El cantante fallece en 2018 y ella aún no es capaz de olvidar: "No consigo perdonar por lo que hizo pasar a mi madre, a mi hermano o a mí. No perdono que me abandonase, que nunca tuviese una explicación o que se cambiara de acera en la puerta de mi colegio cuando me vio", reconoce muy dolida. El rencor permanece aún por más que intenta dejarlo atrás: "Me atormenta no perdonar porque creo que lo necesito para que me de paz porque ya no está. No me gusta vivir con rencor".