Tenía un prometedor futuro al frente de la empresa familiar de jamones, pero el veneno de la interpretación se introdujo en sus venas y lo dejó todo por probar suerte. Hoy, casi veinte años después y con una destacada carrera a sus espaldas, Alain Hernández (48) no se arrepiente de su decisión. Una fortuna que también le acompaña en su vida personal como padre de dos pequeños junto a su pareja, Mireia Martín.
Recientemente, el actor se ha embarcado en otra aventura como protagonista de la nueva serie de las sobremesas de Antena 3, 'Sueños de libertad', un trabajo que le hace muy feliz, pero que le ha obligado a trasladarse a Madrid dejando a su familia en Barcelona. Y es que cumplir los ‘sueños’, aunque sean ‘de libertad’, también conlleva sacrificios.
Una serie diaria supone muchas horas de rodaje y estudio. ¿Cómo lo llevas?
Yo había hecho diarias, pero aquí, al tener el protagonista, hay días muy estresantes. Lo que mucha gente no sabe es que, aparte de las horas que pasamos grabando, en casa tienes que estudiar dos o tres horas. Pero lo peor es que yo vivo en Barcelona, tengo una mujer y dos hijos, y llevo muy mal estar lejos y verles solo un día y medio a la semana.
Además eres muy padrazo.
Sí, me encanta estar tan implicado, si no, no me habría metido en ese percal. Pero sí es cierto que, por momentos, me siento culpable por no estar más en casa. Además, recuerdo mi infancia cuando mi padre también faltaba por trabajo y mis hermanos y yo le echábamos de menos. Espero que cuando mis hijos sean mayores entiendan que lo tuve que hacer.
Vuestra antecesora, la serie Amar, duró 18 años en antena, ¿te imaginas que ocurriera lo mismo?
Ahora quiero ir temporada a temporada, sobre todo por el tema de los hijos.
Si la serie tiene visos de futuro, como parece, quizá tendríais que plantearos un cambio...
Sí, pero me sabe mal mover a mi familia por mi trabajo, cuando mi mujer también está contenta con el suyo en Barcelona y mi hijo, de cuatro años, está muy a gusto en el cole. Además, está el problema de que en Madrid no tenemos familia a la que recurrir si pasa algo.
Natalia Sánchez, tu compañera, sí se ha traído a toda la familia de Cataluña...
Pero ella sí tiene una red de seguridad en Madrid, porque sus padres son de aquí yes diferente. Ahora, no sé cómo se lo monta con los críos y el trabajo, porque, si saco una lectura positiva de estar en Madrid solo, es poder estudiar. Si estuviera con mis hijos, querría estar con ellos y no me daría la vida.
¿Cómo pasaste de la empresa de jamones a la interpretación?
Yo era feliz trabajando con mi padre, pero llegó un momento en el que me apeteció hacer algo diferente para airearme. Entonces hice un curso de interpretación, recomendado por Santi Millán, que era mi vecino. Tras esos seis meses, pedí consejo a mi profesor y él me dijo que tenía que ser actor. Así es que estudié Arte Dramático compaginándolo con la empresa. También comencé a hacer cosas para las teles locales y me surgió trabajar en el programa de Buenafuente y en Salvados. No me daba el dinero, pero decidí dejar la empresa.
¿Cómo se lo tomaron?
Un día le dije a mi padre: "Papá, quiero ser actor". Él, ni me miró y respondió: "Ya eres mayorcito para saber lo que quieres", y se fue y yo me quedé temblando. Mis hermanos estaban perplejos, mi madre me preguntaba que si estaba seguro y la familia de mi padre en Salamanca se lo tomó regular. Fueron meses duros, pero todo se acentuó más porque me dijeron el diagnóstico de Alzheimer de mi padre. Pensé que tenía que volver a la empresa para hacerme cargo, pero decidí que, tras haber dado el paso, tenía que probar suerte.
¿Y ahora?
Están muy orgullosos. Lo que pasa es que lo han normalizado. Si les digo que voy a rodar una película, me dicen: "Pues muy bien". Pero sé que les hace mucha ilusión.
¿Estás preparado para el subidón de fama que te va a llegar con esta serie?
Lo llevo con naturalidad y me considero un privilegiado de que la gente me diga que le encanta mi serie y que si se puede hacer una foto conmigo. No veo que nadie vaya al panadero y le diga: "Me encanta tu pan. ¿Me puedo hacer una foto contigo? (risas).
Háblame de tu personaje.
Interpreto a Jesús de la Reina, que tendría que ser el único heredero de Perfumerías de la Reina, pero con la llegada de su hermano Andrés, todo cambia. Se crea un conflicto de intereses empresarial y personal, ya que afloran los celos por la manera en la que mi padre le trata. A esto se suma la relación que se crea entre mi hermano y Begoña, mi mujer, que me hace revivir fantasmas del pasado.
¿Has trabajado el personaje con los departamentos de peluquería, vestuario..?
En peluquería no hay mucho que hacer conmigo (risas). Y, en vestuario, tenían bastante claro cómo iba a ser la estética y a mí me pareció bien. A Jesús le veremos casi siempre con traje y corbata, por aquello de que es el jefe de la empresa y tiene que dar ejemplo. Yo he aportado más a la hora de darle los colores contrarios a la parte más dura y violenta que tiene.
¿Habéis hecho familia entre el equipo?
Sí, llevamos cuatro meses y desde el principio se vio que teníamos todos una ilusión tremenda. Enseguida hicimos un chat de Whatsapp y son todos encantadores.