Si la alfombra roja de los Premios Oscar es un despliegue de glamour y sofisticación, la after party de Vanity Fair se ha convertido en el espacio donde las estrellas pueden permitirse una dosis extra de libertad y desenfado. Después de la ceremonia, los invitados e invitadas se transforman una vez más, apostando por esos segundos looks que han estado esperando su momento para brillar, literalmente. Si la gala principal nos deja vestidos arquitectónicos, faldas voluminosas y creaciones de alta costura que desafían las leyes de la física, en la fiesta posterior el código cambia: los diseños impactantes dan paso a piezas más ceñidas, sensuales y con un enfoque que se centra en la libertad de movimiento y la comodidad.
Aquí, la premisa es clara: adiós a los vestidos de grandes dimensiones, hola a los cortes estratégicos, las transparencias sutiles y los tejidos que capturan la luz. La after party es el terreno perfecto para apostar por el brillo, el minimalismo bien entendido y los diseños de cóctel. Y, en esta edición, nombres como los de Rosalía, Paris Hilton, Jenna Ortega, Hunter Schafer o Katy Perry nos han dejado claro que saben jugar en esta liga con maestría.
Rosalía en la after party de Vanity Fair
(Gtres)
Rosalía: el arte de la deconstrucción en gasa y encaje
La catalana volvió a demostrar su afinidad por la moda conceptual con un vestido confeccionado en una etérea gasa blanca con detalles de encaje, el diseño jugaba con los drapeados y las transparencias estratégicas que revelaban partes salteadas de su cuerpo. La falda midi, lejos de ser una elección predecible, estaba equilibrada con una cola larga trasera que añadía dramatismo y fluidez al conjunto.
Pero si algo llamó la atención, fue el hecho de que la cantante se desmarcase por completo de Dior, firma de la que es embajadora. En vez de la maison, Rosalía le cedió todo el protagonismo a la diseñadora turca Dilara Findikoglu con un look que bien podríamos encontrar en una de las burras del videoclip Abracadabra de Lady Gaga.
Los jirones de tela y esta estética messy han tomado por completo las pasarelas esta temporada y ese aire desestructurado por el que apostaba la cantante, casi poético, recordaba a la estética deconstruida que han popularizado casas como Margiela o Yohji Yamamoto. Rosalía, fiel a su esencia, no solo llevó un vestido, sino que lo habitó: con una actitud entre irreverente y sofisticada, supo transformar el look en una declaración de intenciones. Remató el estilismo con un beauty look depurado, su melena suelta de lo más imponente y un maquillaje de piel luminosa con labios nude oscuros.