Rihanna ha salido a cenar por Nueva York con su novio ASAP Rocky y nos ha mostrado su peor look, un espanto que no le hacía justicia.
La que fuera una de las reinas de las alfombras rojas se ha dejado ver con un estilismo terrorífico que la ha posicionado como una de las peor vestidas del año. Lejos queda la imagen glamurosa, moderna – aunque histriónica– de la cantante, desde el nacimiento de su primer hijo todo han sido patinazos. Esta reina del pop no remonta. Rihanna nos ha sorprendido con su peor look. Te explicamos en detalle todos los errores cometidos para que no caigas nunca en el oscuro foso de la ordinariez.
Hace apenas un año y medio, los fans de Rihanna devoraban sus uñas mientras esperaban impacientes la aparición estelar de la cantante en la Met Gala. ¿Qué ha quedado del derroche de tendencias, vanguardias y alta costura de la barbadense? Poco más que un sindiós de prendas estrafalarias mal conjuntadas. Nada tiene que ver con su forma física después del parto, pues estamos rodeadas de artistas con una silueta más curvy que deslumbran con su estilazo.
Rihanna nos deja atónitas con su peor look: botas XXL, serpiente y mini falda vaquera
El estilo oversize más propio de una Billie Eilish reivindicativa se le ha quedado grande a la cantante, nunca mejor dicho. Las grandes firmas han dado la bienvenida a las tendencias más noventeras y, aunque a las que ya hemos vivido esta época nos cueste volver a encajar ciertas prendas, hay que admitir que el street style está de moda y tiene potencial.
Rihanna no ha sabido construir una silueta visualmente coherente. Para la parte superior ha elegido una camiseta con la portada del disco del rapero neoyorquino RZA, sin forma, recta y oversize. De manera aislada podría haber funcionado, pero la ha acompañado de una mini falda de denim que casi se escondía bajo la caña de unas botas mosqueteras XXL. Un calzado que hacía confundir pliegues, costuras, dobleces y drapeados con un pantalón de pata de elefante.
Cada prenda estaba completamente desconectada de la anterior. Los complementos solo colaboraron para sobrecargar un horror vacui sin mesura: un bolso con estampado de piel de serpiente, anillos bling-bling dorados, cadenas, aros XL. Todo eran tendencias, pero demasiadas y mal dispuestas.