La sombra de la crisis planea desde hace unos meses en el matrimonio de los reyes Federico y Mary de Dinamarca. Desde que el pasado mes de noviembre se publicaron unas fotografías del actual rey danés paseando por Madrid con Genoveva Casanova, la pareja no ha dejado de estar en el punto de mira, analizándose cada uno de sus gestos en público intentando percibir algún gesto que delate el estado de salud de su relación.
Pero con sus altibajos y problemas lo cierto es que matrimonio de la pareja real llega ahora a los 20 años. Una cifra redonda que nos permite echar la vista atrás a la gran boda celebrada el 14 de mayo de 2004 en la catedral de Nuestra Señora de Copenhague, con una Mary radiante luciendo un diseño del modisto danés Uffe Frank y un Federico tan emocionado que no pudo evitar las lágrimas cuando vio a su prometida desfilar hacia el altar.
Invitadas royals en la boda de Federico y Mary de Dinamarca
Pero al margen de los entonces enamoradísimos y felices novios, la boda fue una autentica pasarela de royals que solo se puede ver en las ocasiones más especiales, como una boda real. Un desfile de reinas y princesas rivalizando en estilo y elegancia.
La boda danesa pasó a la historia por el espectacular debut ante la realeza de doña Letizia (entonces todavía prometida del Príncipe Felipe, ya que faltaba solo una semana para su boda), con un vestido rojo de Lorenzo Caprile que no dejó indiferente a nadie.
También por la majestuosidad del look de la Infanta Elena, en aquella época una de las mujeres más elegantes, gracias al asesoramiento de su marido Jaime de Marichalar.
Carolina de Mónaco, siempre un paso por delante en elegancia
Sin embargo, hubo otra invitada que sin hacer tanto ruido y con un look aparentemente mucho más discreto que el de la mayoría de las invitadas fue el epítome de la elegancia. Cómo no, estamos hablando de Carolina de Mónaco.
La princesa monegasca es la personificación del estilo con mayúsculas. Pasan los años, llegan las nuevas generaciones (incluso dentro de su propia familia), pero ella sigue reinando en ese Olimpo reservado a solo unas pocas tocadas por la varita de los dioses. La boda de Federico y Mary de Dinamarca fue el mejor ejemplo.
Del brazo de su marido, Ernesto de Hannover (llevan separados desde 2009 pero nuca han oficializado el divorcio), Carolina desfiló con el look más elegante y chic.
La princesa monegasca eligió un delicado vestido azul noche de silueta wrap e inspiración lencera, rematado con detalles de encaje de blonda en negro y flecos en las mangas, decoradas con botones forrados. Bajo el vestido se dejaba intuir un cuerpo de encaje, también en negro.
La cartera de mano y los stilettos en el azul del vestido completaron el magnífico estilismo.
Un look totalmente alejado del tradicional 'estilo princesa', por el que se decantaron la mayoría de las royals, con el que dejó patente su maestría
Las espectaculares joyas de la princesa de Hannover
Carolina acompañó el vestido con unas joyas muy poderosas: una gargantilla de diamantes y zafiros, a juego con los pendientes de botón y la espectacular tiara Brunswick, de la familia Hannover, que llevaba sin aparecer en público desde 1980.
La diadema, formada por tres grandes diamantes en la zona central y una cenefa representando las hojas de laurel en la parte superior, tuvo como primera propietaria a la emperatriz Josefina, esposa de Napoleón I.
Carolina deslumbró, pero también hacemos un repaso a otros estilismos de las royals que acudieron al gran enlace danés.