El concepto del apego en una relación de pareja en un aprendizaje que lleva toda una vida. Desde que somos niños, nuestra personalidad se va forjando desde nuestra relación con la familia y desde la experiencia en la relación con los demás.
Por supuesto, al igual que hablábamos en artículos anteriores sobre el entramado familiar, se va a ver afectado directamente en la relación de pareja. La conexión emocional con el padre, la madre y demás familiares cercanos afecta al sistema nervioso y nos determina el equilibrio emocional y seguridad que vamos a tener en nuestras relaciones de pareja en el futuro.
Estas personas se convierten en los objetos de apego y determinan el nivel de confianza y tranquilidad, la manera que tenemos de ver el mundo y la confianza en él y en nosotros mismos. El hecho de saber, a través de la experiencia, que podemos confiar en un ser querdido, crea la manera de forjar una relación de confianza con una pareja en el futuro. Cuanto mayor haya sido la confianza con estos seres queridos, mayor será la fuerza con la que nos podremos enfrentar al mundo y crear una relación de pareja sana, basada en la confianza mutua.
A medida que recorremos este camino de descubrimiento de nuestra personalidad o identidad del “yo”, nos damos cuenta que va cambiando a medida que se van desarrollando relaciones con las personas más cercanas y significativas para nosotros.
La pregunta que debemos hacernos es si nos sentimos más felices en solitario o en pareja. Cuando la relación se basa en querer sentirnos seguros a través de “moldear” al otro como nosotros queremos, lo que conseguimos en tener más adicción a la otra persona. Sea cúal sea el estado que nos haga sentir mejor, es importante saber por una parte que, por muy bien que estemos con la otra persona, una parte de nosotros siempre se sentirá sola o querrá permanecer libre y sin las “ataduras” que supone el compromiso en una relación. Por otra parte, también sentimos la necesidad de contacto, de afecto mutuo, de saciar nuestra necesidad innata de dar amor y cariño. Estaríamos negando nuestra naturaleza si nos olvidáramos de eso.
No confundamos la necesidad de amar con el temor a quedarse solo o sola. El temor a la soledad esconde un sentimiento de supervivencia al no haber vivido desde la infancia esa falta de confianza o de cariño, o bien una sobreprotección; que crea esa dependencia emocional y de supervivencia dependiente, y además una inseguridad e incapacidad de enfrentarse a la vida con confianza y valentía, siendo incapaz de solventar los obstáculos que se presentan.
Encontrar el equilibrio entre la pareja
Sabiendo que necesitamos el equilibrio entre ambos extremos; la soledad y la necesidad de afecto, podemos aprovechar nuestro espacio en soledad para descubrirnos a nosotros mismos y nuestras capacidades, fortalezas, etc. Sin sentirnos culpables por ello. Por otra parte, el estar en pareja compartiendo la vida, nos da la oportunidad de aprender y de afirmarnos, al mismo tiempo que aprendemos a respetar al otro y a nosotros mismos. Nos permite ser menos egoístas. Podemos aprovechar nuestros dones para dar al otro y enriquecernos de los suyos.
El espacio en soledad también da vida a la relación, no solamente estar juntos. Da a cada uno el espacio que necesita y hace valorar más el tiempo compartido. Asi que, dejemos este aspecto para analizarlo con detenimiento y dejando que nuestra conexión interior con el corazón nos dé las respuestas que necesitamos. Cualquiera de las opciones será válida si así lo sentimos.
Por último, dicho todo esto, cabe recordar que el sentimiento de apego al otro tiene una gran relación con nuestro nivel de autoestima, siendo una manera de ver cuanto respeto nos tenemos respecto a nuestra pareja, además de a ella misma. La inseguridad que nos provoca el apego, crea un estado de ansiedad y angustia, lo que nos da la oportunidad de aprender a gestionar estas emociones, ayudando así a elevar nuestro nivel de autoestima y de crear relaciones seguras desde el amor y el compartir, en lugar de relaciones de dependencia.
Trabajo terapéutico con el apego
Lo primero que se trabaja en un proceso terapéutico con el apego, es un recorrido por los momentos de dolor producidos en la relación, donde el consultante pueda expresar y explorar sus emociones, su sentir y todo aquello que sienta que es necesario expresar con la ayuda del terapeuta. De esta manera se ayuda a drenar y eliminar el bloqueo que produce expresar emociones que pueden producir angustia e incluso, problemas físicos.
Por otra parte, es necesario que la persona tome consciencia de la influencia que sobre la percepción del mundo tiene su experiencia con las experiencias pasadas, y de la manera en la que influye en su manera de ser, de tomar decisiones en la vida y de enfrentarse al mundo. De esta manera, es más fácil encontrar alternativas entre el terapeuta y el acompañado.
Escrito por: Pablo Ruiz Bellveser. Terapeuta Transpersonal. Consultor del Árbol de la Vida personal.
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