Es una afección muy común y recurrente que se da cuando se alteran las bacterias que colonizan el intestino delgado. Analizamos qué es, sus síntomas, cómo podemos detectarlo y cuál es la mejor dieta a seguir si padecemos SIBO.
Muchas personas tienen molestias digestivas y no saben a qué achacarlas. ¿Podría ser SIBO? Veamos qué supone exactamente esta situación clínica, cuáles son sus síntomas y cómo podemos mejorarla de la mano de un prestigioso experto en medicina del aparato digestivo.
Qué es el SIBO y qué síntomas tiene
En los últimos meses se habla mucho del SIBO y mucha gente empieza a valorarlo como posibilidad ante problemas digestivos repentinos. ¿Qué es realmente el SIBO? El Dr. Diego Sánchez Muñoz, especialista en aparato digestivo y Director médico y fundador de IDI-Instituto Digestivo, explica a SEMANA que: “El sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO) se produce cuando existe un desequilibrio en la flora bacteriana normal del intestino delgado, debido al aumento de bacterias que no se encuentran comúnmente en esa zona de forma habitual. Esto se produce en múltiples circunstancias relacionadas con alimentación, infecciones, desequilibrios hormonales, cirugías previas o estrés entre otros. Por tanto, es una situación clínica bastante común y recurrente, y causante de mucha sintomatología digestiva”.
¿Cuáles son los síntomas más comunes entre los pacientes con SIBO? “Entre la sintomatología que produce, la cual muchas veces es inespecífica y puede confundirse con otras entidades, destacan pérdida de apetito, dolor abdominal, náuseas, hinchazón, saciedad precoz, alteración del hábito intestinal, incluso malnutrición en casos más graves. Estos síntomas son bastante frecuentes en el día a día de personas sanas, por lo que es muy importante evitar el autodiagnóstico”, advierte Sánchez Muñoz.
¿Cómo puedo saber si tengo SIBO?
Los síntomas son bastante frecuentes y todos podemos padecerlos en algún momento. ¿Hay alguna prueba que confirme un diagnostico de SIBO? “El diagnóstico de SIBO es relativamente sencillo, y quizá por ello se han disparado los casos en los últimos años. Para ello, disponemos de una prueba no invasiva, como es la medición de la cantidad de hidrógeno o metano en aliento tras beber una mezcla de agua con glucosa o lactulosa. De esta forma, un rápido aumento del hidrógeno o del metano espirado puede indicar un sobrecrecimiento de bacterias en intestino delgado”, aclara el experto, y añade que: “Además, mediante estas técnicas de medición del hidrógeno o metano espirado tras la administración de sustancias se puede medir de forma indirecta el tiempo de tránsito orocecal, que en muchas patologías funcionales como el Síndrome de intestino irritable, dispepsia funcional o intolerancia a azucares, entre otras muchas, puede estar alterado”.
El doctor advierte que aunque las pruebas sean sencillas, rápidas e inocuas hay que tener en cuenta que estas pruebas tienen una proporción nada despreciable de falsos positivos si no se realizan en las condiciones adecuadas. Es decir, ponte siempre en manos de los mejores profesionales a la hora de realizar un diagnóstico digestivo.
Tratamiento para el SIBO
Supongamos que tenemos síntomas, acudimos a un especialista, nos hacemos la prueba y el resultado es positivo. ¿Qué tratamiento tendríamos que seguir en caso de ser diagnosticados de SIBO? “El tratamiento para el SIBO se basa en antibióticos específicos, los cuales no están indicados en todos los pacientes, ya que el SIBO no se trata solamente de los valores proporcionados en una prueba, como hemos visto, inespecífica, sino que se basa en la interpretación que hay que hacer de estos resultados de forma conjunta con la historia clínica del paciente”, señala el doctor.
Últimamente está tomando especial relevancia en medios de comunicación y redes sociales el SIBO. ¿Esto cómo se vive desde el lado médico? “Vemos muchos pacientes a los que se le realiza esta prueba sin ningún criterio. El gran problema que estamos viendo es la “sobredimensión” de un problema de salud que, si bien es menor, está haciendo que muchas personas sientan que están enfermas, cuando realmente no es así”.
¿Es peligroso tratar como SIBO un problema digestivo que se debería abordar de otra forma? “Evidentemente otro problema muy importante es la sobreprescripción de antibióticos que no en todos los casos son necesarios. Por ello, es fundamental una correcta evaluación clínica del paciente, con descarte de otras entidades también muy frecuentes de la órbita digestiva, como Enfermedad Celiaca, Síndrome de intestino irritable, entre otros, y no dejarse llevar por “modas” y pensar que la medicina se simplifica tanto como para que todos los pacientes padezcan la misma enfermedad. Mi recomendación es siempre acudir a la consulta de un especialista en Aparato Digestivo que pueda evaluar correctamente al paciente”, asegura el especialista.
¿Qué comer si tengo SIBO?
La alimentación es clave para nuestra salud en general. ¿Qué tipo de dieta deberíamos seguir si nos han diagnosticado SIBO? Sánchez Muñoz señala que “la presencia de una flora intestinal adecuada y equilibrada es fundamental para el proceso de la digestión y absorción de nutrientes por parte del intestino delgado. Para que la flora bacteriana se mantenga ‘sana’, hay que cuidar la alimentación basándonos en una dieta equilibrada, que contenga una proporción adecuada de hidratos de carbono, proteínas y grasas, así como otros micronutrientes como vitaminas o minerales. Tenemos la suerte de disponer de nuestra dieta mediterránea, muy arraigada culturalmente, la cual ha demostrado ampliamente sus beneficios en la salud en general y en el mantenimiento de una homeostasis y equilibrio intestinal en particular”.
Se han puesto de moda ciertas dietas que aseguran ser eficaces para tratar problemas digestivos como el SIBO. ¿Tienen algún riesgo para la salud? “Al igual que la sobreindicación de tratamiento antibiótico en estos pacientes, vemos continuamente como se pautan dietas muy restrictivas de forma sistemática. Existe una dieta baja en FODMAPs (que son sustancias “difícilmente digeribles” en general para el ser humano, y productoras de sintomatología digestiva en pacientes predispuestos) que ha demostrado su utilidad en ciertas patologías, como en el Síndrome de intestino irritable”, expone el doctor.
“Ahora bien, es una dieta que está diseñada para su seguimiento en el corto plazo, ya que es muy restrictiva y muy poco “atractiva” para ser realizada durante más tiempo, además de su escaso beneficio a medio y largo plazo. Podríamos decir que se trata de una dieta “de choque”, que puede beneficiar a algunos pacientes con SIBO. No obstante, como siempre, la generalización es un error, y habrá pacientes a los que la dieta no les sea de ninguna utilidad”.
Otros factores que influyen en la salud de la microbiota intestinal
Aunque la dieta es un pilar fundamental para la microbiota intestinal, hay otros factores que influyen en su equilibrio. El estado de ánimo, las situaciones de estrés, los trastornos de ansiedad o los síndromes depresivos, entre otros muchos, alteran la composición y, por tanto, merman la calidad de esta microbiota.
¿Por qué ocurre esto? “Esto es producido por la existencia de lo que se ha venido a denominar el 'eje intestino-cerebro', que más allá de una simple conjetura, ha demostrado que es una comunicación directa. De esta forma, alteraciones en la flora bacteriana intestinal hace que pasen sustancias tóxicas al torrente sanguíneo que llegan al cerebro, desencadenando en este un torrente de liberación de mediadores y hormonas proinflamatorias, siendo una de las más características los corticoides, los cuales se conocen también como ‘las hormonas del estrés’ (aunque por supuesto tienen otras muchas funciones). A mayor liberación de glucocorticoides en cantidades por encima de lo normal, mayor alteración de la flora bacteriana del intestino, lo cual produce un “circulo vicioso” continuo que perpetúa el problema”.
¿La alteración de la microbiota entonces podría estar relacionada con más enfermedades? “La flora bacteriana no solo se ha relacionado con trastornos digestivos, sino también con enfermedades neurológicas, algunas tan relevantes como el Parkinson o la Enfermedad de Alzheimer, estando esta relación en continuo estudio. También se altera la microbiota intestinal con la toma de antibióticos, presencia de infecciones o incluso trastornos hormonales”, advierte el especialista.
Lo más importante es un diagnóstico por parte del especialista para valorar la afección si existen síntomas. Llevar una vida sana, con hábitos saludables, dormir bien, hacer ejercicio, tener una buena gestión del estrés y una dieta equilibrada, también va a ayudar a mantener sana nuestra microbiota y a alejar enfermedades.