Grace Kelly disfrutó mucho de esta preciosa casa de campo ubicada en Gilette, una pintoresca población muy cerca de Niza. Nunca llegó a comprarla pero sí que pudo pasar varios periodos vacacionales en ella. Su inesperada muerte en un accidente de tráfico en 1982 a los 52 años truncó muchos de sus sueños y nos privó de una de las mujeres más bellas del mundo.
La casa de campo que adoraba la princesa se llama Les Moulins du Villars y se puso el año pasado a la venta por 11,5 millones de euros, hecho que nos ha permitido conocer mejor la residencia donde Grace de Mónaco descansaba con un idílico paraje como telón de fondo.
Grace Kelly, de actriz a princesa
Grace Kelly triunfó en el cine durante los años 50. Su carrera incluyó papeles en películas tan legendarias como Solo ante el peligro (1952), Mogambo (1953), La ventana indiscreta (1954), Crimen perfecto (1954) o La angustia de vivir (1954) por la queganó el Óscar a la mejor actriz. A los 26 años, abandonó su carrera para casarse con el príncipe Raniero III de Mónaco, convirtiéndose en Princesa de Mónaco. Su influencia artística y su legado como ícono de estilo perduran hasta hoy.
Como Princesa de Mónaco, Grace Kelly desempeñó un papel crucial en la promoción de la cultura y las artes en el principado. Además de sus deberes oficiales, continuó apoyando causas humanitarias y benéficas. Su elegancia y sofisticación la convirtieron en un símbolo de la alta sociedad y la moda, y su estilo impecable lo han heredado tanto su hija Carolina de Mónaco como su nieta Carlota. Esta villa francesa fue una de sus últimas pasiones.
Les Moulins du Villars, un oasis real en la Costa Azul
Originariamente, Les Moulins du Villars, eran un conjunto de molinos que estaban a orillas del valle de Esterón desde el siglo XIV. El conde Jean Fernand Joseph Gouin de Roumilly transformó la finca en los años 70 convirtiéndose en uno de los lugares de reunión de la nobleza europea.
En 1980, Grace Kelly se enamora de este lugar al promocionar quesos y aceite de oliva de la región y desde entonces pasó temporadas de relax y desconexión en lo que ella consideraba su oasis de paz.
La casa es soberbia pero a la vez con una sencillez reposada que irradia calma y serenidad. La residencia cuenta con más de 600 metros cuadrados y un terreno de más de 2 hectáreas. Está provista de una gran piscina, un cuidado jardín y un entorno boscoso de ensueño.
Viendo las fotografías podemos imaginarnos las reuniones y fiestas de los aristócratas en esos años, los chapuzones en la piscina de la princesa con su familia y las tranquilas tardes o mañanas de lectura disfrutando del sol en los jardines de la residencia.
Sorprendente, tradicional y moderno
El edificio principal tiene una pared de piedra magnífica que le otorga a la residencia un aire rústico que encandila. Sin embargo su interior es colorido, vanguardista y sorprendente. Sofás de terciopelo en colores vivos, las otomanas o reposa pies a juego que hacen las veces de mesa de centro, los cuadros… pero lo más sorprendente es la replica del molino original que se conserva tras un cerramiento de cristal y que tiene movimiento.
La zona de estar cuenta con una agradable chimenea, un piano y grandes ventanales que nutren de luz natural toda la estancia.
El molino actúa como un separador de espacios entre el salón y el comedor. Es un precioso homenaje a la historia de este espléndido lugar. La vivienda tiene 4 plantas y se ha instalado un ascensor para tener un fácil de rápido acceso a cada una de ellas.
Una residencia magnífica
La casa cuenta con un amplio parking de 4 plazas, 7 dormitorios, algunos en suite, dos cocinas, sala multiusos, varios baños y una amplísima bodega con mucho espacio de almacenaje para guardar los mejores caldos de la tierra y de los mejores rincones del mundo.
En una de las fotos podemos ver una habitación con una decoración de lo más variopinta. Una pared con papel pintado con troncos, el techo forrado de listones de madera, un cabecero mullido en color rojos con cuadros, mesillas de noche que simulan bailes, una bonita mesa de trabajo en madera con taburete y una llamativa alfombra de piel de vaca.
Una finca a la que no le falta detalle
Una residencia de tal magnitud no podía no tener una bonita casa de invitados. La casa de invitados de Les Moulins du Villars se llama ‘El Cabanon’ y es donde los invitados de la familia de la residencia principal podían tener intimidad y sentirse como en su propia casa cuando los anfitriones les invitaban a pasar unos días en la finca.
Además de la casa de invitados, cerca del edificio principal también se encuentra un invernadero y un espacio muy especial al que han llamado ‘El Santuario’ que se utiliza actualmente para eventos y como espacio ideal para dar fiestas.
Un paraje bucólico para perderse y para desconectar del mundanal ruido donde la princesa de Mónaco disfrutaba tanto de la soledad como de las mejores reuniones en un marco bucólico realmente incomparable.