Al llegar a casa de Silvia Taulés (51), nos recibe su marido, Sergio Heredia, que nos saluda rápido antes de irse porque tiene un compromiso. La casa de Silvia es como ella, luminosa y acogedora. Está feliz y no es para menos: disfruta de su etapa de colaboradora en TardeAR, acaba de publicar su nuevo libro, Los sobrinos del Rey, y en lo personal es la madre orgullosa de una niña de 13 años.
¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?
Pues desde el 2019. Casi cinco años.
Vives aquí de alquiler, y tienes un piso en otra zona diferente, ¿no?
Sí. Cambiamos el otro, más grande y en el centro de Barcelona por este. No es que ahora estemos en las afueras, pero sí que es verdad que se encuentra en un barrio residencial más tranquilito y con la familia y el colegio de la niña cerca.
¿Fueron esos los motivos?
Sí, además del jardín y la piscina, porque así mi niña, que es hija única, tiene amigos para jugar y no está sola en casa encerrada con el móvil.
Nada más entrar por la puerta nos hemos encontrado a tu marido y nos ha gustado mucho el ‘buen rollo’ que ha transmitido.
Llevamos 16 años juntos y 14 de casados y es una persona muy especial y todo el mundo me lo dice. Él era atleta de joven y sigue corriendo mucho. Es una persona muy espiritual y, además, es periodista como yo. Trabaja en La Vanguardia.
¿Casarte con un periodista une o desune?
Yo creo que te une porque te entiendes mucho con él. Es decir, poca gente entendería mi trabajo, pero mí marido sí. Ahora que no estoy en casa y me paso en Madrid la mitad de la semana, solo él puede saber en qué consiste lo que hago. Yo creo además que le gusta.
¿Y cómo concilias el no parar profesionalmente, estar casada y tener una niña de 13 años?
Es complicado con una adolescente amenazando y diciendo “me siento abandonada” (risas). Lo que hacemos muchas veces, como él trabaja los fines de semana y entre semana libra, es que se queda con ella. Porque dejarla sola con una chica que viene a veces a ayudarnos con las tareas del hogar no me parece tampoco el mejor plan. Pero lo bueno es que, al vivir cerca de la familia, pues muchas tardes se puede ir a casa de la abuelita y del abuelito.
Pablo Urdangarín es vecino vuestro, ¿lo veis muy a menudo?
Sí. Él se mudó aquí en verano, pero lo que sucede en la comunidad se queda en la comunidad (risas). Y lo sabe, que se lo comenté. Le dije que no se preocupara.
Al contrario de la imagen seria que puedas aparentar, eres una mujer realmente divertida y desenfadada.
Intento hacer un papel de seria (en el que a veces me riñen también) porque como el periodismo que hacemos a veces, lo tratan de frívolo, yo intento darle seriedad. Además, a mí me ha ido bien porque todo lo que he hecho en la prensa rosa rosa es seguir el mismo método que hacía cuando estaba en internacional o política.
¿Cómo te organizas para trabajar?, ¿Dónde lo haces?
Yo trabajo siempre en el sofá, tengo ahí un escritorio que compré además en el Rastro de Madrid, pero me he acostumbrado a escribir en el sofá y siempre estoy aquí.
¿Desde niña sabías que esta era la vida que querías?
Para nada. Yo quería estudiar Psicología, pero me gustaba mucho el cine y empecé a estudiar Periodismo porque quería escribir de cine. Luego me enganchó el periodismo político y otro tipo de cosas y me dediqué a ir dando vueltas y ahora estoy pasándomelo bien. Más que trabajar, disfruto,
Gracias a TardeAR has sido un descubrimiento para mucha gente.
Lo de Ana Rosa para mí es un regalo espectacular, porque además es que yo he crecido viéndola. Al principio me cortaba y el primer día fui a decirle: “Soy muy fan” (risas), pero ella enseguida le quitó importancia. Es súper cercana e, insisto que para mí es un regalo.
¿Y cómo te sientes dentro del programa?
Nos hemos convertido en una familia. El documental que hicimos en Navidades ayudó mucho, porque nos reímos, compartimos muchas confidencias y nos unió. Me gusta mucho estar en este pedazo de programa y con todo este equipo.
¿Tu hija te dice algo de tu nueva etapa televisiva?
Mi hija me decía: “Es imposible, ¿cómo vas a trabajar en el mismo programa que Marina Rivers?”. Tuve que hacerme un vídeo con ella para demostrárselo (risas) y, por supuesto, flipó.
¿Ella está orgullosa de tu paso por televisión?
Ella lleva tiempo que me ve en la tele y entonces no le da mucha importancia porque se ha acostumbrado. Eso sí, luego me he enterado de que en el cole lo cuenta, pero se lo podría inventar perfectamente porque no me ha visto.
¿Y ella lo entiende?
Creo que mi hija está siendo muy comprensiva. Se ha espabilado mucho en el último año porque ya tiene 13 años, y eso es una suerte. Si llego a tener una niña pequeña hubiera sido casi imposible llevar el ritmo que llevo ahora. La televisión me ha llegado tarde, pero en un momento ideal. Me organizo como puedo, pero soy feliz.
Y en medio de todo esta vóragine has sacado nuevo libro, Los sobrinos del Rey.
Te lo diré claramente. Hubo un verano que había sequía de temas y como yo domino mucho a los Urdangarin y a los Marichalar, comencé a escribir temas sobre ellos y funcionaron muy bien. Entonces, hablando con los de mi editorial les comenté la idea, les gustó y enseguida me llamaron.
Un libro en el que, además, repasas la vida de todos ellos desde sus inicios.
Es que este libro no es para periodistas, es un libro para la gente, porque damos por hecho muchas cosas de todos estos niños y en realidad la gente fuera de nuestro círculo no tiene por qué saber quiénes son.
De ellos dices que su gran deseo es ser una persona “normal”.
Y lo quieren. Es su gran deseo. Pero son muy contradictorios también, porque luego todos salieron en una portada en Navidades con su abuelo materno, el Rey emérito y eso no ayuda... A ver, normales no lo van a ser nunca, por mucho que lo quieran. Los que son más libres ahora son los que viven fuera y además se lo dicen entre ellos. “Vivir fuera de España nos da una libertad que no tenemos en España”, han dicho.
Pero de esos seis sobrinos que hablas en el libro hay dos que son mucho más mediáticos que sus otros primos.
Pero, ¿porque son mediáticos? Porque han vivido en España toda su vida y los teníamos a mano. Eran los únicos royals jóvenes de los que podíamos contar cosas. Porque de las hijas de los Reyes no se ha sabido prácticamente nunca nada. Y los los Urdangarin vivían en el extranjero, con lo que tampoco te ibas a ir a Ginebra a saber de ellos, que además era muy difícil allí obtener información.
¿Y tú crees que la gente cuando lea tu libro va a poder empatizar más con todos ellos y no tacharlos de pobres niños ricos?
A ver, yo lo que he intentado es entenderles, sobre todo, y eso es lo que he querido transmitir. Espero haberlo conseguido.
¿Habrá una continuación?
Cada vez que termino un libro digo que nunca más y luego no sé por qué me acabo liándome otra vez. Hay gente que disfruta mucho escribiendo libros y, los envidio, pero reconozco que a mí me cuesta.
¿En este momento de tu vida te sientes feliz?
Pues sí, absolutamente. Fíjate hasta qué punto que estas Navidades compré un par de décimos de Lotería, pero luego pensé, es que yo no puedo jugar a la Lotería, porque a mí ya me ha tocado. No necesito más.