La mañana del 18 de junio de 2014 un simple gesto, como es el de firmar un documento, cambió para siempre el destino de cinco personas. Esa mañana Juan Carlos I y Sofía de Grecia pasaron de reyes a eméritos, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz pasaron de Príncipes de Asturias a reyes y la joven Leonor de Borbón se convirtió en Princesa de Asturias.

Sofía, una mujer que aprendió muy joven a perder al conocer el exilio huyendo de Grecia a causa de la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial como una polizonte, aquella mañana de junio de 2014 vio como de nuevo en un instante podía perder todo por lo que tanto había gustado. ¿Qué es una reina que pierde la corona? Eso es lo que Sofía ha descubierto en esta última década de su vida.

La reina Sofía en la abdicación en 2014

La reina Sofía en la abdicación en 2014

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Un matrimonio destruido que ya no necesitaba aparentar

Cantaba Paloma San Basilio en ‘La fiesta terminó’ que “tú y yo ya no somos tú y yo ¿de qué sirve seguir amarnos sin amor? ¿por qué seguir mintiéndonos? ¡dímelo!” y no paro de pensar en lo mucho que se ajusta a lo que debió pensar Sofía aquella mañana en la que pasaba a ser emérita y su propia fiesta se había acabado. Tras 38 años de reinado perdía la corona para dejar paso a su querido hijo Felipe, a su favorito, pero a la vez perdía una de sus grandes satisfacciones en esta vida, la de ser reina como lo fue (el tiempo que le dejaron) su madre Federica de Hannover. A Sofía el papel de reina siempre le entusiasmó porque en el fondo es para lo que fue educada, aunque fuera aparejado a un matrimonio infeliz y que se mantenía por las apariencias.

En estos diez años contadas son las ocasiones en las que hemos visto a los eméritos compartir espacio tiempo. En este tiempo también Sofía ha visto como una de las amantes de su marido confirmaba de su propia boca que había simultaneado una relación con Juan Carlos I mientras estaba casado con ella. Posiblemente una de las frases que más se ha repetido cuando se ha valorado la labor de Sofía como reina es que “ha sido una profesional”, pero la realidad es que ha sido una profesional de encajar humillaciones como la relación de Juan Carlos I con Bárbara Rey.

Los apoyos de Doña Sofía

El gran apoyo de la vida de Sofía ha sido una constante desde su más tierna infancia: su hermana Irene. La princesa Irene de Grecia nunca se casó ni ha tenido relación conocida y siempre ha estado muy unida a su hermana Sofía, de hecho, desde que murió su madre Federica en 1981 reside en un apartamento en Zarzuela. Seguro que en esta última década las hermanas han fortalecido esa unión inquebrantable, más aún desde que tuvieron que decir adiós a su hermano Constantino en enero de 2023. Los veranos de Sofía siguen pasando por Marivent, el palacio mallorquín que la familia real disfruta desde los años 70 y donde se retira los meses de verano con su hermana Irene y su prima Tatiana Radziwill.

La reina Sofía en un acto junto a su hermana Irene de Grecia

La reina Sofía en un acto junto a su hermana Irene de Grecia

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Su prima segunda, Tatiana, es prácticamente como una hermana más para Sofía e Irene, de niñas el exilio las unió en una complicada situación y nunca más cortaron esos lazos. Algo que siempre se ha criticado de doña Sofía es su hermetismo a la hora de crear nuevas amistades, la mayoría de sus amistades las mantiene desde su más tierna infancia y, a diferencia de su marido, nunca ha creado una camarilla de amigas entre los afines a la corona. Se llegó a decir que a la reina no le interesaban las españolas para incluirlas entre su círculo más cercano y la verdad es que la mayoría de las personas de su círculo más íntimo, quitando a sus hijas, son de otras nacionalidades.

El mejor papel de la reina emérita, el de abuela

Las mayores alegrías de Sofía en esta última década han venido de la mano de sus nietos. Sofía disfruta teniendo cerca a sus hijos y a sus nietos, especialmente a aquellos, como Miguel Urdangarin que es biólogo marino, con quienes comparte el amor por los animales. En los últimos años ha asistido con orgullo a cómo su nieta Leonor asumía las tareas de heredera al trono de España. La emérita no se pierde ningún año los Premios Princesa de Asturias y siempre asiste emocionada por el orgullo de abuela a los discursos que Leonor pronuncia.

La reina Sofía junto a la Familia Real en los Premios Princesa de Asturias

La reina Sofía junto a la Familia Real en los Premios Princesa de Asturias 

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Posiblemente una de sus mayores tristezas de los últimos tiempos fue la de verse relegada a un papel secundario en la jura de la Constitución de Leonor con motivo de sus 18 años. Para evitar situaciones incomodas, y diferencias con su defenestrado marido, se decidió que la emérita no asistiría al Congreso a ver a su nieta jurar la carta magna al igual que Juan Carlos I. Tampoco pudimos verlos en la recepción en el Palacio de Oriente, donde sí estuvieron ambos fue en la celebración privada de cumpleaños que se organizó esa misma noche en el Palacio del Pardo. Una vez más, las acciones de su marido se llevaban por delante una de sus grandes ilusiones.

Los golpes de los últimos años

El 3 de agosto de 2020 los españoles conocíamos la decisión de Juan Carlos I de trasladar su residencia a Abu Dabi, en ese momento Sofía decidió continuar con su papel institucional y sus tareas oficiales en España, escenificando así de forma evidente la ruptura total de su matrimonio. Desde ese momento las apariciones junto a su marido han sido en funerales y compromisos ineludibles. Una de las últimas veces que los vimos juntos fue en el funeral de Constantino, el amado hermano de Sofía. En enero de 2023 fallecía su único hermano y la familia se reunía para despedirse de él en la capital griega, esta fue la ultima aparición pública de la familia al completo.  

La reina junto a sus hijas llegando a la Catedral Metropolitana de Atenas para el funeral de su hermano Constantino

La reina junto a sus hijas llegando a la Catedral Metropolitana de Atenas para el funeral de su hermano Constantino

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En los últimos meses diversos medios apuntaban a un empeoramiento de la salud de su hermana Irene con la que toda la familia se muestra cariñosa y pendiente en cada aparición que comparten. Incluso en enero se publicó que la princesa griega habría pedido a su hermana no morir ni ser enterrada en España sino mudarse a Grecia a vivir sus últimos años en la tierra en la que nació. Este 2024 también vivimos el primer bache de salud de la emérita en todo el ejercicio de su vida pública, tras asistir a la boda de Almeida y Teresa Urquijo la reina fue ingresada para tratarse una infección del tracto urinario. Sin duda estos últimos diez años no han sido los más fáciles para Sofía, una reina sin corona educada para ser un enigma viendo como las intimidades de su matrimonio quedaban al descubierto.