La Reina Sofía sigue al pie del cañón. Y es la única de la Familia del Rey que mantiene una agenda activa tras la 'jubilación' del Rey Juan Carlos, en junio del año pasado. Y además bastante intensa. En lo que va de año ha cumplido con seis actos oficiales, y lo que queda... Sin embargo, hoy vamos a tratar otro asunto de índole más estético que otra cosa. La madre del Rey Felipe no se separa nunca de sus joyas, a veces más, a veces menos, pero siempre hay un denominador común: sus pulseras de ojos.
En concreto son las llamadas pulseras del Ojo Turco, un conocido amuleto de la cultura mediterránea que no solo se lleva en Turquía sino también en Grecia, país natal de Doña Sofía. Es un colgante para proteger contra la influencia negativa de la envidia o 'mal de ojo' y las malas vibraciones. En el país heleno se le conoce como ojo griego y en el país asiático es el nazar. Su origen es antiquísimo; se dicen que proviene de la región de Anatolia, al sur de Turquía, y hay testimonios de su uso desde hace 50.000 años.
La mitología griega ya los recogía. De hecho, los marinos utilizaban estos talismanes para pedir protección contra el mal tiempo y las tormentas, encomendándose a dioses como Poseidón, Zeus y Hermes. De su simbolismo procede la forma de estos ojos: un gran círculo azul, con otros concéntricos en blanco y azul. En las quillas de los barcos solían figurar estos ojos dibujados.
Esta semana la Reina Sofía se ha prodigado bastante en público y ha asistido a dos compromisos de agenda. En ambos lucía con orgullo ambas muñecas repletas de pulseras con ojos, a las que se sumaban también los collares. Pueden ser piezas 'buenas', de oro o plata, pero también de bisutería. Desde 2005 apenas se las ha quitado, incorporando sin cesar nuevas adquisiciones. Son un detalle muy preciado para la Reina emérita, porque indudablemente le gustan y porque, sobre todo, le recuerdan a su patria querida. Ya sea por tradición o por superstición, parece que la esposa del Rey Juan Carlos desea ir bien protegida... por si acaso.