Poco a poco la infanta Cristina recupera las riendas. Ya han pasado siete años después de que la hija del Rey Juan Carlos se viera salpicada por el Caso Nòos, un instante que marcó un antes y un después tanto en su vida como en la de los suyos. Sus labores profesionales no dieron un giro entonces, de hecho, ha seguido en la Fundación La Caixa, donde trabaja desde hace más de dos décadas y donde ahora le darán un nuevo puesto. A pesar de que ahora se encuentra junto a su padre en Emiratos, donde está desconectando para volver con fuerza a su nuevo trabajo, será pronto cuando comience.
La infanta es la nueva presidenta del Patronato de IsGlobal, el Instituto de Salud Global de Barcelona, donde ella se esforzará por conseguir que la vacuna contra el coronavirus sea accesible para todos dando igual el punto del mapa en el que estés. Este cambio de funciones dentro de la fundación le ayudará a volver a España, una excelente noticia si se tiene en cuenta que Iñaki Urdangarin en algún momento recuperará su libertad. La idea de la pareja es, según El Español, instalarse de nuevo en Barcelona, la ciudad en la que vivieron tantos años y que tanto echan de menos. "Ella ya estaba metida en este tipo de proyectos y consiguió muchas metas con la vacuna de la malaria en zonas de África. Sabe mucho de este tipo de proyectos, por eso este cargo le viene perfecto", dicen en el citado medio.
A pesar de que la infanta Cristina ya tenía este mismo cargo de forma honorífica, no lo había desempeñado hasta ahora. Se trata de una organización sin ánimo de lucro que nació fruto de la colaboración de la Fundación La Caixa con otras instituciones y allí la Infanta trabajará mano a mano con Javier Solana y Leire Pajín, quien fuera ministra de Sanidad durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En Ginebra trabaja a tiempo parcial en la Fundación de Aga Khan, íntimo amigo del Rey Juan Carlos y, además, sirve de enlace entre la Fundación La Caixa con varias agencias de las Naciones Unidas. Allí está muy bien valorada, pero eso no quita que eche de menos su país y que una vez calmadas las cosas, desee regresar con sus hijos y su marido.
Tanto el matrimonio como sus hijos tienen amigos en Barcelona, una situación que se suma al hecho de que quieren que Irene Urdangarin siga con sus estudios en España. En sus planes tienen que su hija pequeña estudie bachillerato en su país de origen y poder recuperar en cierta medida la vida que tenían antes de que se fueran a Ginebra. Allí han pasado mucho más desapercibidos y han permanecido alejados de la presión mediática, ingredientes que han sido suficiente para ella y su familia para quedarse allí.