Si Leonor tiene una cita importantísima este 8 de septiembre, su padre ya lo vivió muchos años antes. En concreto, el 1 de noviembre de 1977. Para ello la Familia Real al completo se desplazó hasta Covadonga para arropar con orgullo al benjamín de la casa.
UN PRÍNCIPE DE 9 AÑOS
Felipe tenía 9 años (cumpliría 10 el siguiente 30 de enero) y ante sí una de sus primeras actividades institucionales importantes como protagonista. Ese día le iban a investir formalmente Príncipe de Asturias, título que lleva históricamente el heredero de la Corona española. El primero que lo llevó fue Enrique III de Castilla, a quien se lo otorgó su padre, Juan I de Castilla, en 1388.
A principios de ese mismo año, el 22 de enero de 1977, se había publicado en el BOE el Real Decreto a través del cual Felipe asumía todos los títulos oficiales que corresponden al sucesor del Trono: Príncipe de Asturias, Gerona y Viana, Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer. Desde el 19 de junio de 2014, cuando Felipe fue proclamado Rey de España tras la abdicación de su padre, es Leonor quien ostenta esos mismos títulos.
DÍA EN FAMILIA
Los reyes Juan Carlos y Sofía, además de sus hermanas, las infantas Elena y Cristina, acompañaron a Felipe en una jornada histórica. Los cinco llegaron al Real Sitio de Covadonga, en cuya explanada fueron recibidos por las autoridades. Allí se había instalado un gran escenario adornado con estética regia en terciopelo rojo con dorado. Felipe vestía un elegante traje con corbata y jersey por debajo de la chaqueta, y el pelo bien repeinado hacia un lado. La ocasión merecía estar guapo. Sus hermanas lucían sendos abrigos azules, merceditas y calcetines cortos blancos.
ACTO SOLEMNE DE ENTREGA
Todo estaba listo para el acto formal. Tras visitar a la Santina y asistir a una misa en la Basílica, se celebró el acto honorífico de proclamación de don Felipe como Príncipe. En el mismo fue investido como Príncipe de Asturias, título que se recuperaba de esta forma tras la ausencia del mismo durante la dictadura de Franco. Hay que recordar que su padre, el Rey Juan Carlos, no llevó este sino el de Príncipe de España.
Al entonces príncipe Felipe le fue impuesta la cruz de la Victoria, símbolo del Principado, y recibió el pergamino que le acreditaba como Príncipe de Asturias y heredero de la Corona. Fue de manos del presidente de la diputación provincial asturiana, Luis Sáenz de Santamaría. En esa ocasión el pequeño no pronunció palabras en público. Sí lo hizo su padre, Don Juan Carlos, quien proclamó ante todos: «Mi hijo queda vinculado real y solemnemente a esta noble región».
DISCURSO DEL REY JUAN CARLOS
Y dirigiéndose directamente a su hijo, sentado en un lugar preminente, muy serio guardando la compostura, le dijo: "Esa cruz de la Victoria que llevas sobre el pecho es efectivamente una victoria que hemos de conquistar todos los españoles. Una victoria sobre el egoísmo y la ambición, sobre la incultura y la ignorancia, sobre el atraso y la pobreza, sobre la pereza y la disgregación, sobre la incomprensión y las diferencias negativas. Una victoria que es preciso conseguir y consolidar cada día".
Mientras los asistentes a la ceremonia aplaudían, Felipe se levantó de su asiento y le dio un beso a su padre.
RODEADO DE CARIÑO
A su salida de la basílica, Felipe coincidió con un buen número de niños de edades igual o cercana a la suya. Sus padres, los Reyes, y en especial su madre, Doña Sofía, ejercían con orgullo en segundo plano. También se vio a su tía paterna, la infanta Pilar. Felipe vivió muchas emociones y pudo palpar la enorme calidez por parte de los asturianos. Quién le iba a decir que pasado el tiempo se casaría con una de ellos... La plaza de la basílica estaba abarrotada de personas, se soltaron palomas en su honor...Y el príncipe saludaba con la mano y sonreía.
Desde ese instante su destino ya estaba íntimamente ligado a Covadonga, enclave al que ha regresado varias veces después. En 1980 Felipe realizaría su primera visita oficial al lugar. Y en 1981 presidiría la primera edición de los Premios Príncipe de Asturias en Oviedo, donde además le escucharíamos su primer discurso. El resto es historia.