El 8 de febrero de 2007 era uno de esos días tristes, lluviosos y desapacibles de invierno en Madrid. Un día en el que toda España estaba conmocionada por la muerte de Érika Ortiz Rocasolano, la hermana pequeña de la Reina Letizia, con solo 31 años. Un día en el que también toda España se conmovió con la imagen de Doña Letizia, devastada y rota de dolor ante tan trágica pérdida.

"Solo quería dar las gracias a todas las personas que se han sentido apenadas por la muerte de mi hermana pequeña". No consiguió articular ni una palabra más a la prensa que se había congregado a las puertas del tanatorio de La Paz, en Tres Cantos, localidad cercana a Madrid.

El día en el que se enterró a Érika Ortiz

SEMANA

La entonces Princesa de Asturias, totalmente vestida de luto y embarazada de seis meses de la Infanta Sofía, no pudo más, rompió a llorar de nuevo y, literalmente, se derrumbó sobre el Rey Felipe, quien la sujetaba firme del brazo. La Reina, una mujer que no había sido educada para no mostrar sus emociones en público como ocurría en otros tiempos en las familias reales, no pudo contenerse. El dolor era demasiado fuerte.

La Reina Letizia en la portada de SEMANA

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Dolor insoportable

Se cumplen 18 años y esa imagen de la tristeza, la desolación y el dolor más absoluto ha quedado grabada en la memoria de todos los Españoles. Al lado de Doña Letizia, algo más sereno, pero también muy afectado por la muerte de su cuñada, Don Felipe agradeció a los medios su "comprensión".

Un par de horas antes de esta escena, alrededor de la una del mediodía, llegaba el coche fúnebre al tanatorio procedente del Instituto Anatómico Forense donde se le había realizado la pertinente autopsia. Después, llegaba el coche de los Príncipes de Asturias. El primero en descender fue el Príncipe Felipe, quien bajo su paraguas protegió de la lluvia a su suegra, Paloma Rocasolano, que intentaba ocultar su dolor tras unas gafas de sol; mientras Doña Letizia, sin gafas que cubrieran su rostro y sin dejar de llorar, llevaba del brazo a su abuelo materno, Francisco Ortiz.

Poco a poco fueron llegando el resto de los familiares de la fallecida. Solo faltaba Telma, quien en ese momento viajaba en un avión desde Manila, donde se encontraba trabajando como cooperante en la Cruz Roja. A pesar del dolor, el protocolo se cumplió a rajatabla y, minutos después, los Príncipes salieron a la puerta de la capilla, donde el capellán de La Zarzuela iba a realizar un responso, para recibir al Rey Juan Carlos y las Infantas Elena y Cristina, acompañadas por Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarin.

Érika Ortiz junto a su madre

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La Reina, que se encontraba en un viaje de cooperación en Indonesia no llegó a tiempo. La noche del 7 (hora local), nada más enterarse de la trágica noticia lo comunicó a la delegación que la acompañaba en el viaje y adelantó la vuelta. Tras volar toda la jornada en un avión de la Fuerza Aérea Española, aterrizó en la base aérea de Torrejón de Ardoz pasada la medianoche. Con la llegada de la Familia Real se volvieron a repetir las imágenes de una Letizia rota, apretando todo el tiempo en su mano un pañuelo de papel, que encontraba algo de reconfortante consuelo en los intensos abrazos y las palabras de cariño de sus cuñadas para no derrumbarse.

El acto religioso duró unos minutos, tras los cuales las puertas del oratorio se volvieron a abrir y se repitieron las escenas de dolor y cariño en la despedida de los Príncipes de Asturias al Rey y las Infantas. Solo un acto protocolario rompió la calidez, cuando la Princesa de Asturias, después de abrazarse con su suegro, le hizo la genuflexión. Cuando Don Felipe y Doña Letizia abandonaron el tanatorio bajo la lluvia, la Princesa sacó fuerzas para, con un hilo de voz, agradecer las muestras de cariño.

La Reina Letizia se rompe tras la muerte de su hermana

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El día de la tragedia

La tragedia de la muerte de Érika Ortiz se conoció al mediodía del 7 de febrero. Fue Roberto, la pareja de la joven, cámara de televisión, quien pasadas las once de la mañana llegó al domicilio de Érika en el barrio de Moratalaz (el piso donde Letizia vivía hasta que anunció su compromiso con el Príncipe Felipe y que desde entonces le cedió a su hermana) y la encontró sin vida. Llamó a la policía, aunque fue el equipo médico de una UVI móvil del SUMMA quien certificó su muerte.

Se activó el protocolo habitual en estos casos. El juez llegó al domicilio para el levantamiento del cadáver y, a continuación, el coche fúnebre con los restos mortales se dirigió al Instituto Anatómico Forense.

La autopsia dictaminó que la hermana de la Reina había fallecido voluntariamente por la ingesta de tranquilizantes. Erika sufría una depresión severa y tomaba medicación. Un año antes, se había separado del escultor Antonio Vigo, padre de su única hija, Carla, pero en el momento de su muerte ya había rehecho su vida. La hermana de Letizia estaba trabajando desde junio de 2005 como interiorista y diseñadora gráfica de la productora Globomedia, propiedad de Emilio Aragón

Había estado varios meses de baja, pero después de Navidad se había incorporado de nuevo a su puesto de trabajo, aunque había pedido dos días libres y debía incorporarse el miércoles 7 de febrero. La fecha en la que se quitó la vida.

En el momento de su muerte Érika estaba trabajando como interiorista y diseñadora gráfica

Tres días después de la muerte de Érika Ortiz se celebró el funeral en la Parroquia de la Anunciación de Nuestra Señora del Prado de Somosaguas (Pozuelo). Allí se repitieron las mismas escenas de dolor, y Doña Letizia estuvo arropada por su hermana Telma, que ya había llegado de Filipinas. Mientras que la Reina Sofía consoló a su consuegra, Paloma Rocasolano.

Erika, que se había licenciado en Bellas Artes, era una joven de gran sensibilidad, más frágil y menos segura de sí misma que sus dos hermanas mayores. Por ello, tanto Telma, como especialmente Doña Letizia, siempre intentaron protegerla en los momentos más duros que sufrió en su corta vida.