La Infanta Pilar de Borbón se ha marchado a los 83 años tras disfrutar de una vida plena e intensa, en la que ha dejado huella en muchas personas. Sus cinco hijos y sus familiares más allegados, empezando por sus hermanos, el Rey Juan Carlos y la Infanta Margarita, han perdido a uno de sus grandes bastiones. Viuda de Luis Gómez-Acebo, que falleció en 1991, ya se ha reunido con el que fue su gran amor, el hombre que la conquistó por encima de sus otros pretendientes, entre los que llegó a estar el rey Balduino de Bélgica (que al final se casó con otra española, Fabiola, quien iba como acompañante de Pilar en su viaje a aquel país).

Si algo definía a Doña Pilar era su fuerte carácter. Mujer luchadora, enérgica, de voz rotunda y también heredera de esa campechanía con la que se identifica tanto a la familia Borbón, a veces más incluso que el propio Rey emérito. La misma que no le impedía contestar sin reparo a las preguntas más incómodas. Y siempre para defender a su familia.

Infanta Pilar de Borbón

Hija de Don Juan de Borbón y Doña María de las Mercedes, nieta por tanto del Rey Alfonso XIII, la llegada de la República obligó al monarca y también a los suyos a emprender el exilio. Con sus padres y sus hermanos (Juan Carlos, Margarita y Alfonso) salieron de España con destino incierto, ella nació en Cannes y vivieron en diferentes lugares hasta recalar en Estoril (Portugal), que se convertiría en su hogar más duradero. Tan cerca y tan lejos de nuestro país. Allí sufrió la terrible pérdida por accidente con arma de fuego del pequeño de la casa. Un golpe que amortiguaron uniéndose más si cabe. Quizás fue la primera prueba de esa fortaleza que después demostró en múltiples facetas.

La restauración de la monarquía y la proclamación de Don Juan Carlos como Rey (lo que no pudo conseguir su propio padre) inauguró una etapa feliz. Mujer enamorada, tierna  madre y fiel escudera de su hermano en el Trono. La vimos disfrutar de las bodas de sus hijos, del nacimiento de sus once nietos, de todas las fiestas y también sobrellevando con entereza los malos momentos, como la prematura muerte de su marido con solo 56 años. Pero era mucho más: ahí queda su labor solidaria con la ong Nuevo Futuro o como presidenta de la Federación Ecuestre Internacional y miembro del Comité Olímpico Internacional. Todos la echan ya de menos.