En su último acto en Suecia, la soberana ha tenido un contratiempo con su clutch, que ha caído al suelo, dejando al descubierto lo que había dentro...
Toda estaba saliendo a pedir de boca, pero un pequeño percance ha enturbiado el último acto público de los Reyes Felipe VI y Letizia durante su viaje de Estado a Suecia. La reina y su marido ponían punto y final a su intensa agenda de compromisos agasajando a sus anfitriones, Carlos Gustavo y Silvia de Suecia en la Residencia de la Embajadora de España en Suecia, un palacio propiedad del Estado español conocido como “Villa Byströmn”. Allí han ofrecido una recepción en honor a los veteranos monarcas en señal de agradecimiento por las atenciones recibidas.
Ha sido al principio de tan importante cita cuando Su Majestad ha tenido un percance del que ha salido airosa, pero que le ha hecho sudar la gota gorda durante unos segundos. Y es que en un momento de despiste, -quizás por el cansancio acumulado después de tres días de trabajo-, a la soberana se le ha caído el bolso de las manos.
Las pertenencias de la Reina, al descubierto
Rauda y con unos reflejos que han dejado a los asistentes atónitos, Letizia se ha agachado de inmediato al suelo para recoger su complemento y todo lo que había en su interior. Y es que en la caída, su precioso clutch de pitón en color verde de Lidia Faro se ha abierto por completo y ha dejado que se escaparan los valiosos objetos que guardaba dentro. ¿Y qué es lo que lleva la Reina en el bolso? A pesar de la celeridad con la que ha recogido sus pertenencias, las cámaras han captado qué lleva consigo cuando acude a un acto público. Te lo contamos.
Al igual que la mayoría de mujeres en la faz de la Tierra, Letizia carga consigo dos básicos imprescindibles: su teléfono móvil, de color negro y un pintalabios con el que puede retocar su maquillaje si tiene ocasión de ir al tocador. No había rastro de monederos, portatarjetas o llaves, como suele suceder en los bolsos de la mayoría de féminas, pero sí estos dos importantes objetos.
El teléfono, imprescindible para estar en contacto con sus hijas, cada una en una punta de Europa. Mientras la Princesa Leonor continúa sus estudios en Gales, la Infanta Sofía permanece en Madrid a la espera del regreso de sus padres. Como madre que es, nuestra soberana no se desprende de su dispositivo ni siquiera en las ocasiones más especiales, como ya hemos podido comprobar.
Su segundo objeto fetiche, el pintalabios, pone en evidencia que Letizia es una mujer coqueta y procura estar perfecta siempre. Por eso, llevar consigo su lápiz labial le permite apañar un poco su aspecto cuando lleva muchas horas fuera.
Cabe destacar que tras lo sucedido y recoger su bolso del suelo, Letizia ha echado la vista atrás a fondo para percatarse de que no se había quedado nada desperdigado. Mujer prudente ella, ha procurado cerciorarse bien de que no había rastro alguno de sus pertenencias sobre el flamante parqué del palacio.
No es la primera vez que Letizia sufre un incómodo contratiempo. En esta ocasión queda en anécdota lo sucedido. Otra veces ha pasado verdaderos apuros cuando le han sucedido cosas imprevistas. En noviembre de 2020 se la pudo ver con el dobladillo de su vestido de Carolina Herrera subido en la entrega de los Premios Jaime I en Valencia.
En febrero de 2019 pasó un mal trago en Rabat. Durante su viaje a Marruecos sufrió un incidente con el velo de gasa que se había puesto para cubrir su cabeza antes de entrar en el Mausoleo de Mohammed V y Hassan II en Rabat. El viento casi le juega una mala pasada y deja al descubierto su melena, pero entonces fue igual de rápida que este jueves y en cuestión de segundos resolvió el entuerto.
Los otros apuros de doña Letizia en sus actos oficiales
Peor le fueron las cosas en los inicios de su trayectoria como 'royal'. Corría el año 2006 cuando Letizia y su marido visitaban San Roque para presidir los actos del 300 aniversario de la localidad gaditana. El viento fue el culpable de hacer pasar un gran apuro a la Reina, cuya falda se levantó al punto de dejar al descubierto su ropa interior. Ella actuó con celeridad para cubrirse y evitar la temida foto a la que fue imposible poner freno. Fueron unos segundos que a ella se le hicieron eternos, pero sirvieron para que el mundo entero viera a doña Letizia al más puro estilo Marilyn Monroe.