El proceso positivo que ha vivido la imagen pública de María José Campanario es digno de análisis. La esposa de Jesulín de Ubrique ha tenido que lidiar durante años con campañas mediáticas en su contra que, durante años, la pintaron como una figura que provocaba rechazo en gran parte de la población. Sin embargo, en los últimos años, la de Castellón ha conseguido darle la vuelta a la tortilla y en la actualidad goza de un buen momento de popularidad. Analizamos este proceso que se ha dilatado durante dos décadas.
Belén era la princesa del pueblo y Campanario la emperatriz de Ambiciones
María José Campanario llegó a la vida de Jesús Janeiro y por tanto a la prensa del corazón hace la friolera de 23 años. En aquel momento era una auxiliar de clínica que conoció al diestro cuando éste se encontraba convaleciente del grave accidente de tráfico que sufrió en septiembre de 2001. Entonces habían pasado pocos meses de la ruptura del torero con Belén Esteban y la figura de ‘La Patrona’ empezaba a calar entre la sociedad: su relato sobre cómo había tenido que abandonar ‘Ambiciones’ y la sinceridad que destilaba su desgarrador testimonio puso a la opinión pública de su lado convirtiéndola en “La Princesa del Pueblo”.
Al mismo tiempo, Campanario cerraba filas con su pareja y su carácter, más austero y distante, empezaron a dibujar a una mujer que provocaba antipatías entre los consumidores de crónica social. Mientras Belén se abría en canal en programas de televisión y revistas del corazón relatando todos los feos que los Janeiro le realizaban a ella y a su hija, Campanario se mostraba como la nueva emperatriz del clan taurino y, a ojos del público, era la cómplice y autora intelectual de todos los movimientos del torero.
De manera progresiva la sociedad se situaba en el bando de Belén. Explosiva, sincera y apasionada, la de San Blas destilaba verdad contando los pasajes de su vida. Por otro lado, las declaraciones de Campanario resultaban herméticas, frías y del todo fallidas. Cuando fue madre de su primera hija con Jesulín, Julia Janeiro, intentó poner distancia con el tratamiento mediático que tenía la hija de Belén asegurando aquello de “mi hija no es un mono de feria”. Aquel titular daba a entender que Andrea Janeiro sí lo era y sus palabras enfurecieron sobremanera a Esteban, que no hacía más que sumar fieles a su afrenta pública contra la que había sido su familia política.
La operación Karlos hundió su imagen
En medio de aquella guerra mediática en la que claramente salía perdedora apareció la historia de la ‘Operación Karlos’. Corría el año 2006 cuando la esposa de Jesulín fue detenida, junto a su madre, por una trama de estafa a la Seguridad Policial con falsas pensiones. La ficha policial de Campanario salió a la luz pública y llegó a abrir telediarios. El proceso se dilató durante varios años y en el juicio, que tuvo lugar en 2011, la Campanario y su madre fueron condenadas a más de un año de prisión. Su imagen pública estaba por los suelos.
‘Sálvame’ se convirtió en su azote mediático
Por si fuera poco, a medida que pasaba el tiempo la figura de Belén iba ganando enteros en televisión. Convertida en un fenómeno social por su espontaneidad en el programa ‘Sálvame’, el espacio de Telecinco ejerció durante años en un foro en el que de manera continua se linchaba a la castellonense. El programa, llenó horas de televisión durante tres lustros, amplificaba los postulados de Belén y propagaba de manera continua informaciones que no dejaban a Campanario en buen lugar: resultaba imposible empatizar con la mujer de Jesulín, que optó por el silencio como fallida herramienta de defensa.
Sus problemas de salud y su formación académica obraron el cambio
Cuando parecía que María José jamás podría contar con la simpatía de la opinión pública, una suma de factores empezó a virar la situación. Por un lado, la figura de Belén y el programa empezaron a mostrar algunos signos de desgaste. Por el otro, la María José decidió formarse y empezó a trabajar como odontóloga. Aunque la fuerza del bando ‘belenista’ seguía siendo mayoritario, la opción académica de Campanario frente a la vida mediática de Esteban empezó a despertar algunas simpatías en este universo tan polarizado.
El punto de inflexión llegó en un momento dramático para Campanario: enferma de fibromialgia, en el verano de 2017 se distribuyeron unas imágenes en las que María José aparecía frágil, vulnerable y con evidentes problemas de salud mental. Muchos de los que la habían atacado sin piedad hicieron examen de conciencia y comenzaron a mirar con otros ojos a la esposa del torero. Comenzaba su remontada pública.
Las redes sociales hicieron el resto
Cada vez más alejada de los medios de comunicación, en los que solo concedía entrevistas y exclusivas puntuales en los que potenciaba una imagen casera y familiar, Campanario se refugió en sus redes sociales. De manera progresiva ha ido aumentando seguidores y a través de sus ‘posts’ y ‘stories’ y consiguió ofrecer esa imagen próxima y amable que durante años se le había resistido.
El secreto digital de María José ha sido que su perfil de Instagram no dista mucho del de cualquier persona anónima y, paradógicamente, esa realidad la ha convertido en una peculiar influencer. La cuenta de Instagram de la esposa de Jesulín atesora 70.000 seguidores, pero su feed muestra una vida sencilla y cotidiana que ha conseguido revertir toda la animadversión pública que un día tuvo. Paseos por el campo, reflexiones mundanas, escenas comunes y un sentido del humor inédito hasta la fecha han transformado su proyección.
Hoy en día, aunque todavía tiene mucho camino por recorrer, la balanza parece haberse equilibrado. Belén Esteban sigue siendo una figura mediática indiscutible y de gran arraigo social, pero María José ya no es la mala del cuento. Ya solo es la otra cara de la moneda, una madre preocupada y una ciudadana tranquila que no parece guardar rencor a una sociedad que durante años fue atacada sin piedad.