Hay personas que se creen por encima del bien y del mal. Personas que consideran que las normas no van con ellos. Este perfil de ciudadanos se cree con autoridad para hacer los que les da la gana, porque nadie les va a decir lo que pueden o no pueden hacer. Ellos se rigen por sus propias normas, que por lo general son contrarias al del resto de la sociedad. ¿Que hay que quedarse en casa encerrado porque estamos en estado de alarma para evitar propagar un virus mortal? Pues eso no va conmigo. Son tonterías. Yo salgo, viajo, voy a casa de mis amigos… Porque yo lo valgo.
Este es el caso de Victoria Federica, la hija de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, sobrina del Rey Felipe VI y nieta del Rey Juan Carlos I. Mientras la gente se queda recluida en sus casas por el bien de conjunto de la sociedad, esta niña, junto a su novio, Jorge Bárcenas, han decidido hacer una escapadita romántica y desplazarse a Villacarrillo, un pueblo de Jaén de 10.000 habitantes. Estos desplazamientos están totalmente prohibidos para evitar propagar el virus mortal por el territorio nacional con multas que superan los 600 euros. Puede que para ellos esta cantidad sea peccata minuta y les compense arriesgarse. También puede ocurrir que luego les quiten la sanción. Pero seguro que a los habitantes de ese pueblo no les hace ninguna gracia que lleguen unos jóvenes arrogantes desde Madrid y les puedan introducir el coronavirus.
Es una muestra clara de desconsideración hacía el resto de la población. Una total falta de respeto a las normas y a las autoridades, entre las que se encuentra su familia. El Rey, su tío, ha salido en televisión para pedirle a la gente que se quede en casa y no hagan desplazamientos. Pero qué más da, pensará ella. Mi tío es el rey, yo puedo hacer lo que quiero.
Mucho se ha hablado del comportamiento díscolo de Froilán en los últimos años. Sin embargo, quienes conocen a Victoria Federica aseguran que la joven las mata callando y que tiene mucho más que callar que Froilán. Y es cierto que de un tiempo a esta parte no les falta razón a los que piensan así. Ya saben… por sus obras les conocerán.
Pero hablando de Froilán, llega su amiga Mar Torres y demuestras ser otra de esas personas que se creen por encima del bien y del mal. Y en pleno encierro obligado, ella, que es más que nadie, decide ir a casa de una amiga a felicitarla por su cumpleaños. Pero nada, tranquilos, porque según ella lo que ha hecho lo puede hacer porque viven cerca y es como si hubiera ido a comprar a la farmacia. “A ver chicos, es el cumpleaños de mi amiga Marta y he venido a darle un beso y a tomarme un vino con ella. Somos vecinas. Nosotras vivimos en el barrio de Salamanca y vivimos a unos 200 metros, es como si hubiera venido a comprar a la farmacia”, es lo que ha respondido Torres. De verdad es que esta gente se cree que las normas no van con ellos. Y encima están convencidas que no han hecho nada mal, que es lo peor. Ellas, en su ignorancia, se creen que obran bien porque están acostumbradas a hacer lo que les da la gana. En estos momentos se ve claramente quienes son las personas que se creen por encima del resto.
Pero ante todo esto, me ronda una pregunta por la cabeza ¿y sus padres, no les dicen nada?