Hay dos fechas marcadas en rojo en el calendario de las hermanas Osborne: el 14 de enero, el día que nació su madre, Sandra Domecq, y el 13 de agosto, fecha de su prematuro fallecimiento con solo 50 años a causa de un cáncer.

Precisamente este 2024 se cumplen veinte años de esta muerte, que dejó destrozada a toda la familia y especialmente a sus cuatro hijas: Alejandra, Eugenia y Claudia, nacidas de su matrimonio con Bertín Osborne, y Ana Cristina Portillo, de su segundo matrimonio con Fernando Portillo.

Sandra Domecq

Sandra Domecq, primera mujer de Bertín Osborne y madre de sus tres hijas, falleció el 13 de agosto de 2004 a los50 años.

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Sandra Domecq inculcó a sus hijas desde muy pequeñas la unión de la familia y ellas así han permanecido durante todos estos años. Su gran lema "una para todas y todas para una" es la mejor herencia que les dejó, según sus propias hijas. En su honor, han continuado manteniendo ese espíritu de 'tribu' apoyándose en los momentos más duros de sus vidas y compartiendo las alegrías y sus vivencias más especiales (bodas, nacimientos de su hijos...) que hubieran deseado, más que nada en el mundo, compartir con ella.

Sandra Domecq, una mujer especial y querida por todos

Una mujer especial, divertida, bella, cariñosa, sabia, espiritual... Así describen sus hijas a esa madre que perdieron siendo muy jóvenes, Ana Cristina siendo una niña, y a la que siguen echando de menos todos los días. Incluso han confesado que continúan "un poco enfadadas con la vida" por arrebatársela tan pronto.

Claudia Osborne, Ana Cristina Portillo, Alejandra Osborne, Eugenia Osborne

Claudia, Ana Cristina, Alejandra y Eugenia, las cuatro hijas de Sandra Domecq

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No solo sus cuatro hijas la tienen muy presente, también Bertín Osborne recuerda a su primera mujer como ese gran amor que llegó en el momento equivocado, pero que nunca se olvida: "Sandra era una mujer espectacular, irrepetible. Una mujer 10 en todos los sentidos... Le pedí perdón, no una vez, sino mil veces. Yo me casé con 21 años,  y ella tenía 22, con esa edad no sabes nada. Si nos hubiéramos casado con 34 seguramente seguiríamos juntos".

Bertín Osborne y Sandra Domecq

Bertín Osborne y Sandra Domecq en sus años de matrimonio.

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Bertín Osborne y Sandra Domecq, dos 'niños bien' 

Bertín y Sandra se conocían de toda la vida porque sus familias se movían en los mismos círculos sociales. Ella era hija de Beltrán Domecq y González y él de María Teresa Osborne y Marenco, dos de los apellidos más ilustres de la aristocracia jerezana asociada al mundo bodeguero.

 Tan cercano era el entorno, que el cantante era el mejor amigo de uno de los hermanos de Sandra (que falleció en un accidente de tráfico en 1984). Sandra, siempre discreta, estaba enamorada en secreto desde hacía años de ese atractivo amigo de su hermano, alto y de intensos ojos verdes, pero no fue hasta una fiesta, organizada por una hermana de Bertín cuando saltó la chispa. Aunque en ese momento ambos tenían pareja (Sandra nada menos que el aristócrata inglés John Wellesley, hijo del duque de Wellington), el cantante le dedicó un fandango y ahí empezó todo.

Sandra Domecq y Bertín Osborne

Sandra y Bertín en su casa de Jerez.

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Boda en Jerez y la pérdida más dolorosa

Se casaron el 9 de julio de 1977 en la iglesia de San Miguel, en Jerez (la misma iglesia en la que su hija Claudia Osborne contrajo matrimonio con José Entrecanales en octubre de 2021).  Ella estaba embarazada.

Bertín Osborne y Sandra Domecq

Bertín Osborne y Sandra Domecq el día de su boda.

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Pero la felicidad de unos recién casados que iban a ser padres primerizos se empañó pronto con la muerte de su hijo Christian al mes de nacer por un severo problema hepático. El golpe más duro tanto para Bertín como para Sandra, que ella nunca llegó a superar.

Un año después llegó Alejandra, cuando Bertín todavía trabajaba en el mundo de la empresa, y aunque viajaba mucho, el matrimonio vivía su etapa más tranquila.

Todo cambió cuando decidió seguir su vocación y dedicarse al mundo de la canción. En 1991 lanzó con gran éxito Amor mediterráneo, y paralela a su carrera musical, también comenzó su fama de donjuán.

Mientras, Sandra, siempre discreta, se quedaba en casa al cuidado de su hija. En 1986 nació la segunda hija de la pareja, Eugenia.

Bertín Osborne y Sandra Domecq con Alejandra y Eugenia

El matrimonio con sus dos hijas mayores: Alejandra y Eugenia.

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El matrimonio continuó entre las infidelidades de Bertín, algunas de ellas incluso públicas, y una Sandra dedicada a su familia, que, pese a todo, no contemplaba la posibilidad del divorcio debido a sus férreas convicciones religiosas.

Las infidelidades de Bertín Osborne

Pero la exitosa carrera de un joven Bertín, a la que se unían sus constantes conquistas fuera de casa, no encajaba con la idea de la plácida vida familiar, y el matrimonio terminó rompiendo once años después de darse el ‘sí, quiero’. "Yo soy el único culpable de todo. Sandra es la mejor mujer que cualquier hombre puede soñar. Yo no me la he merecido nunca en la vida", aseguró entonces un ‘caballeroso’ Bertín.

Sandra estaba embarazada de su tercera hija, Claudia, que nació cuando sus padres ya estaban separados.

El segundo matrimonio de Sandra Domecq

El amor llegó de nuevo a Sandra en la persona del empresario y fotógrafo Fernando Portillo, con quien tuvo a su hija Ana Cristina, aunque tampoco funcionó.

Cuando vivía feliz y tranquila con sus cuatro hijas, en 2003 le llegó el duro mazazo de una leucemia.

En medio de su lucha contra el cáncer pudo vivir la alegría de la boda de su hija Alejandra con Joaquín Buendía, en octubre de ese mismo año. El banquete se celebró en la casa familiar de Jerez, con una Sandra radiante, a pesar de que la enfermedad ya había hecho mella en su aspecto físico.  

Sandra Domecq y sus hijas

Sandra rodeada de sus cuatro hijas en la boda de Alejandra.

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Diez meses después, Sandra Domecq falleció con solo 50 años en la clínica Sagrado Corazón de Sevilla, con el mismo Bertín que tanto la hizo sufrir convertido en uno de sus mejores amigos.

Sus cuatro hijas la siguen teniendo como referente  y guía en sus vidas, inculcando a sus propios hijos los valores de respeto, comprensión, humildad, compasión, discreción, educación, empatía, lealtad, perdón, sentido del humor... que ellas aprendieron de una madre tan especial.