Los espectadores de Crónicas Marcianas se quedaban obnubilados ante el televisor cuando aparecía en pantalla el niño Carlos Blanco. Se trataba de un chaval de 13 años con altas capacidades (tiene un coeficiente de 160) que todo lo sabía y desde la mesa de Sardá instruía a la audiencia y a los colaboradores del programa sobre todo tipo de temas: egiptología, ciencia, filosofía, historia… Desde entonces han pasado tres décadas y aquel niño es ahora todo un profesor universitario.
Una carrera repleta de conocimiento
En la actualidad, Carlos Blanco tiene 38 años e imparte docencia en la Universidad Pontificia Comillas, donde imparte cursos de Teoría del Conocimiento e Historia de las Religiones. Alejado de la televisión que le dio la fama, guarda muy buen recuerdo de su época como estrella mediática, pero se encuentra feliz en su nueva faceta como transmisor de conocimiento de manera anónima.
Blanco comenzó tres carreras universitarias simultáneamente cuando tenía 15 años: Filosofía, Química y Teología. Además domina el inglés, francés, alemán, italiano y ruso. También cuenta con conocimientos avanzados en lenguas clásicas como latín, griego, copto y egipcio clásico y con 12 años obtuvo una matrícula de honor en Jeroglíficos que le otorgó la Asociación Española de Egiptología.
Pero sus logros no se quedan ahí: ha publicado más de una veintena de libros sobre temáticas diversas como la vida de Leonardo Da Vinci, la Historia de la Neurociencia o interesantes tratados sobre judaísmo. Además, es miembro fundador de The Altius Society, una asociación internacional que organiza una conferencia anual en la Universidad de Oxford en el que se abordan los grandes problemas de la humanidad como el transhumanismo, la inteligencia artificial o la gobernanza global.
Según él mismo confirma en su página web, en 2015 fue elegido miembro de la World Academy of Art and Science, convirtiéndose en su momento el miembro más joven de la pretigiosa Academia. Desde agosto de 2016 es también miembro de la Academia Europea de las Ciencas y las Artes de Salzburgo. En definitiva, sigue siendo todo un portento de conocimiento y humanismo.
Su carrera televisiva más allá de ‘Crónicas’
Carlos Blanco llegó a Crónicas Marcianas tras pasar por ‘Sabor a Ti’, el programa que presentó Ana Rosa Quintana en Antena 3. “Días después me llamó Joan Ramón Mainat (productor del late night de Telecinco) porque Xavier Sardá quería conocerme. Iba para un día y acabé quedándome año y medio". Cuenta el profesor que se desplazaba hasta Barcelona cada semana acompañado de su madre.
Tras la cancelación de Crónicas el entonces adolescente no se apeó de la televisión y fue colaborador habitual de otros programas de menor relevancia como ‘20p’ o ‘El Gran Quiz’, ambos emitidos en Cuatro. En este último programa ejercía de jurado con una compañera sorprendente: la cantante Marta Sánchez. Se trataba de un concurso que buscaba a los mayores cerebritos del país. La intérprete de Soldados del Amor recuerda la experiencia: “La primera semana me fui a casa muy afectada porque me di cuenta de que estaba muy ‘pez’. Decidí comprarme unos libros de la ESO para ponerme al día en algunas cosas. Cuando mi marido me vio dijo: ¿No estás leyendo la Vogue?”.
Una infancia complicada
A pesar de que Blanco encontró una vía de escape a través de la televisión, reconoce que no tuvo una infancia sencilla. “Para mí fue muy importante porque yo en esos años no me sentía arropado en el colegio”, recordaba en una entrevista en 2019. “No tenía prácticamente relación con los niños de mi edad y me sentía bastante solo. Y claro, el ir a la televisión y exponerte a toda España, además de ser invitado a conferencias por todo el mundo, fueron todo un estímulo para mi vida. Creo que si no hubiera participado en Crónicas Marcianas podría haberme quedado estancado o incluso deprimido”, añadió.
Le han propuesto entrar en política
Como no podría ser de otra manera, Carlos Blanco está muy pendiente de la situación política actual y varios partidos le han ofrecido incorporarse a sus filas, si bien ha rechazado la oportunidad. “Me preocupa muchísimo la falta de reflexión y sentido crítico”, explica. El profesor lamenta que “nos creemos cualquier cosa que nos dicen y buscamos reforzar nuestras ideas de partida. No hay diálogo intelectual. Eso está pervirtiendo la deliberación pública en una democracia. Honestamente, tienen que ver las redes sociales. Se nos vendió que Internet iba a ser algo positivo, pero tiene unos elementos negativos evidentes”.