La noticia de la separación de Julio José Iglesias nos ha sorprendido esta semana. El hijo menor de Julio Iglesias con Isabel Preysler y su mujer, Charisse Verhaerts, han roto su matrimonio después de más de 8 años casados y 16 años juntos.

Aunque para la opinión pública la separación es una novedad, lo cierto es que la demanda de divorcio fue presentada en la Corte de Miami el pasado verano, según ha publicado el diario 'ABC'. Han pasado varios meses desde que la modelo belga acudiera a los juzgados, pero al parecer el artista está retrasando los trámites porque necesita más tiempo para aportar toda la documentación económica que la modelo ha solicitado.

Vídeo: Gtres

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Y aunque el papeleo va con retraso, no ha sucedido lo mismo con sus declaraciones. Nada más hacerse pública la noticia de su ruptura, el cantante ha confirmado que ha puesto punto y final a su idilio con su mujer. "Sí, es cierto que nos hemos separado", ha confirmado el cantante a través de la revista 'Hola'. En el citado medio ha asegurado que después de casi dos décadas juntos se siguen teniendo un gran cariño: "Charisse y yo mantenemos una relación muy buena, además de cariño y respeto, por ambas partes, y así seguirá siendo".

La pareja residía en Miami, pero viajaban con frecuencia a España de viaje para visitar a la familia. Eso sí, desde que estalló la pandemia han estado un año alejados de nuestro país, donde el hijo de Julio Iglesias ha participado en varios programas de televisión, como 'Tu Cara me suena' o 'Mira quién baila', donde ha demostrado su gran talento como cantante y bailarín.

Julio José Iglesias

Tras poner fin a su matrimonio, Julio José Iglesias está centrado en su música. Es su gran pasión desde que era un niño y seguirá trabajando para cumplir su sueño de dedicarse al sector donde triunfan su padre y su hermano Enrique Iglesias.

Según indica la cadena Telemundo, las exigencias de Charisse Verhaerts son las siguientes: el reparto equitativo de los bienes que tenían en común, una pensión compensatoria y el uso exclusivo de la mansión familiar, cuyo valor ascendería a más de un millón de euros. Y, por último, deben llegar a un acuerdo con la custodia de su mascota Molly, una perrita que es como una hija para ellos, ya que nunca dieron el paso de tener un hijo.