Marisol, cual crisálida, se convirtió en Pepa Flores, pero un día decidió quitarse de en medio. Muy a mi pesar, porque nos perdimos una gran actriz y una cantante con una voz tan particular que no ha salido otra igual. Porque sí, amigas, a mí me gustaba más su tono grave, un poco masculino, que los gorgoritos que tan felices nos hicieron en nuestra infancia. Sin embargo, una gran parte del público no estaba de acuerdo conmigo y para ella no fue nada fácil asumir que le siguieran cantando que cantara 'Tómbola' o 'Muchachita' en un momento vital en el que hubiera quedado ridículo. Me hubiera gustado entrevistar a Pepa Flores o simplemente tomarme un café con ella. He leído millones de artículos sobre la artista, algunos apócrifos, hice un reportaje en su día a la cantautora Aurora Guirado, por quien volvió a cantar por amistad en un disco, y realicé un posado a su hija Celia, que es puro encanto, pero nunca he llegado a Pepa Flores... Casi nadie lo ha hecho.
Pepa Flores decidió que era hora de retirarse y se fue, sin hacer ruido ni desdecirse. Si hay alguien coherente en el panorama artístico español esa es la Mariana Pineda televisiva. No le han importado los cheques en blanco, las ofertas para regresar que le hicieron grandes directores como Víctor Erice o Pedro Olea (o al menos eso he leído) y ha optado por el silencio. En una época de famosos de medio pelo que mueren por estar en un photocall o por salir un minuto en la tele, Pepa es toda una lección moral y de saber estar. También un mito que no necesita hacer nada para no caer en el olvido. Alguien que fue tan célebre y lo tuvo todo y que escogió vivir con nada de lo que otros ansían y lo que pocos saben valorar: la vida cotidiana, la tranquilidad y el anonimato. Este artículo es mi aplauso a una grande. Nada más.