Máximo Huerta ha visitado el plató de 'El Hormiguero', donde ha charlado con Pablo Motos de su último libro, 'Adiós, pequeño' , que ya ha alcanzado ya la quinta edición y trata sobre un matrimonio que se ve "obligado a ir por la vida con un hijo que no esperaba", de 'La librería de Doña Leo', su nueva aventura empresarial que acaba de abrir en su pueblo natal, Buñol, Valencia. También ha hablado de cómo es su vida actual en la localidad que lo vio nacer, en la que cuida a su madre, muy enferma. "Está muy mal, como muchas personas en este país. Por las mañanas soy su hermano, por las tardes soy su hijo", ha dicho al repasar los "tumores graves", "el cáncer y la demencia" que esta padece. "Me cuesta ser fuerte para cuidar".
El escritor ha hablado de su novela que retrata a una familia tradicional de nuestro país: "Podría ser la familia de cualquiera de nosotros. Habla de mujeres que fueron invisibles en esta España, que los hombres mandaban, que los hombres decidían dónde se vivía, qué se gastaba, qué comía en casa y si estaba salado o si estaba dulce. Yo soy consciente de que mi madre habría sido más feliz sin mí. Habría viajado. Habría hecho lo que hubiera querido. Habría vivido en otro lugar. Se habría probado con otros hombres, no solamente con aquel, que es mi padre. Habría tenido ella, y otras 'Claras, una vida más luminosa. Por eso estoy convencido de que mi madre hubiera sido mucho más feliz sin mí"."Me fui a vivir a Buñol para cuidarla y sobre todo para no tener una pena de futuro. Quiero morirme tranquilo y que ella haga el viaje feliz", añadía Huerta. Es hijo único y no quiere que cuando pase el tiempo se arrepienta de no haber hecho lo suficiente por su madre. "Envejecer es una auténtica putada para el que envejece y para el que lo ve alrededor", admite. "Envejecer es acostumbrarse a perder. Pierdes amigos, pierdes vista, pierdes la talla... Perder es solo para valientes. Yo no sé si soy tan valiente como me creo. No por mí, por los demás. Me cuesta ser lo suficientemente fuerte para cuidar".