Después de 17 años trabajando para algunas de las mujeres más importantes de nuestro país, a Manuel Zamorano se le conoce como “el estilista de las estrellas”. Él, con modestia, huye del apodo. Demostrando que se le da mejor el secador que las entrevistas, se pone nervioso cuando SEMANA se dispone a charlar con él. Lo hace en un céntrico hotel de Madrid y allí, en el rincón más solitario y silencioso que encontramos, Manuel termina de relajarse y abrirse con sinceridad. “Te estoy contando cosas que no he contado nunca”, advierte. Manolo, como le gusta que lo llamen, ha pedido un poleo menta y saca la billetera. “Es que no me gustan que me inviten”, aclara.
¿Te gusta que te definan como el peluquero de las estrellas?
Buena pregunta. Creo que soy un peluquero más, que trabaja muchísimo con gente normal y también con gente famosa, pero sí es verdad que suelo trabajar bastante en televisión
con gente conocida. De aquí, que haya gente que me etiquete de esa manera. Me
queda mucha gente por peinar y por eso te digo que todavía me queda mucho
camino.
Sara Montiel te abrió las puertas de la profesión. ¿Cómo la conociste?
Sara Montiel me abrió muchas puertas, pero también me cerró algunas. Porque Sara
tenía muchos amigos, pero también muchos enemigos. Recuerdo ir a algunos sitios
diciendo que venía de su parte y pedirme que me fuera por donde había venido.
¿Era una mujer fácil a la hora de trabajar?
Era una mujer complicada, porque es verdad que ella se conocía perfectamente. Era
fácil en nuestra vida cotidiana, porque yo siempre he dicho que era como mi madre. Pero
en el trabajo era muy complicada. Recuerdo una vez, en el programa de Noche de fiesta,
de José Luis Moreno, que se enfadó y empezó a tirarme las pelucas y salí corriendo del camerino.
¿Se te quedó alguna espinita clavada con ella?
Se me quedó la cosa que en la última etapa estuve más distanciado de ella. Acababa de
abrir mi peluquería en Madrid y me dediqué en cuerpo y alma a sacar el negocio adelante.
A pesar de eso, ella venía con su cervecita y su bocadillo de tortilla y le decía a las clientas
que aquella era nuestra peluquería. Y siempre se me quedo esa cosa, de que en esa
última etapa de Sara, no pude estar tan cercano a ella. Ella no entendía que terminase de trabajar y ya no subiese a verla.
A pesar de vuestra amistad, Sara no te dejó nada en su testamento.
Es una cosa que me pregunta mucha gente. A mí Sara me dejó lo mejor que me podría
haber dado, que era el poder haber estado con ella tantisímos años. Yo no era consciente
de lo que era Sara, yo la veía como una amiga. Pero ahora, después de su fallecimiento,
y por la cantidad de gente que me pregunta por cómo era ella, soy más consciente
de dónde y con quién estuve. No me dejó nada, pero guardo muchas cosas de ella,
porque ella durante toda su vida me dejó vestidos, me dejó joyas de bisutería, y yo me
encargué de hacerme una colección de sus cosas. Yo tengo sus pelucas, yo tengo
sus puros que se encendía con sus labios rosas. Tengo muchas cosas, pero su mejor
herencia fue dejarme compartir su vida.
Había un rumor que decía que este año serías concursante de Supervivientes. ¿Te ofrecieron participar?
El año pasado sí, pero este año no. El año pasado tuve una pequeña reunión, pero es
verdad que este año no y yo tampoco estaba muy receptivo. Finalmente, no ha sucedido
nada.
¿Y aceptarías si te lo propusieran de ahora en adelante?
No. Tengo un salón que me funciona de maravilla y una vida estupenda. No sé, si el día
de mañana me fueran mal las cosas… Pero no me lo he propuesto nunca
¿Con qué famoso te ha resultado más difícil trabajar?
Me costó con Carmen Borrego. Era muy complicado trabajar con ella, estaba en un
momento complicado, haciendo dieta, con la papada operada… Ella se sentía incómoda
y además tenía un sentido del ridículo bastante elevado. También debo decir que
muchas veces he oído que nos trataba fatal y para nada es cierto. Ella nunca se ha portado
mal, aunque fuera complicado trabajar con ella.
¿Cuál es la famosa con la que mejor te sientes?
Belén Esteban es una de las personas que más quiero. He trabajado mucho con ella.
Recuerdo que cuando dejé mi relación con Raúl Prieto, ella fue de las personas que más
me llamó.
¿Y a la que más quieres?
A mi hermana, Toñi Moreno. La conocí cuando llegó a Madrid para trabajar con María
Teresa Campos. He vivido con ella de todo, desde no tener los dos dinero y compartir un
plato a medias, quedarnos tirados en un coche…
¿Le ha cambiado la maternidad?
La maternidad no la ha cambiado, aunque está muy feliz. Ella lo había intentado
muchas veces, de hecho, en una ocasión me pidió que fuese el padre de su hija. Llegamos
un día a hablarlo, pero yo me asusté porque era una responsabilidad muy grande. Pero ahora tengo una sobrina maravillosa, que es mi Lola.
También eres amigo de Rosana. ¿Qué tal es su relación con Toñi?
Ambas se llevan muy bien. Yo descubrí a Rosana a través de Toñi, y la verdad es que es
una persona maravillosa. Nunca pensé que tuviera ese feeling con ella.
Hace tiempo que no te vemos con Adriana Abenia. ¿Tenéis relación?
Ninguna. Ha sido de lo mejor que he podido hacer, quitarme de en medio a esta persona. Prefiero no darle bombo al asunto. He hecho criba con mucha gente. Yo regalo mi trabajo a quien a mí me dé la gana. Pero que yo te regale y tu sigas “chupando”, no. Me he quitado a tres diciéndoles: “No vuelvas más a mi peluquería”.
¿Qué no perdona Manuel Zamorano?
Yo perdono todo. A esta gente, incluso, los saludaría. No soy rencoroso. No me gusta vivir enfadado.