Karmele Marchante sigue viva, pero solo en Twitter. Habla de políticas y esas cosas que yo no trato aquí. Para eso están otros más sesudos y, posiblemente, con más sentido común. Una mujer comprometida y solidaria con causas que no siempre se entienden, así es Karmele. Nada que ver con el mundo en el que ha habitado televisivamente desde hace décadas y que tan bien le ha dado de comer. Y claro, nos hemos quedado huérfanos de sus interminables comentarios que no parecían arrancar nunca y de una corrección lingüística para la que algunos de sus compañeros no están capacitados. No doy nombres, porque todos sabemos de quiénes estamos hablando.

Karmele Marchante: “Nunca fui feliz en ‘Tómbola’”

Gtres

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A mí Karmele Marchante siempre me ha gustado, por sus imposibles looks, su osadía capilar y su actitud de estar de vuelta de todo, de no importarle mucho las críticas, aunque estoy seguro de que le hacían mella. Karmele tiene también un punto de fragilidad física, aunque ha demostrado dominar el yoga y ser más flexible que el junco, que se dobla pero siempre sigue en pie.

Resistiré, nos puede decir la periodista, porque ella ha sobrevivido a miles de guerras, a ataques indiscriminados, al darwinismo televisivo. A todo. Y aún no ha dicho la última palabra, aunque pueda estar silenciada temporalmente.

Ella, que pudo habernos representado en Eurovisión, seguirá siendo un tsunami. Volverá y será millones. Mientras tanto, nos queda retomar sus vídeos, esperar que algún avezado productor le de, como poco una colaboración, o que La Fábrica de la Tele reconsidere lo que a mí me parece un error. ¡Karmele, vuelve!