Nueve años después de su muerte, la figura de Lina Morgan todavía sigue generando titulares. Con un éxito arrollador en su faceta profesional (nadie consiguió llenar teatros y tener estratosféricas audiencias millonarias en televisión como ella), en el terreno personal siempre quiso mantener su intimidad con mucho celo.
El documental Lina (tres capítulos que estrena el primero el 17 de junio en Movistar Plus+), va a redescubrir su trayectoria profesional, sobre todo para las nuevas generaciones, pero, especialmente, va a adentrarse en aspectos de su vida personal más desconocidos.
Jesús García Orts, autor de la biografía de la artista, Lina Morgan: de Angelines a Excelentísima Señora, que también participa en el documental, nos revela esos aspectos de su vida desde la admiración y el profundo conocimiento de su figura.
¿Qué queda por descubrir de la vida de Lina Morgan?
Hay un gran misterio por la figura de Lina Morgan por la sencilla razón de que a ella nunca le gustó airear sus cosas. Era una mujer tremendamente tímida y hermética en ese sentido. Pero no porque escondiera nada. Las leyendas que existen a su alrededor son por esa forma de ser y por el hecho de ser una mujer en una época en la que ser mujer emprendedora, crear su propia empresa y tener éxito como ella, generaba envidias. No estaba bien visto y no lo toleraban.
La vida íntima de Lina Morgan
¿Por qué fue tan hermética en el terreno personal?
Yo soy admirador y para hacer la biografía he bebido de sus entrevistas, muchas de ellas en SEMANA, en las que ha abierto su corazón. En sus entrevistas de los años 80 se entiende perfectamente que ha habido hombres casados. La última relación que tuvo con el productor Julián Esteban, todo el mundo la sabía y se hablaba, dentro de lo que se podía hablar porque era un hombre casado. Lina nunca se ha escondido, lo que pasa es que no le gustaba hablar de ello y sabía el límite que quería pasar y el que no. Eso sí, igual lo llevó a tal extremo que la perjudicó.
¿Crees que fue una persona feliz en su vida personal?
Lina Morgan se comió a Ángeles López Segovia (su verdadero nombre). Ella siempre luchó por ser un personaje popular y querido y en su profesión ha sido muy feliz. Personalmente igual anheló ser madre. Hubo un momento en que quiso adoptar a un niño, pero no pudo ser. Y pudo haber sido madre soltera, pero por los valores que su madre le había inculcado no quiso hacerlo.
La relación con sus hermanos y el resto de la familia
Tuvo una relación muy especial con su hermano José Luis y su hermana Julia.
Lina venía de una familia muy humilde de cinco hermanos. Con los dos mayores, que se llevaba con ellos diez y doce años, tuvo trato hasta que con el mayor tuvo sus más y su menos, fallecieron en 1980 y 1983, y al vivir los tres hermanos solteros con los padres se creó un vínculo especial. Julia se ocupaba de la casa y José Luis de la parte empresarial y del teatro. Crearon una piña desde niña.
¿Qué importancia tuvo su hermano en su carrera?
Por José Luis sentía pasión, era todo para ella. Cuando terminó la mili Lina le puso un negocio de decoración, pero a partir de 1974 cuando es ya la actriz mejor pagada del cine español, junto con Alfredo Landa, José Luis coge las riendas de su carrera profesional y la convierte en Lina Morgan. Ella decía siempre que debía el 50% de lo que era a su hermano.La hizo una persona más culta y una estrella en todos los sentidos. Cuando José Luis murió ella empezó a morirse en vida.
Pero al final con sus hermanos mayores y sobrinos no tenía relación.
Su hermano mayor llevaba muy mala vida, con malos hábitos y ella cortó la relación cuando murieron sus padres. A su sobrina, hija de su hermano mayor, también la ayudaba pero heredó del padre la mala vida. Lina quiso adoptar a sus hijas pero ella no quiso y desapareció muchos años. Cuando volvió, ni Lina, ni sus hermanos José Luis y Julia quisieron saber nada de ellos. A partir de la muerte de José Luis ya no tuvo relación con ninguno de sus sobrinos.
El heredero de la fortuna de Lina Morgan
Y se convierte en su heredero su chófer, Daniel Pontes.
Él no era el chófer de Lina. Él era el taxista de su madre, el chófer de Lina fue Abelardo hasta el final. Luego Daniel se convirtió en chófer de su hermano y en el secretario de los dos. Eran las personas fieles que estuvieron hasta el final, en lo bueno y en lo malo y eran las que tenían que heredar. Para ella eran su familia y los trataba como tal. Daniel es el heredero universal, pero también a Abelardo tuvo una parte. Daniel Pontes tuvo un papel muy difícil porque era un taxista que se convirtió en secretario y, de repente, en el administrador de todas las cosas de Lina, gestionó el teatro hasta que se vendió.
¿Era diva?
No. Era muy vanidosa en lo profesional. Cuando te quería, te quería de verdad, pero tenías que estar ahí para todo. Ella llevaba mal si algún actor dejaba la compañía porque lo vivía como una traición. Era una mujer de mucho carácter, muy lista, muy inteligente y culta. Sabía todo lo que decían de ella, bueno, malo, de su sexualidad, los actores que hablaban bien de ella, de los que hablaban mal... y ella nunca contestaba porque lo que quería era pasar desapercibida, solo le importaba el cariño del público. Lina se fue retirando poco a poco, consciente de la enfermedad que tenía. Hay actrices, como Concha Velasco, a las que les costó más.
¿Fue una mujer moderna?
Ha sido pionera en muchas cosas y muy transgresora. En esos tiempos llevar el pelo corto era sinónimo de todos los rumores que se hicieron sobre ella o llevar pantalones vaquero o sus looks masculinos. Y lo hacía por comodidad, porque a ella le apasionaba la moda, llevar sus joyas, y los trajes de las mejores firmas que se compraba, porque no solo se gastaba el dinero en el bingo. Era una mujer femenina. Lina creó su estética porque tenía que destacar de alguna manera, nunca cambió de look porque era una marca y el público la tenía que reconocer.
La decisión de la actriz ante la muerte
No todo el mundo entendió que no quisiera ver a nadie al final de su vida, ¿por que crees que lo hizo?
Es perfectamente comprensible que se fuera como se quiso ir, sin ver a nadie y en la más estricta intimidad. Era una persona muy coqueta e hizo un gran favor a las personas que la querían, a sus amigos, porque les dejó el recuerdo de su imagen en un estado más optimo del que se fue. Tenía una traqueotomía hecha, llevaba respiradores, se la alimentaba por sonda. Hizo un favor a sus amistades y ellos debían haberlo entendido. Tuvo claro que llegaba su final y lo quiso vivir así. Ella no tenía demasiados amigos, y de ellos alguno no traspasaba la línea que trazaba. Sí la pasaban José María Ansón, Raúl Sénder, Natalia Figueroa, Raphael o el padre Ángel, pero otros no. Decidió morir sola, en paz, sin que nadie la molestara y dejando el recuerdo que el público tenía de ella.
¿Crees que se ha hecho justicia a Lina Morgan?
No, porque en España somos muy dados a no valorar a las figuras que tenemos en este país. Yo recuerdo que Raffaella Carrà le decía que aprendiera italiano porque allí podría ser una figura importantísima. Ella tuvo oportunidad de trabajar en Hispanoamérica pero prefirió quedarse aquí porque le bastaba con ser la más querida y popular. Lina Morgan no solo creó un personaje, creó un género, que es más importante, y eso no se ha reconocido. Rompió moldes y tabúes. A ella le dolía mucho que no se le reconociese su faceta de empresaria, de ser la primera mujer dueña de un teatro y se quejaba de que no se la reconociese por dedicarse al humor y a la revista, como sí se hacía con Concha Velasco o Lola Herrera.