Cerrar un encuentro con nuestro protagonista no ha sido tarea sencilla. Jesús Calleja es uno de esos personajes que nunca sabes en qué parte del mundo o del país se encuentran y tras muchos intentos, SEMANA ha conseguido sentarlo con nosotros para que nos abra un trocito de su corazón. Lo pillamos en medio de la grabación de 'Volando Voy' y como hombre de palabra, se ha sentado con nosotros para hacernos un repaso de su vida personal y profesional.
¡Te veo muy feliz después de haberte puesto la vacuna!
Yo soy una persona súper optimista y la vacuna ha sido un chute de energía. ¡Lo he celebrado mucho! Fíjate si lo ha celebrado, que le he pedido el vial de la vacuna a la enfermera y la he enmarcado en mi casa. He enmarcado el vial, la jeringuilla y la foto del momento de la vacunación.
Dijiste que querías cumplir el reto de llegar a vacunarte sin haberte contagiado y finalmente lo has cumplido…
Creo que deberían darnos un premio a todos aquellos que no nos hemos contagiado. A lo mejor es absurdo lo que te estoy diciendo, pero tampoco es fruto de la casualidad. Yo tengo un trabajo que consiste en recorrerme medio mundo. En plena expansión de la cepa india yo me encontraba en Nepal con mi equipo de muchas personas y tengo el orgullo de decir que jamás nadie se ha contagiado.
Llevo más de dos años haciendo este programa y hemos tenido cero casos. De pequeño era un niño enfermizo que siempre cogía todas las enfermedades, era enclenque y tenía siempre las defensas muy bajas. Esto ha sido todo un proceso y desde muy joven me di cuenta de que la solución estaba en mí y en mi cabeza. Todo lo que no puede hacer el cuerpo, lo puede hacer la cabeza y todo lo que he hecho en mi vida lo he hecho con la cabeza.
¿Tu padre te inculcó la pasión por la aventura?
Mi padre me lo pegó porque era muy aventurero. Él me contaba sus historias cuando era pequeño y yo me las quedaba en mi memoria… Y me influenció tanto que al final he acabado donde he acabado.
Nunca has dejado de vivir en tu pueblo de toda la vida.
Vivo en un pueblo de León. Ese es mi remanso de paz y vivo donde quiero vivir, en el mundo rural, rodeado de naturaleza… Llevo 30 años viviendo allí, mis amigos son los de siempre, no ha cambiado nada en mi vida y sigo haciendo lo que me gusta y lo que me apetece.
Parece increíble que tus inicios fueran trabajando como peluquero.
Ser peluquero no me gustaba, pero era la profesión de mis padres y era lo más fácil para mí. Yo era muy bueno cortando el pelo. De hecho, gané un premio a mejor peluquero de España… Cuando más dinero estábamos ganando, lo cerré. Cuando yo tengo un plan y quiero cambiar de vida, siempre pongo fecha y ese día y a esa hora, eso ocurre y pase lo que pase no hay marcha atrás…
Un cambio de vida que comenzó hace catorce años cuando Mediaset compró un documental tuyo y decidió apostar por ti.
Realmente mi vida no ha cambiado tanto. Yo siempre he hecho lo mismo. Siempre me ha gustado viajar, viajar con amigos… Lo que pasó es que simplemente un día decidí que no quería que aquello solo fuera un hobby sino un medio de vida. Sigo haciendo lo mismo, lo que ahora lo hago con famosos. En realidad, si lo piensas bien, se ha convertido en un producto televisivo, pero es mi vida.
¿Serías capaz de quedarte con algún país de todos los que has visitado?
Desde los 18 años que empecé a viajar, mi gran viaje fue a Nepal. Es el lugar donde acabé en mi primer viajé y me emocionó todo. Allí trabajé de guía y se convirtió en una obsesión descubrirle el país y enseñarles que no somos el ombligo del mundo.
¿Y un personaje?
Es muy difícil. Ana Botín fue un gran descubrimiento. Disfrutó mucho del programa y creamos una relación de amistad real.
¿Qué significa tu familia para ti?
Mi familia es mi nido. Es mi mayor privilegio y luego está mi pandilla de amigos. La familia es la que te toca y en mi caso estoy encantado y súper orgulloso de ellos, pero los amigos son los que eliges así que te puedo decir que tengo dos familias estupendas.
¿Y qué tal eres como padre?
La libertad y la comprensión son la bandera de mi vida. Yo no tengo que darle ninguna instrucción a mi hijo porque él me cuida más a mí que yo a él. Tenemos una relación muy abierta en todos los aspectos y muy positiva. Él estudió electrónica, pero por avatares de la vida, desde hace dos años, se ha convertido en mi mano derecha. Es maravilloso trabajar al lado de tu hijo, un hijo que es de adopción, un niño que venía del Nepal con una vida que no te voy a describir, dónde no hubiera sobrevivido si no hubiera sido por mí.
¡Qué historia de amor tan bonita!
Los hijos son los que tienes naturalmente y los que también, por avatares de la vida, acaban convirtiéndose en tus hijos. Yo no tengo un hijo biológico pero lo que yo siento por este chaval es inmenso.
¿Eres feliz?
Mucho, Iván.