A Javier Gutiérrez (54) no le gustan los halagos. "Yo me considero un actor de perfil bajo", dice sin inmutarse. A lo largo de sus más de 20 años de carrera, ha trabajado muy duro para mantener los pies en el suelo. Dos Premios Goya y protagonizar algunas de las películas más exitosas de nuestro cine no le han hecho volar demasiado y él prefiere decir que sigue siendo el mismo niño que un día soñó con ser actor.
Además, por si acaso a él se le fuese a olvidar, la vida ya se encargó de recordarle de qué va exactamente eso, la vida. Y no, no va de premios y aplausos. Para él, la vida son sus "dos ángeles", sus hijos Lucas y Mateo, este último aquejado de una severa discapacidad cerebral. De ellos y de su faceta más familiar nos habla en esta tierna entrevista que nos permite conocerle más allá de su trayectoria profesional. Al terminar, nos queda claro algo: Javier es el vecino que te encuentras comprando el pan (es gran amante de los barrios) o el amigo con el que te puedes poner a charlar de fútbol…
¿Te imaginabas de pequeño todas las cosas que ibas a conseguir como actor?
De niño era muy imaginativo, pero tardé mucho en irme de casa. Lo mío tenía que ver, sobre todo, con que vivía en un matriarcado absoluto, muy sobreprotegido por mi abuela, mi madre, mis hermanas…
¿A qué se debía esa sobreprotección?
Porque me quedé huérfano de padre desde muy pequeño, con lo cual ya había mucha sobreprotección, pero es que hay que añadir que además vivía en Galicia y eso marca mucho (risas). Llovía todos los días, fines de semana incluidos, con lo cual no podía salir a la calle a jugar durante en invierno y los inviernos allí son muy largos.
¿Y cómo era tu vida de niño?
Recuerdo que me ponía a grabar con un magnetofón partidos de fútbol (risas). Hacía de comentarista deportivo. Yo soy muy futbolero y me gusta mucho. Soy un gran amante de la radio y de pequeño me entretenía mucho haciendo eso. Utilizaba mucho mi imaginación. Mirando hacia atrás me enorgullezco de seguir teniendo mucho de aquel chaval que vino a Madrid con 18 años fantaseando con ser actor. Ese espíritu romántico me acompaña, no lo he perdido y espero que me acompañe el resto de mi vida.
¿Todo eso se los transmites a tus hijos?
Sí, ellos son muy teatreros, como el padre (risas).
¿Antes padre que actor?
Por supuesto, mis dos hijos, Mateo (16) y Lucas (4), son dos ángeles.
Eres uno de los actores más reconocidos de nuestro país, pero no parece que se te haya subido mucho a la cabeza...
En ese sentido, yo creo que el ego lo tengo bastante bien colocado. Soy muy consciente de que esto es un trabajo en equipo y que el hecho de que tú seas la cara o una pieza importante de la cadena no te hace más o menos que nadie. Me considero un actor de perfil bajo.
¿Y qué es para ti el éxito?
Para mí el éxito de un actor no es que alcances premios o llegues a trabajar en producciones internacionales, que también. El éxito de un actor está en que consigas tener un equilibrio y trabajes de una manera más o menos continua.
¿Y cómo llevas los momentos en los que no suena el teléfono?
Pues intentando ser muy práctico y no dándole demasiada importancia cuando estás trabajando, ni tampoco cuando no trabajas. Nos movemos en un fino alambre, es un trabajo de equilibrista el nuestro. Y yo siempre a la gente que empieza le digo, como me dijeron a mí la gente que sabe de esto, que es una carrera de fondo. Muchas veces no depende de uno, depende de la suerte del momento. Lo que sí es cierto es que hay que estar preparado porque en esta profesión a la vuelta de la esquina puede saltar la sorpresa. Yo siempre pongo el ejemplo de David Janer, que cuando comenzaba 'Águila Roja' estaba en el ayuntamiento de su pueblo pintando calles. Hizo tres o cuatro pruebas para la serie y estuvo durante ocho años haciendo una serie de protagonista donde nos veían seis o siete millones de espectadores.
Has empezado a rodar para Mediaset 'La Agencia', donde interpretas a un representante de artistas. Si lo fueras en la vida real, ¿a qué tipo de actor te gustaría representar?
A alguien que siga enamorado de su profesión, que no haya perdido la pasión por el oficio. Y, luego, si me hablas de gente que empieza, gente joven, me gustaría quitarle de la cabeza lo de ser estrella al momento, el pisar la alfombra roja y las fiestas y estar más pendiente de los 'likes'. Yo tengo una visión mucho más romántica de la profesión y creo que la fórmula es el trabajo duro, la constancia y la perseverancia.
¿Un mal agente te puede destrozar la carrera?
Sí, claro, pero un buen agente también puede lanzarte, no sé si al estrellato, pero puede hacer que te mantengas.
Javier, tú no solo no reniegas de la serie que te dio a conocer en el año 2005, 'Los Serrano', sino que reivindicas las series de televisión.
La televisión ha cambiado mucho y no solo la tele, sino también las necesidades como actores. Antes existían algunos compañeros que tenían una mirada un poco inquietante, por decirlo de alguna manera, de todos aquellos que nos dedicamos a trabajar en la tele de una forma abierta. Yo siempre he sido un gran defensor porque creo que es un lugar que sirve de entrenamiento para el actor, donde puedes probar muchas cosas, donde te diviertes, donde tienes una visibilidad enorme... No hay que desdeñar absolutamente para nada el público que consume televisión y para mí, en particular, volver a la tele siempre es un auténtico placer.
Es muy interesante escucharte decir esto.
'Águila Roja' terminó hace casi diez años y todavía voy por la calle y la gente sigue llamándome Satur (risas). Lo peor de esta profesión es que no te conozcan o que te hayan perdido la pista. Lo más importante es mantenerse. Hay veces que los proyectos son más interesantes, otros menos, otros que te dan popularidad…