Aunque ya peina canas, para todos, Javier Herrero (62) sigue siendo ‘el rubio de los Pecos’, ese joven con cara angelical que volvía loco al público adolescente de finales de los 70 y principios de los 80 y que dejó obnubilado a Dalí. Más de cuatro décadas después, ya como cantante en solitario, el artista sigue teniendo la misma ilusión de sus comienzos y acaba de lanzar el single 'Aquí y ahora', un precioso tema dedicado al alzheimer que interpreta junto a David Summers. Javier, de los Pecos, nos abre las puertas de su casa madrileña, aquella que él y su hermano Pedro regalaron a su madre con sus primeros ingresos. Allí, él vive ahora una vida feliz y tranquila junto a Blanca, la mujer de su vida.

¿Por qué propusiste a David Summers participar en este proyecto?

Siempre le he admirado y pensé que esta canción podía tener más repercusión si contaba con él. Solo nos habíamos visto en una ocasión, en Mallorca, pero, a raíz de este proyecto, le llamé y mucho antes de escuchar la canción, me dijo que sí. Cuando Pecos salió revolucionó el panorama musical y fue un auténtico fenómeno fan, y el testigo lo cogieron los Hombres G. Por ello, me apetecía mucho que dos artistas que llevamos tantos años en esto y dos voces tan personales se pudieran unir.

David y tú intercambiaríais anécdotas sobre la locura fans…

Sí, hemos intercambiado muchas cosas, porque hemos vivido experiencias muy parecidas.

Cuéntanos algunas...

Cuando conseguía llegar a mi casa, después de mucho esfuerzo porque estaba siempre lleno de fans, levantaba el teléfono para hablar con alguien y me salían voces, porque estaban las líneas saturadas. También se llevaban las matrículas o los parabrisas de los coches que alquilábamos para ir a los conciertos. Y nos pasó de ir a la Gran Vía en coche y paralizar la calle entera. A veces, pasábamos peligro… Yo llevaba el pelo largo y me encontraba a veces puntas de tijeras para cortarme mechones.  Luego, en los conciertos, a mí me enfadaba tanto griterío. Era espectacular, pero yo quería que la gente me oyera cantar y a mi hermano también, al que no escuché hasta que pasaron dos giras.

Javier, de Pecos.
Foto: Luis Miguel González.

¿Fue vuestra madre la que os animó a cantar?

Sí, nosotros cantábamos en el parque del barrio con los amigos, fuimos a un concurso y ganamos. Yo tenía 17 años y Pedro, 15. Lo que yo ganaba de barnizador lo aportaba en casa, porque mi madre se quedó viuda con 28 años y tenía que sacar adelante a tres hijos, el mayor, que era yo, de siete años.  Ella me dijo que dejara de trabajar y que nos dedicáramos a esto, que era nuestro sueño. Solo nos pidió que fuéramos serios, consecuentes y buena gente.

Y  le comprasteis esta casa en la que estamos ahora

Sí, para que viviera con nuestro hermano menor. Ella limpiaba oficinas y cosía por las tardes y nuestra ilusión era quitarla de trabajar. Ahora ya es mayor, no vive en esta casa porque le resultaba incómoda al no tener ascensor y soy yo el que estoy aquí. En breve, vamos a poner ascensor y a reformarla completamente para hacer un loft.

¿Es verdad que Adolfo Suárez os echó una manita en vuestros comienzos?

Nuestro primer productor, Miguel Ángel Arenas ‘Capi’, fue a La Moncloa a hablar con Suárez porque nuestro disco no acababa de funcionar. Le dijo que éramos dos niños de barrio sanos que estábamos empezando y que nos tenía que poner como ejemplo en una época en la que había tanta droga y paro. No sé si le hizo caso, pero empezamos a subir como la espuma.

Y en 1981, cuando estabais en lo más alto, vino la mili y lo cortó todo

Por más que alegué, no me libré y me tocó en Zaragoza, aunque me dieron facilidades para ir a cantar a Viña del Mar y a Milán. Pero cuando yo salía, mi hermano entraba.  A él le tocó en Melilla, era más complicado viajar y estuvimos un año y pico más parados. Íbamos a haber hecho una película y no se pudo.

Y cuando volvisteis, en 1984, el panorama era otro y dos años después, lo dejasteis...

Sí, habían salido más grupos y las compañías de discos y radios iban por otro lado. Lo dejamos para ver por dónde queríamos ir y regresamos en 1993 para no parar hasta 2012. Entonces, Pedro me dijo que quería dejarlo y yo le dije que quería seguir.

¿Cuál ha sido vuestro mejor momento y el peor?

Buenos ha habido muchos, pero quizá el mayor éxito fue retirar a mi madre de trabajar. Y el peor, el accidente en el que murió una niña de 15 años por una avalancha de gente en un concierto en Barcelona. Éramos dos niños y se nos echaron encima algunos medios con unos titulares en plan 'Pecos, asesinos'. Nos achacaron unas cosas con las que no teníamos nada que ver. Fue terrible.

¿Ganasteis tanto dinero como se piensa?

Ganamos dinero, evidentemente. Yo llevo 46 años en esto y, quitando desde los 14 a los 17 que barnizaba puertas, solo me he dedicado a la música. He producido a artistas, tuve durante unos años una escuela de canto y también recibo dinero de la SGAE.

¿Os gustaría a tu hermano y a ti que Pecos se despidieran a lo grande?

Sinceramente, ni nos lo hemos planteado. Él está haciendo sus cosas y yo, las mías. Pero, con el tiempo, sería muy bonito hacer uno o dos conciertos para cerrar ese ciclo de Pecos. La gente nos lo pide.

¿Tu hermano ha sido tu otra mitad?

Durante un tiempo, sí. Iniciamos un camino juntos y en muchos casos no sabíamos actuar el uno sin el otro. Formamos un equipo muy bonito y unido, y salió lo que salió.

Pero sí tenéis relación…

Vivimos en el mismo pueblo, coincidimos de vez en cuando y algún domingo vamos a comer paella todos donde mi madre. Él también tiene sus hijos, la labor de padre que yo no tengo.

La vida te ha regalado un matrimonio feliz.

Sí, Blanca y yo llevamos 25 años juntos. Ella me ha aportado una gran estabilidad en esta vida de tanto éxito que te puede volver tonto.

¿Ella era fan tuya?

No, yo le saco 13 años y, por edad, mi mujer era fan de Hombres G, pero ya se ha convertido en fan mía (risas).

¿Qué proyectos tienes?

Empezar la gira a últimos de junio, seguir sacando discos y me gustaría poder llevar mi vida al cine o a una serie.