Hablar con ella siempre es un placer. Irene Villa (41) es de esas personas fuertes y valientes que creen que toda parte mala tiene también algo de positivo. El confinamiento, lejos de desmoralizarla, la ha hecho, incluso, más fuerte.

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La madrileña ha sabido sacar provecho de la situación y ha sacado adelante su quinto libro Los ochomiles de la vida (Ed. Planeta). De nuevo  vuelve a abrir su corazón y compartir experiencias muy íntimas, como la muerte de su cuarto hijo y la de su mejor amiga, pero también batallas que ha librado y que ha sabido ganar. La mujer que en su infancia puso imagen a toda la atrocidad y brutalidad de ETA nos abre ahora también las puertas de su casa. Irene nos cuenta que se encuentra en una de las mejores etapas de su vida y que, tras separarse en diciembre de 2018 de su marido, Juan Pablo Lauro, con quien tiene tres hijos está preparada para volver a enamorarse.

Gracias por recibirnos en tu casa.

En realidad son dos casas en una. En la parte de arriba vive mi madre, y en la parte de abajo vivo yo. Son dos estilos diferentes. Ella es más clásica y yo más moderna. Mi madre y yo somos vecinas.

Teniendo esas dos opciones, ¿en qué estancia pasas más tiempo?

En ninguna, yo creo que en realidad en los columpios del jardín. Ver a mis hijos partirse de risa es una maravilla. Estamos siempre ahí, haga frío o haya calor. Yo soy muy de naturaleza y aire frío. Pero también me gusta mucho leer en mi habitación.

Te vemos estupenda ¿qué tal has llevado estos últimos meses?

Al principio reconozco que fue un shock. Porque de tener la agenda de marzo completamente llena de conferencias, con viajes por toda España, que todo se cancele, pues fue muy tremendo. Me quedé en casa con mis tres hijos, porque se decretó que los padres con custodia compartida se tenían que quedar con los niños en el domicilio en el que se encontraran en ese momento. Pero es verdad que al final te adaptas a todo y así lo hicimos,  ellos con sus clases online, y yo con mis videoconferencias… Me he vuelto muy tecnológica, eso sí.

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¿Y qué tal se han portado tus pequeños durante este encierro

Intentaba tenerles ocupados. Al mayor, por ejemplo, le encantan los legos y las construcciones, y se entretenía bastante bien. Y también vimos muchos dibujos en inglés, para que no perdieran el idioma. Hice mucho Pilates. Eso te ayuda a liberar la mente, estar menos estresada y conseguir evitar pegar un grito a tus hijos, aunque reconozco que alguno he tenido que lanzar. ¡Bastante bien se han portado! Admiro a los niños que son resilientes, cómo el ser humano que se adapta a lo que venga y que ha aprendido también cosas.

Dices que sientes que con 40 años tu vida ha empezado de cero, ¿a qué te refieres?

Con los cuarenta vuelves a nacer. Para mí fueron una nueva oportunidad. La vida me ha dado muchas oportunidades y por eso me gusta mucho la palabra "oportunidad", además crisis es oportunidad y en todas ellas tenemos la oportunidad de dirigir la vida y coger las riendas.

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También sufriste muchos cambios en tu vida…

A esa edad fue cuando me separé, y justo cuando mi vida se frenó en seco. Para mucha gente la pandemia ha frenado su vida, pero para mí la separación fue algo literal casi. Aunque una vez que sufres un cambio tan abrupto, empiezas a invertir en ti. Por eso, para mí mis 40 (ahora tengo 41) fueron muy importantes. Pasé mi primer verano sola, conmigo misma, empoderada, habiendo aprendido nuevas lecciones que la vida te da... Me sentí más espiritual.

Y ahora que está todo superado, ¿te gustaría enamorarte o tener una nueva ilusión?

La verdad es que sí. Eso siempre está ahí y me han pasado cosas muy bonitas, me he sentido muy querida y he estado fenomenal. Al final si tu te quieres, es que se enamoran de ti.

En el libro también hablas del embarazo ectópico que sufriste y la muerte de tu cuarto hijo...

Eso ha sido lo más dramático. Fue una bajada a tierra muy dura. Muy dura, porque pensé que lo había superado y realmente no fue así. No hay que silenciar las emociones negativas, sino transitarlas y dejarlas ir.