Francisco Rivera Pérez, Paquirri, y María Isabel Pantoja Martín, se conocieron en una corrida de toros el 26 de mayo de 1980, se casaron el 30 de abril del 1983 y el 26 de septiembre del 1984 protagonizaron la tragedia que convirtió su amor en leyenda viva de la prensa del corazón y a Isabel Pantoja en la viuda de España.
Pero antes de llegar a tan trágico final, la historia de amor “más bonita que imaginarse pueda”, como la definió la propia cantante en la edición de Supervivientes en la que participó, se desarrolló de una forma más bien extraña, incluso para los relajados cánones de los años 80.
La tonadillera, que ha confesado en más de una ocasión que Paquirri es la persona a la que más ha amado en su vida, se enamoró a primera vista del torero. Parece que a él le sucedió algo parecido. Pero lo que vino a continuación de aquel primer encuentro y posterior flirteo se convirtió en el símbolo de una época del periodismo en España.
Cómo fue el flechazo de Isabel Pantoja y Paquirri
Paquirri era el torero más conocido de su época (con permiso de José Mari Manzanares y Paco Ojeda). No sólo se le reconocía su maestría en los ruedos, sino también su buen ojo al haber sido el primer marido de Carmina Ordóñez, la mujer catalogada en aquel momento como la “más guapa de España”.
Isabel Pantoja, por su parte, intentaba paso a paso labrarse una fama como artista en una época en la que sólo se llevaban el gato al agua las rubias de escándalo como Bárbara Rey. En el polo opuesto de aquellas musas del destape y las transparencias, se encontraba la Pantoja, morenísima, aún sin rinoplastia y acompañaba en todo momento por su madre, la señora Ana. Isabel actuaba a menudo con su primo Chiquetete e intentaba ganar algo de fama montando sus propios espectáculos, colaborando con otros artistas y, por qué no, manteniendo un idilio castísimo con Máximo Valverde.
Torero y tonadillera se acabaron conociendo en una corrida de toros a la que Jose Mari Manzanares invitó a la cantante. Fue entonces cuando sus miradas se cruzaron y ella sintió que su corazón se derretía por el hombre al que en la intimidad llamaría “mi gordo”.
Después de la faena en la plaza, Isabel siguió el consejo de un amigo fotógrafo y se presentó con éste de carabina en el hotel en el que Paquirri se había vestido de luces. Por supuesto, acabaron presentándole a “Paco” que le preguntó directamente y con sonrisa burlona, “tú eres la Pantoja, ¿no?”. A ella no le gustó su tono, pero sí sus ojos verdes, por lo que le contestó medio ofendida que la llamara Isabel. A él sí debió de gustarle todo de ella porque desde ese momento acudió a todos los espectáculos de “la Pantoja” como público, hasta que una noche se “coló” en el camerino de la artista y le “robó” un beso.
El papelón de la virginidad de la tonadillera
Afirman quienes fueron testigos de aquellos primeros tiempos de relación que el suyo fue un noviazgo cuasi secreto, de tapadillo y más de boquilla que pasional: ni besos, ni abrazos, ni achuchones fueron captados en público. Las malas lenguas comentaban que, en realidad, él seguía enamorado de su ex, Carmina Ordoñez. Los más realistas, que el torero estaba esperando a conseguir la nulidad matrimonial antes de levantar la liebre.
¿Y qué decían de Isabel? Que buscaba fama. Y la consiguió, de la forma más absurda: fomentando la imagen de novia amantísima e inmaculada. Tan inmaculada que hasta afirmaba ser virgen y llegar con esa virginidad intacta a su matrimonio con Paquirri. Así se lo confesó a Pilar Eyre en un reportaje de la revista Interviú que no se creyeron ni en su misma redacción, a pesar de que nadie pudo nunca demostrar lo contrario.
Para Alberto Moreno, experto en historia de la copla nacional, era precisamente esa faceta la que sedujo al torero. Después de sobrevivir al huracán Carmina, un perfil de mujer tradicional que aseguraba, incluso, que iba a dejar de trabajar tras su enlace por la iglesia, le resultaba tremendamente atractivo tanto a él como a su buena imagen.
Hasta que no tuvieron la nulidad de 'La Rota', Isabel y Paco no anunciaron al mundo que llevaban dos años juntos, que compartían casa (o al menos el torero tenía habitación propia en la casa de Isabel) y que su intención era casarse. Para más inri, de blanco, porque Isabel dormía en un dormitorio, Paquirri en otro y en medio, doña Ana, la suegra siempre vigilante de conservar la honra de la “niña”.
“Yo voy a ir al matrimonio tal como mi madre me trajo al mundo”, afirmaba desde las páginas de Interviú Isabel Pantoja, mientras Paco, ‘Paquirri’, afirmaba “Me lo pidió ella y lo he respetado, ¡cómo voy a manchar algo que me parece tan bonito!”, después de advertir que se iba a montar a caballo para “cansarse mucho”.
Finalmente la pareja se casó a lo grande en la Basílica del Gran Poder el 30 de abril de 1983 en una boda a la que no faltó ni la duquesa de Alba y a la que la novia llegó, como no podía ser de otra forma, en un carruaje tirado por yeguas blancas y vírgenes.