Barack Obama es un padre orgulloso de sus hijas, aunque en ocasiones le provoquen algún que otro quebradero de cabeza, como cuando su hija mayor fue fotografiada por los paparazzi fumando -algunos llegaron a afirmar que podría tratarse de marihuana-, o besando a un chico en un parking de la universidad. Ahora, el problema llega a casa de los Obama por culpa de su hija pequeña, Sasha Obama, que ya tiene 19 años. La joven se ha visto envuelta en una polémica, después de que una amiga suya publicase un vídeo en la red social de moda, Tik Tok. Un vídeo inocente, de no ser porque en todo el mundo la pandemia del coronavirus ha instaurado unas normas de relacionarnos y convivir para evitar más muertes.
Algo en lo que no ha reparado Sasha Obama y sus seis amigos, que bailan y cantan una canción entre risas, bromas y mucha diversión, sin reparar en que todos sus seguidores en realidad se estaban fijando en otro importante detalle. La distancia de seguridad brillaba por su ausencia, pero además, ninguno de los participantes del vídeo llevaba la correspondiente mascarilla que protege a sus amigos, y después a su familia, de un posible brote de coronavirus. Un detalle que no han pasado por alto los seguidores de la amiga de Sasha Obama y, más tarde, al resto de la opinión pública estadounidense.
Tan feroces han sido las críticas recibidas y la repercusión mediática generada, que ha sido la propia Sasha Obama la que le ha pedido a su amiga que lo eliminase. Ya era tarde, el vídeo se ha convertido en un fenómeno viral y gracias a las críticas por su irresponsabilidad al ser un personaje de relevancia pública, ya está en boca de todos. Y es que ella, como hija del expresidente de los Estados Unidos y uno de los principales concienciadores del respeto a las restricciones contra el coronavirus, debería dar ejemplo. Más sabiendo que sobre sus movimientos siempre está puesto el ojo crítico.
La letra de la canción que suena y que cantan y bailan Sasha Obama y sus amigos tampoco ha sentado nada bien a la opinión pública. El hecho de que ellos verbalicen la palabra “bitch”, “zorra” en español, o que utilicen términos despectivos para referirse a las personas de raza negra no han pasado desapercibidos y son muchos los que han mostrado su pesar por el mal ejemplo observado. Tampoco gusta los “movimientos obscenos” que protagonizan, pero quizá ahí se podrían salvar, dado que son propios del tipo de música que están escuchando y sería más extraño verles bailar sevillanas que hacer twerking como manda el ritmo.