Hablamos con Pedro Pérez, productor de Encarna Sánchez, quien junto a Juan Luis Galiacho ha escrito 'Encarna, en carne viva'.

Los que han tenido cerca a Encarna Sánchez saben que no habrá otra igual. Tenía luces y sombras, pero pocos tuvieron la oportunidad de conocer a la superviviente que escondía esta locutora de radio capaz de hacer historia. Hastiados de bulas, rumores y mentiras, Pedro Pérez y Juan Luis Galiacho, quienes trabajaron mano a mano junto a ella, han escrito un libro capaz de atraparte de principio a fin. Más de 500 páginas que consiguen dejarte sin palabras y es que en ellas hablan, por primera vez, de una vida que para muchos resulta todavía desconocida.

SEMANA charla con Pedro Pérez, el que fuera su mano derecha y en quien confió plenamente durante casi 20 años. Una amistad tan especial que para él Encarna fue casi una segunda madre, una amiga leal que jamás le falló y a quien ha sido incapaz de olvidar, pese a haber pasado 26 años de su muerte. "No es un libro para blanquear a Encarna. Hablamos de sus virtudes y sus defectos, de sus aciertos y de sus errores. Hablamos de todo, de su vida profesional y de la personal. No somos mojigatos. Este es un libro para que conozcan a la verdadera Encarna Sánchez, a una persona que se hizo a sí misma, una autodidacta que no tenía estudios, solo estudios primarios. Fue la mejor comunicadora del siglo XX", dice Pedro Pérez a este medio.

Encarna sánchez
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PREGUNTA: ¿Ha habido otra como Encarna Sánchez?

RESPUESTA: No ha habido nadie que le ha podido hacer sombra. No ha habido ni una mujer ni un hombre que haya sido capaz de ocupar ni la franja de la radio por la noche ni la franja de horario por la tarde. No te digo lo de la mañana porque no le dejaron hacer la mañana. Fue además una innovadora total. A las dos de la noche y hasta las 6 de la mañana la radio se apagaba, pero ella con su programa 'C.S y buen viaje' hizo que la competencia tuviera que abrir esa franja.

PR: Tenía un lado muy generoso y así se hizo evidente en las ondas. ¿Hubo muchos gestos de Encarna que no salieran a la luz?

R: Ella ha tenido una labor benefactora y solidaria asombrosa. Ella ha resuelto miles de casos en la radio. Ya lo hacía en 'C.S y buen viaje', en la etapa de noche desde 1978 hasta 1983 en radio Miramar de Barcelona y también en la Cadena Cope. Por ejemplo, recuerdo estando en COPE en Madrid que ella terminó su programa y yo la acompañé al coche para que ella se vaya a casa. Se le acerca una señora llorando que prácticamente se le tira al suelo pidiéndole hablar con ella, pero Encarna le pidió que no se arrodillara y se levantara. Que ella no era ni la Virgen, ni un santo. La mujer no dejaba de llorar y le dijo que llevaba cuatro meses peleando por tener una silla de ruedas para su hijo, pero no la conseguía. Le preguntó cuánto valía la silla y en ese momento le dio las 70.000 pesetas que necesitaba. Encarna llevaba siempre debido a la necesidad que había pasado en su vida dinero de sobra en su bolso. Le dijo que se fiaba de su palabra, ella era así. De esos casos te podría contar miles.

PR: También tenía enemigos. ¿Cómo era de extensa su lista negra? En su momento cargó duramente contra 'Martes y trece'...

R: No había lista negra como tal. Por ejemplo, tú me has nombrado a 'Martes y trece', pues ello en el Fin de Año de 1991 hacen una burda canallada dando a entender que Isabel Pantoja y Encarna Sánchez tienen una relación en una televisión pública. Eso Encarna no se lo perdonó nunca. En su momento, los había encumbrado por otro número, de hecho, trajo a la emisora a Josema Yuste y Millán Salcedo y les entrevistó, pero esa parodia haciendo una simulación de ellas no se lo perdonó nunca. Recuerdo una tarde que me llamó al despacho Encarna y me dijo que había soñado esa noche con que 'Martes y trece' tenían un accidente de tráfico y morían los dos. Me entró un escalofrío por el cuerpo...Ella era conmigo o contra mí y quien se la hacía se la pagaba. Ella decía que si tenía un micrófono para defenderse ¿por qué no lo iba a hacer? Lo utilizaba también para defenderse de las críticas.

Encarna sánchez Mila Ximénez
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PR: Siempre se ha hablado mucho sobre la supuesta relación que tuvieron Encarna Sánchez e Isabel Pantoja, pero poco de lo bien que se portó la tonadillera durante el cáncer que padeció la periodista.

R: Eso es así. Le detectan el carcinoma en el pulmón izquierdo a finales de 1992. Empezó un tratamiento de quimioterapia en Houston en el Medical Center, pero como estaba muy lejos siguió ese tratamiento en París. Encarna en más de una ocasión me dijo a mí que aparte de María Navarro que era la persona que se inscribía como enferma para que no se le descubriera, Isabel Pantoja también le acompañaba. Estaba dedicada a ella en cuerpo y alma. Se portó de una manera sobrenatural y a mí me dijo que lo que estaba haciendo Isabel no tendría dinero para pagárselo nunca. Por eso lo contamos en el libro.

PR: Otro asunto que tratas es que cuando termina la amistad entre ellas por unas fotografías de Isabel Pantoja con María del Monte, Isabel siguió pendiente de Encarna.

R: Hay que reconocerlo. No era todas las semanas, pero sí una vez al mes llamaba María Navarro que era su mánager y decía que tenía a su lado a Isabel, que quería saber cómo estaba Encarna. Preguntaba si estaba sufriendo, cómo iba el tratamiento. Estaba interesada en cómo iba su lucha contra el cáncer y el día que falleció estando yo en el tanatorio recibió una llamada de María Navarro que me preguntó por orden de Isabel Pantoja si podían ir. Les dije que yo no era nadie para prohibírselo, pero que había prensa y que estaba también Nuria Abad, que era una enemiga acérrima de Isabel Pantoja. Les dije que Encarna ya lo que necesitaba era descansar y estar en paz.

PR: Otra amistad que tratas en el libro 'Encarna, en carne viva' es la de Mila Ximénez y Encarna Sánchez. ¿Crees que Mila fue desagradecida con Encarna?

R: Muy desagradecida. Ten en cuenta que Encarna hace un modelo financiero para darle un dinero a Mila, la mete como consejera en la empresa de Encarna Onda 3000 para que ella pueda tener unos ingresos. Ella no supo valorarlo, le gustaba entrar y salir en Marbella y al final rompieron esa relación de amistad que tuvieron a lo largo de casi dos años.

PR: Encarna te dijo que Mila fue su gran error, ¿no?

R: Sí, ella me lo confesó, pero también digo que Encarna se recuperó pronto de eso. No fue una cosa que no le dejara vivir a ella.

Pedro Pérez Encarna Sánchez
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PR: Cuando muere su madre te pide que le acompañes a darle su último adiós. ¿Ahí conociste su lado más frágil?

R: Sí. Ella me contó parte de su vida en esos trayectos, me dijo que la mujer que más había querido en su vida había sido su madre. Fue un palo muy fuerte. Ahí salió la Encarna humana, que necesitaba alguien en el que apoyarse. Me empezó a contar cómo había sido su infancia, que las pasó canutas, cómo había venido de una familia muy humilde. Ella no tuvo fuerzas para bajarse del coche en el entierro de su madre y hay mucha gente que se piensa que no fue, pero sí estuvo. Yo soy testigo de ello porque estaba en ese coche con ella.

PR: Los médicos le aconsejaron que arreglara su cosas y ella te pidió que te hicieras cargo de sus empresas. 

R: En un momento dado cuando ella estaba malita me dice que quiere que yo me encargue de la gestión de sus empresas. De economía y finanzas sé lo justo, pero me lo pensé y al día siguiente le dije que no estaba preparado para ello. Le dije que se lo dijera a sus gestores, quienes fueron los que liquidaron la herencia con Pilar Cebrián en base a ese testamento de 1970. La heredera universal era su madre, pero si a ella le pasaba algo le dijeron que pusiera otro nombre además de su madre. Puso a Pilar, que era una actriz de teatro conocida como Clara Suñer. Yo creo que ella pensó que el testamento era para su madre y que con su madre fallecida ese testamento era inservible. En su última etapa estaba en la fase de la negación y pensaba que se iba a recuperar, yo creo que ya no le dio tiempo y así lo reflejamos en el libro.

PR: ¿Ella cuándo pensó que la batalla estaba perdida?

R: Encarna me repetía que iba a vencer el cáncer. Cinco o siete días antes de fallecer recibe la visita de Don Bernardo Herráez, presidente de la Cadena Cope que además era sacerdote y obispo. Creo que en esa conversación ella vio que no había solución y tira la toalla. Cuando llegué por la noche de la radio vi que no tenía ganas de luchar. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que habían tenido una larga charla y que ya veía la luz del túnel. Se dio cuenta de que era una enfermedad mortal.

PR: ¿Qué parte os ha costado más escribir a ti y a Galiacho?

R: México porque no la conocía por entonces. Hemos tenido que investigar, preguntar, hemos hablado con dos periodistas mexicanos. Esa ha sido la parte más difícil porque el resto me las sabía porque las hemos vivido con ella. Son las vivencias de cara a nuestra verdad.

PR: ¿Se te quedó algo pendiente por decirle?

R: En el libro lo cuento. En un momento no sé si fui muy honrado o muy tonto, pero no tuve valor de ver a mi jefa y a mi amiga que me pidió ayuda y decirle que hiciera un testamento. No fui capaz, no fui valiente en ese sentido. Yo le decía que ya tenía la luz pagada, que tenía dinero suficiente para vivir el resto de sus días. Ella me decía que quería el dinero para ser libre, que en el momento que no fuera rentable le darían una patada en el culo. Yo solo le reprocho, si se puede decir de alguna manera, es que no creara una fundación con su nombre para recordar su nombre y a su vez hacer una obra benéfica que era lo que a ella le gustaba. Para conceder becas periodísticas, por ejemplo.