La repentina muerte de Álex Casademunt derribó todos los planes que su familia tenía con él. De la noche a la mañana el trabajo musical en el que llevaba tiempo trabajando se paró en seco, al igual que la empresa que había fundado junto a su novia, Judit Puig. Ambos se habían esforzado por hacerse hueco en el mundo de la moda, en concreto, con una marca de calcetines llamada SonSocks, sin embargo, su fallecimiento también frenó el proyecto. De repente la página web dejó de estar activa y ya nada se supo de este negocio que habían montado él y su pareja con mucha ilusión, pues ella no tenía fuerzas para continuar con ello. Diez meses después de aquello, SEMANA puede confirmar que se ha dado luz verde de nuevo a esta empresa, por lo que los clientes que lo deseen pueden adquirir estos productos en los que Álex Casademunt puso tanto amor.

El propio Álex Casademunt lo promocionaba en sus redes y los lucía en sus fotografías, por lo que era su mejor embajador. Desde su muerte este empuje no existe, pero no se rinden. Y, aunque este negocio marchará ya sin Álex, Judit quiere hacer poco ruido con este regreso al mundo empresarial. Tras perder al amor de su vida, Álex Casademut, ella decidió desaparecer de redes sociales y, a día de hoy, no tiene ninguna intención de volver a ellas. Quiere permanecer alejada del universo 2.0 y centrarse en el plano laboral, pues no solo trabaja duro en la empresa de calcetines que cofundó con el cantante. En la actualidad trabaja en marketing en una empresa de venta al por mayor, cuya sede está en Barcelona, la ciudad en la que vivía junto al que era su novio. Allí intenta seguir con su día a día y pasar página después del que ha sido el momento más duro, pues supo de la pérdida de Álex a través de las redes sociales. Un accidente de coche provocó su muerte y ya nada ha vuelto a ser lo mismo.

novia Álex Casademunt
Redes sociales

Ninguno de los familiares de Álex ni tampoco sus amigos han podido olvidarle. Era alguien soñador, que daba siempre el do de pecho y que mostraba su mejor sonrisa, dando igual si había tenido un mal día. «Daba igual la hora a la que se acostara o se levantara, él siempre estaba al pie del cañón», nos comenta un gran amigo de Álex. Su talento y su carácter risueño hacían muy fácil trabajar con él, por lo que su muerte dejó un grandísimo vacío en aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerle. Aunque intentaron rendirle un tributo en verano en forma de concierto, finalmente no fue posible y todo quedó en agua de borrajas. Su familia prefirió no posponerlo más veces y quizás sea en unos meses cuando decidan hacerlo de manera gratuita para recordarle como a él le hubiera gustado, cantando.