En el año 1992 la revista SEMANA publicó, en exclusiva, un reportaje que dejó sin palabras al clan Rivera. Después de que su hermana, Teresa Rivera, tuviera experiencias paranormales con su hermano Paquirri, la gaditana tuvo claro que quería someterse a una sesión de espiritismo para comunicarse con él y así hacerle todas las preguntas que se le habían quedado en el tintero tras su muerte. El 8 de febrero de este mismo año Teresa se sentó en una habitación de su propio domicilio con una vidente llamada Ángela, encuentro que cambió su vida para siempre. Eran las cinco de la tarde y, a pesar de que la hermana del diestro parecía estar tranquila, los nervios comenzaron a apoderarse de ella instantes después. "Hace mucho que sé que mi hermano quiere comunicarse conmigo, de hecho, me está dando una fuerza que yo no tengo. Por eso os he reunido aquí, para que todos seamos testigos de lo que pueda pasar y no queda duda alguna de la veracidad del encuentro, que presiento va a a ocurrir", dijo a los presentes.

Teresa Rivera
SEMANA

Sobre la mesa ese día había tres velas blancas como signo de purificación y dos azules y una rosa en señal de amor. Entre los presentes estaban el marido de Teresa Rivera, José Antonio Canales, algunos periodistas y la médium, quienes analizaron al detalle todo lo que estaba sucediendo frente a sus ojos. Ángela era la vía para que Teresa pudiera escuchar los mensajes de su hermano y ella fue quien invocó a todos los seres espirituales que estaban en otra dimensión. A ellos, precisamente, fue a quienes pidió comunicarse con el hermano "Francisco" y fue tras varios intentos que duraron más de 15 minutos cuando lograron hacerlo. En ese momento, las dos comenzaron a llorar, pues habían recibido un mensaje de amarga tristeza, palabras entrecortadas que se expresaron a través de la médium: "No quiero penas, no quiero penas". Según Ángela, eran palabras de Paquirri, quien aseguraba que el torero estaba allí junto a ellas, afirmaciones que provocaron una gran palidez en Teresa Rivera y un temblor en sus manos. SEMANA estaba siendo testigo de esta secuencia que de manera inevitable y décadas después ha vuelto al presente.

No fueron las únicas sensaciones de la sala. La médium entró en trance, no dejó de mover las manos alrededor de su cabello y con los ojos cerrados empezó susurrar con un hilo de voz lejano. Una conversación que te ofrecemos textualmente a continuación justo horas antes de que Teresa Rivera se siente en 'Cantora: la herencia envenenada 2', espacio en el que destapará secretos de Isabel Pantoja y el legado de su hermano, Paquirri, del que quiere conocer todo el trasfondo su sobrino, Kiko Rivera.

Paquirri: Hermana estoy aquí.

Teresa: Ya lo sé.

Paquirri: Hace tanto tiempo...queriendo comunicarme para deciros que estoy bien, pero que esto de irse tiene "miga", mucha miga Teresa. Pero cada uno tiene un sino que hay que cumplir. No estoy solo.

Teresa: ¿Quién está?

Paquirri: Con casi toda la familia. Mamá está aquí. ¿Sabes una cosa?

Teresa: ¿Qué?

Paquirri: Que estoy muy contento. Mucho, muchísimo. Lo que pasa es que una vez...

Teresa: ¡Habla!

Paquirri: Cuando yo te decía no corras tanto, cuando éramos niños...Yo sabía que me tenía que marchar...Tú tenías una duda.

(Se produce un breve silencio en el que Teresa parece seguir la conversación interiormente con su hermano)

Teresa Rivera
SEMANA

Paquirri: ¿Sabes una cosa? Lo que más me gustaría, después de estar aquí, es correr por el campo de la Tierra, saltar y brincar.

Teresa: Como siempre hacías...

Paquirri: ¿Sabes una cosa? Yo siempre pensé que me iba a ir de la tierra por culpa del corazón. Para que tú veas. A veces pensamos que lo que no es. Estoy muy emocionado.

Teresa: ¿Por qué?

Paquirri: Porque el encuentro ha sido muy importante. Tú querías conectarte conmigo.

"Isabel sabrá qué hacer con Cantora"

Teresa: ¿Quieres decirme algo?

Paquirri: No, que sepas que he venido a veros.

Teresa: Ya lo sé, que siempre estás con nosotros.

Paquirri: Y que os sigo queriendo a todos. A todas las personas que habéis compartido mi vida. A todos, porque todos habéis formado una parte de mi existencia.

Teresa: ¡Te queríamos tanto, tanto, tanto...!