Si había evento emblemático en la Madrid de los años 80, esas eran las reuniones en casa de Mona Jiménez. La periodista peruana reunía a la más alta sociedad de nuestro país en aquella casa situada en Doctor Fleming y les preparaba un tradicional guiso de lentejas. Muchos la consideran la 'celestina' de la que se convirtió en la pareja más mediática de entonces, aunque ella siempre quiso evitar aquella "etiqueta": "Fue un flechazo, pero yo estaba pendiente de los demás invitados y fui la última en enterarme. Muchos dijeron que fui la celestina, pero eso me parece una ordinariez. No merezco esa etiqueta", confesaba la propia Mona cuando contaba que "un día, una amiga me dijo que a Isabel Preysler le apetecía venir a mis lentejas y le dije que encantada". Y eso es lo que hicieron la que ya era 'reina de corazones' y el economista Miguel Boyer. Y surgió el amor.

Las lentejas les unieron allá por 1982, pero Isabel estaba en aquel momento casada con Carlos Falcó, el padre de su hija Tamara, mientras que Miguel estaba casado con Elena Soriano, por lo que su amor comenzó a fraguarse a fuego lento y a escondidas. Tres años después, ambos rompen sus matrimonios y sellan un amor que, aunque muchos dudaban de su futuro, duró hasta la muerte del exministro en 2014.

Isabel Preysler y Miguel Boyer

Isabel Preysler y Miguel Boyer

Gtres

Era 1988 cuando Isabel Preysler y Miguel Boyer, a quien siempre consideró el gran amor de su vida, sellaban su historia con un discretísimo 'sí, quiero' en los juzgados de Madrid. La pareja protagonizó una de las bodas más discretas y sorprendentes de la alta sociedad española. Tanto que ni sus hijos estaban al tanto de lo que estaban haciendo en aquellos momentos. 

A las 8:30 de la mañana, la pareja dejó su hogar en la calle Arga de Madrid, sin que los hijos de Isabel supieran nada de lo que estaba por ocurrir, y se dirigieron a los juzgados de la calle Pradillo. Un par de días antes, Isabel y Miguel se habían reunido con el juez José María Ferrer de la Fuente, quien oficiaría la ceremonia. Durante esa cita, pidieron al juez total confidencialidad sobre el acto, solicitando que no se filtrara ni una sola información antes de  su gran día.

Sin la presencia de familiares ni amigos cercanos y con un juez que se había enterado de que los casaría solo un par de días antes. Solo presenciaron aquel enlace icónico los dos testigos imprescindibles para hacer legal la unión: José María Amusategui, vicepresidente del Banco Hispano Americano, y Margarita Vega Penichet, esposa del presidente de Fasa Renault. Ambos eran íntimos amigos de Miguel Boyer y, por lo tanto, de total confianza para mantener su secreto a salvo.

No hubo exclusiva, al parecer, por decisión del exministro, que ya había sido el centro de las críticas por su relación con Isabel por su radical cambio de vida, algo que nada tenía que ver, decían con su compromiso socialista.

Un atípico traje de novia

Lejos de la Isabel Preysler vestida de novia que vimos en su enlace con Julio Iglesias, la reina de corazones apostó, esta vez, por un sobrio y elegante, pero totalmente atípico, 'look' para su 'sí, quiero'. Preysler, conocida por su delicado sentido del estilo y un auténtico icono de moda y elegancia, lució un traje en color gris marengo, un diseño que destacaba por los detalles en visón de la parte delantera

Su estilismo fue un regalo de su amiga María Rosa Salvador, dueña de la boutique Dafnis, y la peletera Elena Benarroch. Lo completó con unos pendientes de perlas brillantes que lucía a la perfección gracias a un peinado totalmente recogido y sencillo. 

En lo atípico de su estilismo también llamó la atención la ausencia de ramo de flores. En su lugar, una cartera de mano o 'clutch' para completar su estilismo. El vestido, con mangas afaroladas y ribeteado en piel, no solo rompía con los convencionalismos de las novias tradicionales, sino que reflejaba la personalidad discreta y sofisticada de la socialité. Boyer, por su parte, lució un clásico traje con corbata.

Tras el enlace, la pareja compartió con la prensa una única imagen de su gran día como forma de hacerlo completamente oficial a ojos del mundo. En ella, los novios aparecen saliendo del registro civil, con una sonrisa que refleja la felicidad del momento.

Isabel Preysler y Miguel Boyer

Isabel Preysler y Miguel Boyer

Gtres

Aunque la boda había sido un acto privado, pronto se hizo oficial y comenzó a generar una oleada de felicitaciones y regalos. Entre los obsequios más notables que recibieron los recién casados se encontraba un juego de maletas Loewe, una vajilla de La Cartuja, un bonsái y varios ramos de flores, que comenzaron a llegar a su hogar tras la difusión de la noticia en los medios.