El sábado arrancaba en nuestro país una de las coberturas mediáticas más intensas de los últimos años, retransmitida casi al minuto por la propia policía tailandesa. En un primer momento, la información que trascendió es que un español estaba acusado de asesinato en una de las islas del asiático. Pero el tsunami mediático llegó cuando se desvelaba el nombre del presunto cumpable: Daniel Sancho, el hijo mayor de actor Rodolfo Sancho y nieto del mítico Sancho Gracia. Fue él mismo, en primera persona, el que confesó el crimen a la policía al encontrarse, tal y como ha explicado después “sin otra salida”. Asesinó a Edwin Arrieta, un médico colombiano de 44 años con el que se relacionaba, a causa de vivir presuntamente “como un rehén” en sus manos.
“Soy culpable, pero yo era el rehén de Edwin. Era una jaula de cristal, pero era una jaula”, dijo nada más conocerse la noticia a un periodista que lo entrevistó en la propia comisaría. Esa “jaula de cristal” en la que, según Daniel, llevaba tanto tiempo es la que presuntamente le llevó a comprar un cuchillo, guantes, bolsas de basura y productos de limpieza antes de reunirse con Arrieta, asesinarlo con un golpe y descuartizar el cuerpo en 14 trozos.
Su colaboración con la justicia
Una historia truculenta y un crimen atroz que el acusado tuvo que ‘revivir’ tan solo unas horas después de ser detenido. Acudió junto a la policía a cada uno de los lugares en los que llevó a cabo su ‘plan’ y les explicó in situ cómo fueron los hechos. Minutos antes de entrar a prisión dijo que había colaborado y colaboraría “en lo que hiciese falta”. Y así fue. La estrategia de Sancho es reducir al mínimo su pena y sabe que el único reducto que le queda es la colaboración con la justicia.
La reconstrucción del crimen
Realmente fue el 31 de agosto, lunes, cuando arrancaba esta 'película de terror’. Sancho iniciaba unas idílicas vacaciones en Tailandia. Allí se reuniría dos días después con Edwin Arrieta, el cirujano plástico con el que llevaba un año manteniendo relaciones sexuales, tal y como él mismo confesó a la policía tailandesa en su interrogatorio. Con ellos acudió en la tarde del domingo al bungalow B.6 del Haad Salad Villa, donde se perpetró el crimen. Las cámaras de seguridad que inundan el país vieron a la pareja llegar al hotel desde el puerto, donde Daniel recogió a Edwin el 2 de agosto.
Tan solo unas horas después, la pareja tendría una discusión que acabaría en un golpe mortal para Arrieta. Daniel esperó una hora y comenzó el desmembramiento del cuerpo que se extendió en el tiempo durante 3 horas, según confesó él mismo en esta reconstrucción del crimen que hizo mano a mano con la policía. Dividió los 14 pedazos que había descuartizado en bolsas de basura y los lanzó al contenedor y al mar, con un kayak que adquirió por 1.000 dólares.
La entereza sorprendente de Daniel
Durante la reconstrucción, y con una entereza sorprendente, Sancho señaló a los agentes el punto exacto en el que había adquirido la embarcación con la que se adentró unos 600 metros en el mar para deshacerse de los primeros restos del cirujano colombiano. La propia policía interrogó a las propietarias de la embarcación para contrastar la versión del joven de 29 años y ellas no hicieron más que corroborarla.
Una vez realizó el primero de los recorridos en kayak, y habiéndose desecho de gran parte del cuerpo de Arrieta y de su documentación, volvió al bungalow para limpiar la escena y prepararse para la “fiesta de la luna llena” a la que acudió con dos amigas. La cabeza del cirujano y algunos otros miembros seguían en la nevera. No fue hasta las 6 de la mañana cuando realizó el último viaje en el kayak y se deshizo de ella. Unas horas más tardes, acudió a la comisaría a anunciar la desaparición de su ‘amigo’, por la que acabaría detenido.