DURANTE más de dos décadas, Cruz Sánchez de Lara (51) fue feliz ejerciendo la abogacía, profesión en la que logró reconocimiento y disfrutó de los placeres del anonimato. Pero el amor lo cambió todo... Sus comienzos junto al periodista Pedro J. Ramírez (72), que dejaba atrás su larga relación con la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada, no fueron fáciles. Cruz asegura que soportó críticas hirientes e injustas sin hacer uso del derecho a réplica, esperando que el tiempo hablara por ella.
Pedro J. y Cruz optaron por preocuparse de su proyecto laboral, como presidente y vicepresidenta del diario 'El Español', y ocuparse de alimentar su amor de puertas para adentro. Puertas como la de su casa madrileña que Cruz ha abierto a SEMANA con motivo del lanzamiento de su novela, 'En la corte de la zarina' (Ed. Espasa), en la que da su lugar en la historia a José de Ribas, noble y militar español al servicio de Catalina II de Rusia, la Grande, y fundador de la ciudad ucraniana de Odesa. De su libro y de su relación con Pedro J. nos habla Cruz en esta entrevista, en la que tendrán que leer hasta al final para descubrir una sorpresa.
¿Por qué te has lanzado a una novela histórica?
Mi novela anterior, en la que describía a un maltratador, era ficción, me la tenía que inventar y me dejó extenuada. Por ello pensé en escribir una novela histórica, en la que los hechos ya vienen marcados.
Hay varias dedicatorias…
Sí, a todas las personas que han sufrido la guerra de Ucrania y a mi familia.
¿Eres muy familiar?
¡Uy, sí! Hablo con mis padres cada día.Adoro a mi familia de sangre y a la elegida. Soy muy familiar, madraza y protectora. Con mis padres, mi hijo, que tiene 26 años, mis hijastros…
¿Cómo es la relación con tu hijo?
Buenísima. Nos llevamos 25 años. Yo le he criado sola, porque me divorcié cuando él tenía cuatro años, su padre desapareció muy pronto por propia voluntad y hemos tenido siempre una relación muy especial. Mi hijo me ha hecho la vida muy fácil. Si soy quién soy hoy es gracias a él. En muchas ocasiones ha tenido más madurez que yo. He tenido mucha suerte.
Aseguras que con los hijos de Pedro J. te llevas bien, pero al principio te costó…
Cósima me dice que al principio no fue justa conmigo y yo le digo: "Desde que me conociste me quieres". Es verdad que fue un momento muy complicado para todos, pero tengo una relación fabulosa con los tres hijos de Pedro: María, Tristán y Cósima. Ellos saben que si me necesitan solo tienen que descolgar el teléfono. Y eso es muy bonito, porque cuando tienes hijastros tiene una gran particularidad: no eres su madre, no lo vas a ser nunca y no tienes que serlo. Si hay buena voluntad, se genera una relación preciosa. Hay que quitarle los tintes peyorativos a la palabra madrastra. ¡Y ya tengo una nietastra!
¿Y tu hijo con los hijos de Pedro J.?
Se llevan bien. Coinciden poco porque son ya mayores, pero siempre preguntan unos por otros y se ponen mensajitos. Aunque hemos tenido que navegar por aguas bravas, Pedro y yo hemos encontrado la playa de nuestras vidas.
¿Cómo es Pedro J. como abuelo?
Deba es muy pequeñita, acaba de cumplir dos meses, y le gusta, le produce mucha ternura, pero es como si le diera miedo porque es muy bebé. Pero está muy contento de ver a Tristán tan feliz. La niña es preciosa, cada vez se parece más a Tristán.
¿Y tú cómo lo vives?
Estoy encantada porque no soy su abuela, pero es de mi familia. Cuando hablo con ella, le digo: “Mira Deba, de todos tus abuelos, yo voy a ser la más joven. No soy ni tu abuela, con lo cual vas a tener un chollo conmigo".
Dices que el principio de tu relación no fue nada fácil. Tú venías…
¡Del anonimato absoluto, que es la felicidad!
Ahora también eres feliz…
Sí, pero he tenido que aprender a ser feliz así. Me costó acostumbrarme a esta vida y creo que lo he hecho bastante bien y no soy conocida en exceso, pero mi marido sí y no tiene que sorprenderme, porque ha sido así siempre. Pero renunciar a mi anonimato ha sido la prueba de amor más grande que he hecho por alguien, porque me parece tan bonito. Me gusta mucho irme fuera y que él lo pruebe.
Os tendréis que ir lejos…
Todo es montárselo bien y yo lo hago porque lo necesito. Podernos ir y que nadie sepa quién es Pedro J. a él le da un baño de realidad.
¿Qué fue lo que más te gustó de Pedro J. cuando le conociste?
Que tiene buen corazón y buena cabeza. Luego, lo que ha hecho posible nuestra historia de amor es que yo no me enamoré de Pedro J. sino de Pedro. Desde que entré como consejera del periódico hasta que nos fuimos a comer juntos pasó un año y pico. Nunca le he tratado como si fuera alguien a quien tuviera que deslumbrar. Esas primeras conversaciones en las que le preguntaba cosas normales y él se ruborizaba, al tratarle con naturalidad, le hicieron gracia.
Pero también hay esa admiración mutua…
Tenemos muchas cosas en común que nos hacen raros: no nos gusta la playa ni el calor, no conducimos, nos encanta aprender, jugamos con el lenguaje… La admiración es mutua y le admiro por muchísimas cosas. Yo, donde iba antes, era la lista y la trabajadora y, en mi casa, soy la vaga y la tonta, porque Pedro es brillante. De él me gusta mucho el tesón; es supertrabajador y es la tercera vez que ha cumplido su sueño de levantar un periódico. No se levanta ni un día sin decirme que es feliz y que tenemos mucha suerte. Y luego me encanta que todo lo que no venga de alguien que le importa le da igual. Yo voy aprendiendo... Pedro ha podido sobrevivir a episodios de su vida, que muchos no hubiéramos aguantado, por su fortaleza y su seguridad en que hace las cosas bien y eso es admirable.
¿Cómo lleváis trabajar juntos?
Él mejor que yo, porque es un adicto al trabajo. Cuando llegan las doce de la noche, soy como Cenicienta y él sigue proponiendo cosas. Pero muy bien... Yo no soy periodista, pero estoy haciendo un máster 24 horas con el que para mí es el mejor. Lo vivimos muy intensamente y todo lo que afecta a la empresa afecta a nuestro proyecto vital.
¿Cómo te ves en diez años?
Aunque me tocara una lotería de esas que no sabes ni recitar la cifra, yo soy trabajadora. Me gustaría tener más tiempo libre, pero con demasiado ocio mi cabeza no funcionaría bien. Necesito actividad, ilusiones, proyectos… No me veo retirada en una isla paradisíaca.
¿Qué os gusta hacer cuando no estáis trabajando?
Cuando llegó la pandemia, la redacción del periódico se metió en casa, llegaban noticias catastrofistas y le dije a Pedro que teníamos que buscar un espacio de ocio común para desconectar. Él siempre ha sido más de leer que de ver cine, pero aprendió y se enamoró del cine. También nos gusta viajar, visitar museos, estar con amigos, una buena conversación... Aquí viene mucha gente y a mí eso me encanta. Pero lo que más nos gusta es pasear cogidos de la mano.
Háblame de esta casa…
Llevamos aquí viviendo un año. Nos gusta mucho y somos muy felices en ella. Tiene mucha luz y una zona común muy grande para hacer vida, porque, al final, esto es otra sala de juntas del periódico y también hacemos reuniones de trabajo.
¿Qué has hecho para hacerla tuya?
Esta casa no tenía libros y hemos tenido que agrandar las bibliotecas. En la sala de cine hemos hecho una, en la habitación de invitados otra...
Queríais vivir en un piso en el centro de Madrid.
Sí, a Pedro y a mí nos gustan los pisos, no nos gustan las casas porque no queremos ser esclavos de ellas.
Al principio muchos no creían en vuestra relación, pero ahí estáis enamorados y felices en esta casa.
Teníamos claro que no queríamos una historia de escaparate. Cuidamos mucho nuestro amor. Yo soy muy de hablar las cosas, Pedro está aprendiendo a hacerlo. Recuerdo que al principio le decía: "Como esto sea amor, te vas a enterar". Sabíamos que teníamos una historia de amor entre manos y estamos bien porque fuimos conscientes de ello a pesar de que fue una historia muy maltratada. También yo me callé y, cuando lo haces, las voces que se oyen no son las tuyas. Pero creo que me defiendo con mi actitud vital. Lo pasé mal con todo lo que se dijo y mi familia también, pero merecía la pena. Es verdad que es una injusticia, sobre todo porque a mí me pasó con 43 años, pero si esto le ocurre a una chica de 23 la destrozan. Pero soy muchísimo mejor ahora que hace diez años, porque conozco los límites de por dónde puedo moverme y de quién soy yo.
Hablemos de tu novela... ¿Cómo descubriste a José de Ribas?
Muchos leímos sobre él al comienzo de la guerra de Ucrania, pero habíamos pasado de puntillas y me di cuenta de que es fascinante, sobre todo por la vinculación con la actualidad y porque me acercó a Potemkin, que es el héroe militar de Putin. La novela te hace entender el por qué esta obsesión de Putin con Ucrania. Por otra parte, si yo hubiera escrito este libro hace 20 años, no nos movería el corazón saber que Odesa fue la fantasía de un español.
¿Qué te conquistó de Catalina la Grande?
No iba a escribir sobre ella, pero es un personaje tan grande que fue cogiendo espacio. Es fascinante cómo una mujer alemana en una corte hostil, a la que su marido trataba fatal, logró hacerse con el país.
Y se vengó del marido de una forma sibilina...
Sí, no solo autoriza a su amante y a su hermano para que maten al hombre que la ha humillado y destrozado, sino también pone en su certificado de defunción que la causa de la muerte fueron unas hemorroides. Para un emperador no hay nada peor que pasar a la historia así.
Que tuviera una catadora de amantes es fascinante.
Eso sí que es inteligencia femenina. La de malos momentos que se evitó Catalina con esa genial idea (risas).
¿Y qué le ha parecido a Pedro J. tu libro?
Le encanta, pero te va a poder responder él, que está entrando por la puerta…
Pedro J: Es extraordinario. A mí me ha interesado sobre todo por el contexto histórico y la actualidad que tiene con la historia de este español que fundó Odesa y todas las intrigas, las tensiones… Ha quedado estupendo.