EL 15 de octubre de 2005 todos los ojos estaban puestos en Sevilla. Ese día, pasadas las siete de la tarde, se daban el ‘sí, quiero’, el hijo favorito de la duquesa de Alba, Cayetano Martínez de Irujo, con Genoveva Casanova, una dulce mexicana que con el paso de los años ha protagonizado historias con las que ha llegado a eclipsar a la que fuera su poderosa familia política.
Lejos del boato y la pompa de los enlaces de otros miembros de la Casa de Alba, como el actual duque con Matilde Solís o Eugenia Martínez de Irujo con Francisco Rivera, ambos con ceremonias dignas de los royals ante el Altar Mayor de la Catedral de Sevilla, el enlace de Cayetano se planteó como una celebración más familiar, discreta e íntima, que tuvo lugar entre los muros del palacio de Las Dueñas.
La boda que despertó una gran expectación
Pero la realidad fue bien distinta. Desde primeras horas de la mañana, en los alrededores de la residencia preferida de la añorada duquesa se congregaron cientos de personas y de medios de comunicación para no perderse ni un detalle.
Los novios nunca aparecieron, pero eso no pudo con la alegría y las ganas de fiesta del público, que vitoreaba cada llegada de los ilustres invitados y en especial de Cayetana de Alba. Esta, en su papel de ‘duquesa del pueblo’, salió a saludar tras la ceremonia, vestida con un elegante vestido de Tony Benítez, realizado con un encaje antiguo.
El perfil bajo que buscaron los contrayentes venía provocado por los antecedentes de su relación. Y es que Cayetano y Genoveva se habían conocido en el 2000 en una competición hípica en Jerez de la Frontera, cuando la mexicana se encontraba
realizando un intercambio en Sevilla con la Universidad de México mientras estudiaba Filosofía.
Los hijos llegaron antes que la boda
Solo seis meses después, cuando la relación todavía no estaba consolidada, anunciaron que iban a ser padres, provocando un terremoto en la Casa de Alba. El 25 de julio de 2001 nacieron los mellizos Luis y Amina, en México: "Lo que ha llegado ni se buscó ni se dejó de buscar sino que vino así", afirmó el aristócrata tras el nacimiento de sus hijos.
Y cuatro años después llegó la boda. Cayetano dejaba atrás su estatus de ‘soltero de oro’ y olvidaba tormentosas relaciones anteriores, como la de Mar Flores.
Cayetano y Genoveva se dieron el ‘sí, quiero’ en la capilla del Palacio de Las Dueñas, en una ceremonia oficiada por el párroco Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, confesor de la duquesa.
Genoveva Casanova, una novia muy regia
Genoveva Casanova fue una novia clásica y regia, con un diseño de Alta Costura de Manuel Mota para Pronovias, inspirado en los años 50 y valorado en 60.000 euros de la época.
Un vestido en voile de organza de escote palabra de honor con el cuerpo ceñido y falda de encaje con motivos florales, bordada en micro cristal glasé, de la que partía una cola de dos metros. La acompañó de una chaqueta entallada de encaje de chantilly y también bordada de cristal, como el vestido.
Haciendo gala de la magnífica relación que ya entonces tenía con la duquesa y que se mantuvo hasta el final de su vida, Genoveva lució a modo de diadema la pulsera que Luis Martínez de Irujo, padre de Cayetano, regaló a la duquesa de Alba con motivo de su boda.
Cayetano Martínez de Irujo con uniforme de maestrante
Por su parte, el novio vistió el uniforme de maestrante perteneciente a la Real
Maestranza de Caballería de Sevilla, el mismo que había llevado en la boda de su hermana Eugenia Martínez de Irujo y Francisco Rivera en 1998, donde ejerció como padrino.
Genoveva fue llevada hasta al altar por su padre, Kenneth Larry Casanova, mientras que el novio lo hizo del brazo de su madre. Sus hijos, Luis y Amina, tuvieron un papel importante como pajes, junto a Tana Rivera, la hija de Eugenia Martínez de Irujo.
El país de la novia estuvo muy presente con un cuadro de la Virgen de Guadalupe, patrona de México, presidiendo la capilla, o la música de un grupo de mariachis.
La boda congregó a miembros de la aristocracia, el mundo de la empresa, la política y a muchas celebridades.
Entre ellos, El Litri con su mujer de entonces, Carolina Herrera, Lydia Bosch, Ramón García con Patricia Cerezo, Curro Romero y Carmen Tello o Enrique Ponce con la que era su mujer, Paloma Cuevas, entre otros. Esta última, íntima de Genoveva, le cedió a la novia las arras que se utilizaron en la ceremonia.
El encuentro más incómodo que se produjo en la boda
Pero también hubo algún incómodo encuentro, como el de Eugenia con su ex, Francisco Rivera. La pareja ya estaba separada, pero el torero seguía manteniendo una relación especial y muy intensa con los Alba, hasta el punto de que la propia Cayetana lo seguía considerando su yerno favorito. Y, además, Cayetano lo eligió como testigo del enlace.
La duquesa de Montoro tuvo que compartir la celebración con su exmarido, pero no pudo llevar a su pareja de entonces, Gonzalo Miró, quien nunca contó con el visto bueno de su madre.
Tras la ceremonia, los novios y más de 200 invitados disfrutaron de una cena en los salones de palacio a cargo de Salvador Gallego, antiguo cocinero de la Casa de Alba, que sirvió escalibada con puntillas, merluza al pil pil y membrillo con vinagreta de frambuesa.
Y después llegó la gran fiesta hasta altas horas de la madrugada, con mucha música mexicana y flamenca.
La ruptura solo dos años después de la boda
Pese a todo, el matrimonio no duró mucho. Solo dos años después, en octubre de 2007, la pareja anunció la separación: "Discutíamos por todo. Hasta que me di cuenta de que éramos dos personas con caracteres muy fuertes. Ni opuestos ni parecidos, sencillamente fuertes", dijo Genoveva Casanova sobre el motivo del final.
Pasado el tiempo, Cayetano y Genoveva son el mejor ejemplo de los ex mejor avenidos: "Para mí Cayetano es mi familia. Es mi pilar. Somos los dos pilares de una familia de cuatro", asegura a día de hoy la mexicana.
También el duque de Arjona solo tiene buenas palabras para la madre de sus dos hijos: "Me preocupa muchísimo Genoveva. La cuido, me ocupo de ella en todos los sentidos. No es solo la madre de mis hijos, la quiero personalmente".
Y a su lado ha estado en todos sus malos momentos, como cuando ha tenido graves problemas de salud a causa de una embolia pulmonar o tras sus polémicas fotos con Federico de Dinamarca, que se convirtieron en todo un escándalo mundial.