Adelantada a su época, fue una mujer que siempre hizo lo que le dio la gana, que se sentía un alma libre y vivió sin cortapisas y muy lejos de lo políticamente correcto.
Una mujer cuyo lema vital era: “A mí, plím, yo soy Ordóñez Dominguín”. Hija del célebre torero Antonio Ordóñez y de Carmina Dominguín, miembro de otra saga de ilustres toreros, Carmen dejaba el mundo de los vivos el 23 de julio de 2004 y se convertía en leyenda del papel couché. Era encontrada muerta en la bañera de su casa. Nunca se supo la causa de su trágica muerte, pues, por petición de expresa de sus hijos, no se hizo pública la autopsia.
Una infancia feliz
Carmuca, como la llamaban en la familia, tuvo una infancia feliz, en el entorno de una familia acomodada y en un ambiente mágico, rodeada de iluestres personalidades como Dalí, Ernest Hemingway, Orson Welles o Pablo Picasso, entre otros. Probablemente ellos ayudaron a crear esa singular personalidad, esa forma de vivir como si fuera el último día...
Lo tuvo todo para ser feliz: dinero, belleza, amor y unos hijos que la adoraban, pero su inesperada muerte quebró su futuro con tan solo 49 años. Lo dijo su propio hijo Julián tiempo después de morir: “Mi madre vivió con el acelerador pisado en todo momento”. Y así fue.
Carmina estudió en el Liceo francés y su vida giraba en torno a su casa, la finca Valcargado en Medina-Sidonia (Cádiz), y una vida más cosmopolita, repleta de viajes, ya que su padre las llevaba con él por todo el mundo: París, Nueva York, Los Ángeles...
Fue educada para convertirse en la esposa de un torero y conforme pasaban los años, Carmen ya dejaba entrever su fuerte personalidad. Apenas hubo transición entre su etapa de niña y de mujer, pues a los 15 años se enamoró de su primer marido, Francisco Rivera ‘Paquirri’, y a los 17 años se casó con él en Madrid.
Fruto de este matrimonio nacería su primer hijo, Francisco. La pareja amplió la familia tres años más tarde con el nacimiento de Cayetano, pero en 1979 Paquirri y Carmen se separaron. Ella logró rehacer su vida unos años después, cuando conoció al cantante Julián Contreras, con el que se casó por lo civil en Miami, para después casarse por la Iglesia en Las Rozas (Madrid). De este matrimonio nace su tercer hijo, Julián Contreras Jr.
Pasión por Marruecos
Carmen se trasladó a Marrakech junto a Julián y su hijo pequeño y así comenzaría una estrecha relación con el país africano, que le duró hasta sus últimos días. Marruecos se convirtió en su refugio particular. Allí podía ser ella misma y se sentía realmente libre. Solía vivir a caballo entre Marruecos y España para visitar a sus hijos Francisco y Cayetano, sobre todo cuando el mayor le confesó que quería seguir los pasos de su padre en el mundo del toro, algo que le costó mucho asimilar a Carmen.
Al final tanto viaje acabó haciendo mella en su matrimonio y a principios de 1994 se produjo su ruptura con Julián Contreras tras casi once años juntos. A pesar de su regreso a España, sus viajes a Marruecos no cesaron. Siempre que necesitó reencontrarse consigo misma, ese era su destino.
Último matrimonio
A pesar de sus dos matrimonios fallidos, Carmen nunca dejó de creer en el amor. Su éxito con los hombres era innegable, al igual que su belleza. Sus ojos negros y su sensualidad no dejaban a nadie indiferente. En su empeño por confiar en el amor, Carmen decidió darse otra oportunidad, esta vez con el bailarín Ernesto Neyra, con el que se casó solo unos meses después de conocerlo.
‘La divina’, como se la conocía en su entorno, confiaba plenamente en este matrimonio, pero sus premoniciones no se cumplieron, ya que pronto comenzaron los rumores de separación, cuando ella se marchó a Marrakech y él se quedó en Sevilla. La ruptura definitiva llegó en noviembre de 1999, dos años después de su boda.
Esta relación estuvo llena de altibajos y marcada por la aparición de Carmen en un programa de televisión cuando todavía estaban juntos, con un ojo morado tapado con maquillaje. Aunque en ese momento ella aseguró que había sufrido una caída en la ducha, años después Carmen confesaba en Crónicas Marcianas que había sufrido presuntos malos tratos por parte de su exmarido. Este delicado asunto acabó en los tribunales, aunque la causa se desestimó, afectando negativamente a la imagen de ‘La Divina’’.
Carmen fue la protagonista indiscutible de la prensa rosa. Desde sus momentos más felices, hasta los más amargos ocuparon todas las portadas de las revistas del corazón durante años. No solo fue protagonista de sus propias historias, también jugó un papel muy importante en las de sus hijos. En la boda de su hijo Francisco con Eugenia Martínez de Irujo, fue la otra gran protagonista, una madrina espectacular, que se emocionó mucho, ya que siempre mostró su cariño por Eugenia, a la que conocía desde pequeña y que le dio su primera y única nieta a la que conoció, Cayetana.
En la boda de su hijo Cayetano con la modelo Blanca Romero, en 2001, también ejerció de madrina, aunque nunca sintió devoción por su nuera.
Vida complicada
Su vida ha estado salpicada de momentos difíciles. Comenzó con la muerte de su madre, Carmen Dominguín, seguida por la de su padre, Antonio Ordóñez, que supuso también un golpe muy duro para Carmen, ya que se añadieron los problemas que hubo con la herencia, que se repartió con la segunda esposa de su padre, Pilar Lezcano, con la que no tenía buena relación.
Más tarde, llegaba un nuevo mazazo a su vida pues su hermana Belén sufría el mismo cáncer que había acabado con la vida de sus padres. Carmen, una mujer de apariencia fuerte pero con una voluntad frágil comenzó a abusar de las pastillas para dormir.
Su afán por exprimir la vida al límite la llevó, en los últimos años, a un evidente descontrol y tuvo que estar ingresada en clínicas en varias ocasiones. En 2002 ingresó en un hospital de Madrid y sus apariciones públicas tras salir de allí evidenciaban su gran deterioro, tanto físico como emocional. Poco después tuvo una recaída y en noviembre del mismo año volvió a ingresar en una clínica de rehabilitación.
Últimos días
Sus últimos días los pasó en Tánger, en su adorado Marruecos, donde estuvo antes de incorporarse a su trabajo como colaboradora en el programa A tu lado, de Telecinco. El 22 de julio de 2004, un día antes de su muerte, acudió al trabajo con normalidad. Nadie se podía imaginar que al día siguiente la noticia de su muerte ocuparía todas las portadas.
Su fallecimiento se descubrió la mañana del 23 de julio de 2004, cuando fue encontrada sin vida por su asistenta en la bañera de su vivienda de Madrid. Ella siempre dijo que no se veía cumpliendo los 50 y su presentimiento se cumplió. Carmen Ordóñez fue una mujer que amó con pasión y vivió a su manera hasta su último día.