No ha sido fácil, pero por fin Carlos Bardem (57) nos ha abierto las puertas de su casa. Y con él charlamos de su relación de más de diez años con Cecilia Gessa, de sus viajes con su hermano Javier Bardem por el Océano Antártico y de trabajo: acaba de fichar por la serie Madres, participa en El Cid, va ya por la sexta edición de su libro Mongo Blanco...
¿Cómo es Carlos Bardem en la intimidad de su hogar?
Eso habría que preguntárselo a mi pareja. Pero vamos, creo que soy un tipo muy majo y que no doy ni un pelín de guerra.
¿En qué parte de tu casa te pasas la mayor parte de tu tiempo?
En un sofá con un libro. Con incursiones frecuentes a la cocina.
Durante la pandemia has estado las 24 horas del día con tu pareja, Cecilia Gessa, incluso trabajando. Después de diez años juntos, ¿esta experiencia os a unido más?
Yo diría que sí. Y espero que ella también… La convivencia prolongada, forzada, me ha servido para constatar que no solo es la mujer a la que amo y admiro, sino que, además, me cae muy bien. Nos reímos mucho. ¡Somos muy colegas!
¿Qué ingredientes crees que son indispensables en una relación como la vuestra, donde os dedicáis a lo mismo y pasáis tanto tiempo fuera de casa?
No sé, supongo que los mismos que en cualquier pareja: respeto, generosidad y comprensión para con lo que el otro necesita.
En tu Instagram lanzaste una pregunta que quisiera rescatar. Junto a una fotografía tuya con unos años menos escribiste: “¿Qué le diría hoy a mi yo más joven?”. ¿Cuál sería la respuesta?
Le daría algunos consejos que, por supuesto, mi yo más joven ignoraría por completo. Nos guste más o menos, nuestra biografía son nuestros errores, los que nos han tallado. Mucho más que nuestros aciertos. Si acaso, y sabiendo que nadie escucha consejos ajenos, le animaría a no perder el tiempo y poner todos sus sentidos en lo que ya le apasionaba entonces.
Historiador, actor, escritor y guionista. ¿Este sería el orden correcto o, en tu caso, el orden de los factores no altera al producto?
Bueno, el producto final es el mismo: contar historias. El oficio o la herramienta para hacerlo puede ser distinto, pero la pasión es igual.
Tu novela Mongo Blanco ha ganado el Premio Espartaco a la Mejor Novela Histórica de la Semana Negra de Gijón ¿qué se siente?
¡Una gran felicidad! También una responsabilidad respecto a libros futuros. Me he puesto yo mismo un listón muy alto, pero esa exigencia me gusta.
Cuando empezaste a trabajar como actor, no pensabas dedicarte a este mundo.
Pero me surgió la posibilidad de viajar, de irme a México y a USA, rodar la película Perdita Durango, y, en realidad, escribir el que fue mi primer libro. Fue un flechazo con una vocación que, viniendo de la familia que vengo, estaba ahí esperándome. De hecho, le debo mucho a México y al cine mexicano. Allí me siento como en casa y cuando paso mucho tiempo sin ir, noto que me falta algo.
Has dicho que te horroriza escribir siempre el mismo libro. ¿Te pasa también con tus papeles de actor?
Cuando escribo, tengo libertad creativa absoluta. Pero cuando actúo es por encargo, cuento las historias de otras personas y mi contribución es dotar de humanidad y complejidad a mi personaje. Cada uno es distinto, si bien es cierto que suelo interpretar a gente dura, al “malo” ... Ahí mi capacidad de elección no es tanta.