El estreno en plataformas digitales (Netflix) de un documental: "900 días sin Anabel" ha recuperado uno de los episodios más tristes de la historia negra de España del siglo XX. Nos referimos al caso de Anabel Segura, la joven madrileña de 22 años que el 12 de abril de 1993, a las dos y media de la tarde, fue secuestrada en su casa, una urbanización privada en La Moraleja.
Permaneció en poder de sus captores (o eso se pensaba entonces) casi dos años y medio, más de 29 interminables meses de agonía para su familia, lo que lo convertía en el secuestro más largo de la historia de nuestro país, aunque al final, por desgracia, las cosas no fueron lo que parecían.
La sociedad se movilizó pidiendo su liberación
Y ese caso, que puso en jaque a la policía, ocupó titulares de los periódicos y revistas, y horas de televisión, fue también de los primeros que movilizó a la sociedad española, que se lanzó a la calle pidiendo que Anabel volviera a casa sana y salva.
Luego se supo que su desaparición fue producto de una decisión tomada al azar porque los delincuentes, que necesitaban dinero, buscaban una presa fácil y todo el mundo sabía que en esa zona de Madrid vivía gente con un gran poder adquisitivo.
Anabel ni siquiera tenía que haber salido ese día a correr por los alrededores de InterGolf, estaba con su familia en Marbella de vacaciones y había decidido regresar ella sola un día antes para estudiar de cara a los exámenes. Además era lunes de Pascua y La Moraleja, un lugar de por sí tranquilo, estaba especialmente vacío.
Un jardinero avisa del rapto a la policía
Tanto que solo un jardinero que trabajaba en el cercano colegio Escandinavo escuchó los gritos de auxilio de Anabel y alcanzó a ver cómo dos individuos la metían a la fuerza en una furgoneta blanca. Atrás dejaban la chaqueta del chándal y el walkman en el que la joven escuchaba música mientras solía hacer footing.
Ese jardinero fue quien dio aviso a la policía, que empezó a investigar. Al mismo tiempo, un amigo de Anabel con el que había quedado, extrañado porque no llegaba a su cita, se acercaba hasta su casa. Poco después aparecía la policía.
Lo primero que se hizo fue intentar localizar al padre de Anabel en la Costa del Sol para informarle. Recordemos que estamos hablando de una época en la que los teléfonos móviles no existían. Este regresa inmediatamente a Madrid llegando a su casa ya de madrugada con su mujer y su otra hija, en el peor viaje de su vida.
Piden casi un millón de euros por Anabel Segura
Y fue entonces cuando comenzó la pesadilla que se alargaría casi 900 días. Los secuestradores se pusieron en contacto con la familia exigiendo 150 millones de pesetas (unos 900.000 euros); llamaron varias veces e incluso enviaron un mensaje grabado de la propia Anabel (o eso parecía), diciendo que estaba bien. Los Segura estuvieron dispuestos a pagar el rescate desde el principio y lo intentaron varias veces, pero los secuestradores nunca aparecían. Aún así, no perdían la esperanza, sobre todo tras la liberación en mayo de 1994 de María Ángeles Feliú, la farmacéutica de Olot, secuestrada 492 días. Si ella volvía a casa, Anabel también lo haría...
Pero el tiempo pasaba, los criminales ya no llamaban y parecía que las pistas se enfriaban. Paco Lobatón sacó el caso en el programa de televisión "¿Quién sabe dónde?" y la policía hizo públicas las grabaciones con la voz de los secuestradores. Y un día, una llamada anónima, de las miles recibidas, dio con la clave.
El 28 de septiembre de 1995 fueron detenidos Cándido Ortiz (38), un fontanero de Escalona, y Emilio Muñoz (35), un churrero de Pantoja, ambos pueblos en Toledo. Reconocieron ser los responsables del secuestro, y la policía también también detuvo a Felisa García (35), la mujer de Emilio, quien se había hecho pasar por Anabel en aquella grabación.
El triste final que nadie se esperaba
Pero lo que nadie esperaba es que Cándido y Emilio confesaran que habían matado a Anabel el mismo día de su desaparición, dos años y medio antes y que habían escondido su cuerpo en una antigua fábrica en Numancia de la Sagra (Toledo). En presencia de los detenidos, la encontraron tras 12 horas de angustiosa búsqueda con excavadoras.
El 6 de octubre de 1995, Anabel fue enterrada en el cementerio de La Moraleja. Hoy, cerca de allí, un busto y una placa la recuerdan.
Cándido Ortiz murió el 26 de junio de 2008 en la prisión de Ocaña, donde cumplía una pena de 43 años y diez meses por el crimen. Emilio Muñoz, preso en Herrera de La Mancha (Ciudad Real), donde cumplía la misma condena, fue puesto en libertad, en noviembre de 2013, tras la anulación de la 'doctrina Parot', y pasar 18 años en la cárcel. Felisa, por su parte, fue condenada a 2 años y 4 meses por encubridora. Pero solo cumplió un año de la pena.